“…No es sólo en la teoría
donde se plantea
la cuestión de la doble inscripción,
para haber provocado la perplejidad
en que mis alumnos Laplanche y Leclaire
habrían podido leer, en su propia escisión
en la manera de abordar el problema, su
solución.
No es en todo caso de tipo gestaltista,
ni debe buscarse en el plato donde
la cabeza de Napoleón se inscribe en el árbol.
Está simplemente en el hecho de que
la inscripción no muerde el mismo lado del
pergamino,
viniendo de la plancha de imprimir
de la verdad o de la del saber…”
J. Lacan
Exordio
¿Cuántas veces al terminar una clase en la facultad, se
nos ha acercado alguien, con respetuosos modos para formularnos algo así como “Freud es más fácil de leer, pero Lacan… no
entiendo nada”.
¿Qué responder sino, además de recomendar que la lectura sea
con otros y preferiblemente con un diccionario de sinónimos a mano, que ni
Freud es tan “fácil” ni Lacan tan “incomprensible” ?...
Inscripción I
Pero es cierto, la pluma de Lacan en “La ciencia y la
verdad”, redoblando su voz en la apertura del Seminario 13, “El objeto del
psicoanálisis”, no se da a leer con rapidez. ¿A qué se refiere cuando señala que
no es de tipo gestaltista la solución a la cuestión de la doble inscripción ?
|
Henri Ey |
No desesperemos. Entre el 30 de octubre y el 2 de
noviembre de 1960, el Dr. Henri Ey organizó como lo hacía periódicamente en el
hospital de Bonneval de París una jornada psiquiátrica, centrada en esa ocasión
en la noción de inconsciente elaborada por Freud. Con la presencia de
psicoanalistas de las dos sociedades francesas existentes en ese momento,
neurofisiólogos y filósofos entre los cuáles se contaban Paul Ricoeur, A. de
Waelhens, H. Lefebvre, Renée Diatkin, André Green, Jean Hippolite, M. Merleau-Ponty,
Minkowski y el mismo Lacan, entre otros, se discutió y debatió acerca del
descubrimiento freudiano.
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Jean Laplanche |
Jean Laplanche y Serge Leclaire, dos destacados
discípulos del maestro francés presentaron en esa oportunidad un trabajo
denominado “El inconsciente: un estudio
psicoanalítico”, en el
cual, centrándose especialmente en el artículo “Lo inconsciente”, de Freud, presentaban las líneas fundamentales del
pensamiento freudiano según la vía abierta por Lacan: el inconsciente
estructurado como un lenguaje.
|
Serge Leclaire |
Ese trabajo, que fuera publicado en 1961 en el n* 183 de
la revista dirigida por J.P. Sartre “Les tempes modernes”, constaba de cinco
apartados:
·
1. Tres vías de
aproximación al realismo del inconsciente
·
2. El inconsciente
como sistema en Freud. Orientación e impasses de las hipótesis freudianas
·
3. El “texto
inconsciente” de un sueño
·
4. El inconsciente es la condición del
lenguaje. Interdependencia de los sistemas preconsciente e inconsciente
·
5. Estudio clínico
de algunos mecanismos fundamentales del inconsciente.
Los
apartados 1, 2 y 4 fueron firmados por Laplanche, mientras que Leclaire rubricó
los dos restantes.
En el primer apartado, Laplanche remarcó el modo en que
se presenta el inconsciente en la experiencia psicoanalítica: en tanto que los
datos de la conciencia son “lacunares”,
intercalar entre ellos los actos inconscientes que, tal como dice Freud “hemos inferido”, permite restablecer una
serie coherente, una relación inteligible, subrayando además que lo inconsciente,
campo específico del psicoanálisis “hay que interpolarlo en las lagunas del
texto manifiesto” siendo “un
fragmento del discurso lo que debe recuperar su lugar en el discurso”.
En el segundo apartado, luego de indicar la rigurosidad
con que Freud encuadró el análisis del problema en el texto, Laplanche se abocó
a intentar ubicar la exigencia profunda que lo impulsa, señalando que “todo el texto parece a la búsqueda de una
distinción que funde la separación real, tópica, de los sistemas Cc-Prec. e Icc.,
distinción que es buscada tanto en una diferencia cualitativa ( teoría “de las
dos inscripciones” ), como en una diferencia económica ( una energía de
catexia” propia de cada uno de los dos sistemas”)
y ello por la necesidad de Freud de una
escisión radical que le permitiera dar cuenta del conflicto psíquico.
