Traducir

sábado, 13 de diciembre de 2014

La suposición fóbica. Consideraciones acerca de la fobia. Claudia Castagnolo

Castración y objeto fálico tienen un lugar central en la economía libidinal de cada uno de los seres hablantes. Si la exigencia de una madre es proveerse de un falo imaginario, tanto el niño como la niña, se lo otorgarán. Pero con el psicoanálisis sabemos que quien lo porta es el padre. Y todo gira en torno a la cuestión del padre. Es en torno a ese padre que se instala el temor a la pérdida del falo para el niño y la reivindicación fálica en la niña. La metáfora paterna introduce entonces la regulación del goce por el falo, es decir, el significante que indica la falta que constituye al Otro.
Hablemos del deseo. Mientras que en la histeria ubicamos un deseo insatisfecho, en la neurosis obsesiva un deseo imposible, en la fobia, nos encontramos con un deseo prevenido. Tanto Freud como Lacan ubican a la fobia en un lugar aparte. Si bien Freud hace una aproximación respecto de la fobia y la histeria, mantienen una diferencia en cuanto a la formación del síntoma. La fobia sería la forma más radical de la neurosis, por lo que se opondría a la perversión. Sin embargo Lacan nos dice que la fobia es un cambia vía, yo suelo llamarlo “pasillo de distribución”, gira hacia la histeria o hacia la obsesión y permite la juntura con la perversión, habla de abrir el campo que conduce de la perversión a la fobia viendo así el intermediario que nos va a permitir situar la neurosis. Diferenciando así, entre estructura fóbica y estructura de la fobia, entre límite en las neurosis y límite entre la neurosis y la perversión.
El síntoma fóbico aparece ante la pérdida de la representación fálica, como sostén del niño ante la angustia que le sobreviene de “devoración paterna”. Éste síntoma en tanto sustituye en lo real a la instancia paterna juega un papel estructurante.  Freud dice que en la fobia, se produce la sustitución de un miedo a un peligro exterior por el miedo a otro peligro exterior.
Ahora bien, la fobia se constituye en relación a la oralidad, se trata de una regresión del sujeto. Pulsión oral y constitución del síntoma fóbico. En La escisión el yo en el proceso de defensa, Freud ubica en relación a un paciente, la construcción del síntoma fóbico correlativamente a la segregación del fetiche (1). Jugada la función escópica, fobia y fetichismo, podemos pensarlo como ambos lados de la misma estructura. Es decir, hay como un correlato entre la función escópica (exhibicionismo-vouyerismo) y la segregación del fetiche.
Un síntoma fóbico no siempre indica que estemos hablando de una fobia, en una neurosis la fobia puede no ser lo que predomine. Cuando hablamos de fobia y fetichismo es necesario que haya correlación entre el síntoma fóbico y la segregación del fetiche. El fetichismo del que hablamos en psicoanálisis, no es el término que utiliza por lo general, la psiquiatría para ubicar la perversión.       Hablamos del fetichismo como algo que hace a la división del yo en el proceso de defensa, lo cual nos hace suponer un sujeto en esa división. Hecho estructural dado por ser seres hablantes, es decir, por estar en relación al significante (2). Por un lado, la pulsión oral correspondería a un fantasma de devoración por el padre y la pulsión anal (sádicoanales) a un fantasma de sodomización por parte del padre. Ahora, el fantasma de devoración por el padre lo podemos apoyar en este mito del padre devorando a su hijo y es importante ubicar ahí la función del tiempo. Hay un tiempo, algo ocurrido en algún tiempo, que es necesario significar. A la vez, hay una relación de la castración en la madre con la del propio sujeto. Siendo que el fetiche es el sustituto del pene en la madre y Freud dice, “no cualquier pene”, uno que tuvo gran significatividad en la primera infancia, pero se perdió más tarde. Es decir, algo que debió haber sido resignado, y que precisamente, el fetiche está destinado a preservarlo de su sepultamiento. Un modo en que el sujeto logra no renunciar al pene materno, dado que si la madre está castrada, él también corre el mismo riesgo. Lo podríamos pensar así, hay una amenaza pero ésta amenaza nunca tendrá su eficacia hasta que el sujeto “sepa”, “se dé cuenta” de que la madre no puede tener pene, tal el descubrimiento traumático. Lo traumático, está en relación a lo que tiene de sorpresa, de revelación y esto será el fundamento de la amenaza y del temor adscripto. Podemos ver así, cómo comienza a suscitarse una relación entre la fobia y el temor.