Frente a la distinción tópica, sistemática introducida
por Freud en el segundo capítulo, Laplanche se preguntaba: ese punto de vista,
esa distinción, ¿en qué se funda? Cuando una representación inconsciente se
convierte en consciente, ¿se trata de la misma representación que ha sufrido un
cambio de estado (hipótesis funcional), cambio que se realizaría sobre el mismo
material y en el mismo “sitio”, o se trata de una segunda “inscripción”, de una
nueva “fijación”?.
A Freud el primer punto de vista le resultaba más
verosímil, y el segundo más grosero pero más manejable. Por lo demás, si el
pasaje al sistema Prec-Cc. implica una nueva inscripción, ¿puede haber una
coexistencia de esas dos inscripciones?
La teoría de la doble inscripción fue dejada a un lado en
el capítulo cuarto del texto freudiano, “Tópica y dinámica de la represión”: “el
paso desde el sistema Icc. a uno contiguo no acontece mediante una trascripción
nueva, sino mediante un cambio de estado, una mudanza en la investidura. El
supuesto funcional ha arrojado aquí del campo, con poco esfuerzo, al supuesto
tópico.” Para Freud, una misma representación no puede estar
“inscripta” simultáneamente en el Icc y en el Prec, su pasaje hacia un lugar
cancela su presencia en el otro. ¿Se trata entonces de una única representación
que podría ser o no iluminada por la conciencia?
Laplanche expuso sus
reparos a que la hipótesis funcional hubiera desalojado sin esfuerzo a la
hipótesis tópica: “…diríamos más bien que
si el pasaje de un término del inconsciente a la conciencia, o inversamente, se
transforma en un pasaje funcional, es al precio de una distinción tópica
todavía más nítidamente marcada y sostenida por una distinción económica”,
pasando entonces a examinar con detenimiento los conceptos freudianos de
“energía de catexia inconsciente”, “energía de catexia preconsciente”:
·
Cada una de esas
energías es específica de su sistema y ejerce
una fuerza de cohesión que hace que cada elemento aislado se mantenga dentro
del conjunto.
·
No hay
transformación de la energía inconsciente en energía consciente.
·
El pasaje de un
elemento de un sistema a otro se produce por un retiro de la carga de parte del
primero y una contracarga por parte del segundo.
Y agregaba: “la
cuestión esencial es saber en qué sentido obra el inconsciente: fuerza de
cohesión, atractiva, repetitiva, que se opone a la toma de conciencia, o, por
el contrario, fuerza que tendería constantemente a hacer surgir sus “retoños”
en la conciencia y sólo sería contenida gracias a la vigilancia de la censura”.
Para Laplanche la dificultad radica en “la oscuridad mayor de la hipótesis económica
freudiana”, que identifica la energía de catexia sistemática que es la que debe
dar cuenta de la pertenencia de una representación a tal o cual sistema, con la
energía libidinal, la energía de las pulsiones sexuales, que es la que indica
la posición tópica de la libido que a ella se fija, siendo que para Freud la
libido no puede ser específica de uno de los sistemas y que “la pulsión, en su punto de partida, no es ni
consciente ni inconsciente, sino orgánica” y si puede localizársela en un
sistema, “será precisamente al ligarse a
una representación, a un `representante
representativo` ”.
Anticipando una disculpa al lector, en este punto resulta
necesario citar largamente a Laplanche, quien luego de remarcar que el objetivo
de Freud es ante todo fundar la independencia y la cohesión de los dos
sistemas, concluye el segundo apartado de esta manera:
“La explicación
más satisfactoria que puede encontrarse en Freud es la hipótesis económica.
Pero la única interpretación coherente que nosotros podríamos presentar debería
distinguir absolutamente las ´energías de catexia´ en cuestión de la energía
libidinal. Provisoriamente podemos dar un modelo gestáltico para este juego
energético. La energía de catexia de un sistema dado sería comparable a la
pregnancia de una buena forma. Pero importa señalar en qué nivel se lleva a
cabo el pasaje de un sistema a otro: no puede tratarse del pasaje global de una
misma estructura, de un modo de organización a otro, pasaje comparable al
movimiento de báscula que se realiza en la percepción de una imagen equívoca.
Lo que pasa de una Gestalt a otra es
siempre un elemento aislado, equívoco, susceptible de ser captado por la
“pregnancia” de la Gestalt
inconsciente o (pre)consciente: la represión, como señala Freud, “trabaja de
manera totalmente individual; cada retoño aislado de lo reprimido puede tener
su destino particular” (La represión).”
“Un
ejemplo cómodo sería el de esos dibujos-enigmas donde una cierta actitud
perceptiva hace aparecer súbitamente en las ramas del árbol que cobija un
picnic familiar, el sombrero de Napoleón. Pero si ese sombrero es susceptible
de aparecer, es porque puede ligarse a cualquier otra “anécdota” que no está
presente en absoluto en el resto del dibujo: la “leyenda napoleónica”.
“En ese
modelo, lo que Freud llama carga es la relación del detalle en cuestión (el
sombrero) con el sistema que le corresponde (la leyenda napoleónica). La
contracarga se encuentra en la relación de ese mismo detalle con el término que
lo evoca en el otro sistema (o sea las hojas del árbol); es la pregnancia del
sistema “consciente” (el picnic) lo que sostiene en la existencia al árbol y
sus hojas, y mantiene al sombrero en estado de latencia.”
Leyenda II
|
J.P.Sarttre, director de Les temps modernes |
Quedó señalado ya que Lacan también participó en el mencionado
Coloquio. Su trabajo se conoce como:
“Posición del inconsciente en el Congreso de Bonneval reanudada desde 1960 en
1964”, título que obedece a que en la publicación de los Escritos realizada en
1966 agregaba una introducción en la cual retomando la discusión planteada en
Bonneval, puede leerse: “El informe de
nuestros alumnos Laplanche y Leclaire promovió allí una concepción de nuestros
trabajos que, publicada en Les Temps Modernes, desde entonces es testimonio,
aunque manifiesta de uno a otro una divergencia…Las intervenciones que se
aportan a un Congreso, cuando el debate pone algo en juego, exigen a veces un comentario
para que se las sitúe.”
La divergencia que menciona Lacan, se refiere a la
diferencia entre las posiciones que Laplanche y Leclaire sostienen en sus
trabajos, sobre la cual ellos mismos no parecen haber tomado debida nota,
escisión en la manera de abordar el problema en la que habrían podido leer la
solución.
Y en el cuerpo mismo del texto indica “el aspecto de espiral detenida que se
observa en el trabajo presentado por nuestros alumnos S. Leclaire y J.
Laplanche. Es que lo han limitado a la puesta a prueba de una pieza suelta. Y
esto es el signo mismo de que en su
rigor nuestros enunciados están hechos primeramente para la función que
sólo llenan en su lugar.”
Sobre el trabajo de Laplanche y Leclaire, y particularmente
respecto del primero, Lacan habría de referirse en numerosas ocasiones. Renovando
las disculpas al lector por lo extenso de la cita, en el seminario “La
identificación”, abordó largamente el tema:“…el
pasaje del inconsciente al preconsciente…es un problema; por otra parte,-lo noto
con satisfacción al pasar no es por cierto el menor efecto que puedo esperar
del esfuerzo de rigor al que los llevo, que me impongo yo
mismo para ustedes aquí, es lo que aquellos que me escuchan, que me oyen,
llevan en sí mismos a un grado susceptible incluso de ir más lejos en la ocasión, y bien, en su tan destacable texto
publicado en Les Temps Modernes sobre el tema del Inconsciente, Laplanche y
Leclaire, -no distingo por el momento la
parte de cada uno en este trabajo, se interrogan sobre la ambigüedad que
permanece en la enunciación freudiana concerniente a lo que ocurre cuando
podemos hablar del pasaje de algo que estaba en el inconsciente y que va al
preconsciente. ¿Es decir que no se trata sino de un cambio de investidura, tal
como ellos plantean muy justamente la cuestión, o bien hay doble inscripción?
Los autores no disimulan su preferencia por la doble inscripción, así nos lo
indican en su texto”.
Para Lacan se trata de eso, de un esfuerzo de rigor; situar
las relaciones entre inconsciente y preconsciente, intentar articular el sujeto
como sujeto inconsciente: “comporta otra
constitución de la frontera…en la medida en que lo que nos interesa en el
preconsciente es el lenguaje…tal como escande, articula nuestros pensamientos”.
“…El problema de lo que sucede cuando el
inconsciente se hace oír es el problema del límite entre ese preconsciente y
ese inconsciente.¿Cómo debemos ver este límite?
“…No hay en principio objeciones al pasaje
de algo de lo inconsciente al preconsciente, lo que tiende a manifestarse, cuyo
carácter contradictorio Laplanche y Leclaire han tan bien notado.
El inconsciente como tal tiene su estatuto
como algo que por posición y estructura no podría penetrar en el nivel donde es
susceptible de una reorganización preconsciente, y por lo tanto, se nos dice,
ese inconsciente hace esfuerzo en todo momento, empuja en el sentido de hacerse
reconocer; seguramente, y con razón, es que él está en su casa, si se puede
decir, en un universo estructurado por el discurso.
Aquí, el pasaje del inconsciente hacia el
preconsciente…es…una suerte de efecto de irradiación normal de lo que gira en
la constitución del inconsciente como tal, de lo que en el inconsciente
mantiene presente el funcionamiento primero y radical de la articulación del
sujeto en tanto que sujeto hablante.
…el orden que sería el de inconsciente -
preconsciente, luego llegaría a la conciencia, no se puede aceptar sin
revisión…debemos admitir lo que es preconsciente como definido, como estando en
la circulación del mundo, en la circulación real... es algo que tenemos que
leer:… lectura del signo… una lectura en el afuera de lo que es ambiente por el
hecho de la presencia del lenguaje en lo real…
…la conciencia, en relación a lo que
constituye el preconsciente y que nos hace ese mundo estrechamente tejido por
nuestros pensamientos, es la superficie por dónde eso que constituye el corazón
del sujeto, recibe, si puedo decir, desde afuera sus propios pensamientos, su
propio discurso.
…lo que encontramos en el inconsciente es
esta repetición significativa que nos lleva de algo que se denominan los
pensamientos, Gedänken, -muy bien formados, nos dice Freud-, a una
concatenación de pensamientos que nos escapa a nosotros mismos.
…a nivel del preconsciente lo que buscamos
es…la identidad de pensamiento…reducir lo diverso a lo idéntico, identificar
pensamiento con pensamiento, proposición con proposición, en relaciones
diversamente articuladas que forman la trama precisa de lo que se llama lógica
formal, lo que plantea para aquél que considere de un modo extremadamente ideal
el edificio de la ciencia, como pudiendo o debiendo estar incluso virtualmente
ya acabada, lo que plantea el problema de saber si efectivamente toda ciencia
del saber, toda aprehensión del mundo de manera articulada y ordenada, no debe
conducir sino a una tautología.
…lo que busca el inconsciente, lo que
quiere, lo que constituye la raíz de su funcionamiento…es la identidad de
percepción…y es esto justamente lo que faltará siempre…en el punto donde está
la marca que el sujeto ha recibido de lo que
sea que esté en el origen de la Urverdrängt, faltará siempre a lo que fuera que
venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original
de un significante original que se presentó una vez en el momento en el que…algo
de la Urverdrängt en cuestión, paso a la existencia inconsciente, a la
insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte
lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de
que al ligarlas bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su
diferencia, y es por esto que no puede de ninguna manera satisfacerse por esta
búsqueda de la identidad perceptiva…
Esto nos da la tríada: consciente-
inconsciente - preconsciente, en un orden ligeramente modificado de una cierta
manera que justifica la fórmula que traté ya una vez de darles del inconsciente
diciéndoles que estaba entre percepción y conciencia, como se dice, entre cuero y carne”, entre Wahrnehmung y Bewusstsein.
Varios años después, en Radio y Televisión (1970) Lacan
volvió sobre el asunto: “Franqueado un
lustro, alguien se abalanza a hacer del punto de almohadillado, que sin duda
había él retenido,el
«anclaje» que hace el lenguaje en el inconsciente. El dicho inconsciente a su gusto,
es decir lo más descaradamente opuesto
de todo lo que había yo articulado de la metáfora y la metonimia, el dicho
inconsciente que se apoya en lo grotesco figurativo del sombrero de Napoleón a
encontrar en los dibujos de las hojas del árbol, y motivando su gusto en
predicar el representante de lo
representativo...La metáfora y la metonimia, sin requerir esta promoción de
una figuratividad diarreica,
procuraban el principio con el que engendraba yo el dinamismo del inconsciente.
…¿Es que no sería tal vez el corte
interpretativo mismo, que, para el balbuceante fuera de juego, es problema por
dar conciencia? Ella revelaría entonces la topología que la gobierna en un
cross-cap, es decir en una cinta de Moebius. Puesto que solamente es de este
corte que esta superficie, donde de cualquier punto, se tiene acceso a su
revés, sin que deba pasarse de lado (de una sola cara entonces), se ve
posteriormente provista de un recto y de un verso. La doble inscripción freudiana no pertenecería por consiguiente a
ninguna barrera saussureana, sino a la práctica misma que plantea el
problema, a saber el corte que el inconsciente al desistirse testimonia de que
no consiste sino en él, es decir, que cuanto más interpretado es el discurso,
más se confirma ser inconsciente. Hasta el punto de que sólo el psicoanálisis
-a condición de interpretarlo- descubriría que hay un revés de discurso.
Como explicita en La ciencia y la
verdad, la solución al problema de la doble inscripción no “es de tipo gestaltista, ni debe buscarse en el plato donde la cabeza
de Napoleón se inscribe en el árbol. Está
simplemente en el hecho de que la inscripción no muerde el mismo lado del
pergamino, viniendo de la plancha de
imprimir de la verdad o de la del saber. Que esas inscripciones se mezclen debía
resolverse simplemente en la topología: una superficie en que el derecho y el
revés están en estado de unirse por todas partes estaba al alcance de la mano”.
Y en la primera clase del seminario De
un discurso que no fuera del semblante
apunta:“…El discurso del amo, no es el
revés del psicoanálisis. Es donde se encuentra la torsión propia, diría, de
discurso del psicoanálisis, este discurso plantea la cuestión de un derecho y
de un revés y ustedes ya saben la importancia del acento que se ha puesto en la
teoría, desde que fue emitida por Freud, la importancia del acento puesto en la
doble inscripción.
Ahora bien, se trataba de hacerles palpar,
la posibilidad de una inscripción doble al derecho o al revés, sin que se haya
franqueado un borde. Se trata de la estructura que desde hace mucho tiempo se
conoce, de la cual no tuve más que hacer uso, llamada la banda de Moebius. En estos lugares y con estos elementos, se
designa que aquello que es, propiamente hablando discurso no podría de ninguna
manera referirse a un sujeto aunque él lo determine. Sin duda ésta es la
ambigüedad por lo cual introduje lo que pensaba que debía hacerse entender en
el interior del discurso psicoanalítico.”
Seguramente, no hay modo de seguir a
Lacan sin pasar por sus significantes, pero pasar por sus significantes “comporta esa sensación de alienación que les
incita a buscar, según la formulación de Freud, la pequeña diferencia”.
Tal vez sea ese esfuerzo de “ir más lejos” que resaltábamos en el seminario de
La identificación el que lleva a Laplanche a proponer, como lo hace en el
apartado cuatro de su trabajo, que el inconsciente es la condición del lenguaje.
Lacan remarcó que no es lo mismo decir que el
inconsciente es la condición del lenguaje que decir que el lenguaje es la condición
del inconsciente: “Lo que yo digo es que
el lenguaje es la condición del inconsciente…la persona que me traduce, por
estar formada en ese estilo, por esa forma de una especie de imposición del
discurso universitario, no puede hacer otra cosa, por más que ella crea
comentarme, que invertir mi fórmula...darle un alcance…estrictamente contrario
y a decir verdad incluso sin ninguna homología con lo que yo digo…”.
La tesis de la primacía del lenguaje, de que éste instituye
al sujeto ya había sido formulada por Lacan mucho tiempo antes, en 1958. En ese
momento proponía: “Nuestra doctrina del significante es en primer lugar
disciplina en la que se avezan aquellos a quienes formamos en los modos de
efecto del significante en el advenimiento del significado, única vía para
concebir que inscribiéndose en ella la interpretación pueda producir algo
nuevo. Pues no se funda…sino en el hecho de que el inconsciente tiene la
estructura radical del lenguaje…”
Rolando
Ugena
Mayo 2013