El síntoma fóbico se constituye y al mismo tiempo va a constituir una cierta relación con el deseo. Su relación con el deseo la podemos ver del lado del fetichismo y no de la fobia. Ya que el fetiche lo que nos muestra es cómo un sujeto puede constituirse para otro en objeto de deseo. En este punto, Lacan define al deseo fóbico como un deseo prevenido.
Hablemos del deseo prevenido. ¿De qué se previene? Se previene de no suponer, dicho de otro modo, el sujeto no va a reconstituir la suposición. La condición de la suposición es la posibilidad, pero también es la condición de la caída de esa suposición (3). Es la condición de posibilidad de establecer una relación con esa verdad relativa a la castración en la madre; donde no se reconstituye la suposición y por ende, no se supone nada, ya nada puede sorprenderlo. Con lo cual, la fobia es una barrera de protección que en términos lógicos tiene que ver con prevenir, donde prevenir es equivalente a no suponer. Ese no suponer, puede manifestarse en melancolía, desesperanza, claramente en el escepticismo y también en el cinismo. Algunas de las diferentes formas en las que puede se nos presenta el deseo prevenido en la fobia.

Acerca de la (co) relación entre el fetiche y la fobia

El objeto fetiche es el velo del sexo castrado y es por lo tanto el objeto que testimonia la falta en el campo del Otro. Este objeto va a significar la caída de esa suposición. Freud dice que una vez constituida la fantasía lo que queda del fetichismo es una ansiedad, un temor (por ej. temor a ser tocado en los dedos de los pies), y esto lo señala como la cicatriz que queda como resultado de la escisión del yo. Habría acá una cierta correlación. Ahora bien, la característica fundamental de ese objeto es ser un objeto inanimado. Y por ser un objeto inanimado vehiculiza la muerte. Un desplazamiento de la falta de pene en la madre al fetiche. Y aquí, nuevamente aparece la suposición. Si la suposición es que todo ser vivo tiene pene, la caída de la suposición da lugar a un fetiche, a un objeto inanimado. Hay una correlación entre la fobia y el fetiche, aunque sus objetos tengan diferentes lugares en la estructura. Lacan dice que es preciso distinguir el síntoma. Dice que hay transmutaciones de un objeto fetiche en un objeto fóbico o viceversa. En un artículo, Fetichización de un objeto fóbico, se señala cómo un objeto puede cumplir la función de fetiche y al mismo tiempo la de objeto fóbico (4). Siendo que se trata del mismo objeto, nos permite pensar lo que Freud claramente ubicó en el proceso de escisión del yo cuando señala cómo el yo se organiza respecto de una división entre el juicio de creencia (pene en la madre) y el de realidad (oponerse a la creencia). Ambos juicios, aunque contradictorios, se mantiene al mismo tiempo.
Una cosa más. ¿Cuándo un objeto es fobígeno? Cuando está aislado. Cuando no hace serie, o mejor dicho, cuando falta en la serie. Causa su deseo y en el mismo momento lo confronta con la castración. La fobia surge cuando el objeto está sólo, aislado y aislable.
En este punto, entra a jugar la función de la falta, un agujero que hay en la serie de los objetos y el objeto aislado. Lugar en el que falta, y lo que falta es el pene en la madre. Entonces, se trata de significar una falta que concierne al ser, en el punto de ser el falo en lo que respecta a la madre. En el caso del varón, tendrá que significar que él no es el falo de la madre, no es su falta (5). La función significante del falo, implica una función que en el lenguaje tiene la cópula y esta función la cumple el verbo ser.  Con lo cual, no podría decirse “la verdad es…”, pero sí, aquello que se dice establece la dimensión de la verdad en tanto que puede ser mentira.
Pasaje necesario del ser al tener (6).  El pasaje por la castración va de la mano de éste pasaje y al mismo tiempo pone en juego algo del orden del deseo que tiene función de causa. Es función de la falta, que el sujeto introduce con su aparición. El horror en la fobia, entonces, podemos ubicarlo como horror ante lo que causa, con la función de la falta relativa a lo que causa. Con lo cual, la función causa de la castración en la madre es introducida por el sujeto, si éste tiene con qué responder cuando el “trono y el altar estén en peligro” (7).


Notas
1.  S. Freud, Obras completas, Amorrortu Editores, Vol.  XXIII, 1940[1938]), Argentina, 1964, p. 276, La escisión del yo en el proceso de defensa, leemos: “Creó un sustituto para el pene que echaba de menos en las hembras; es decir, un fetiche. Haciéndolo así es verdad que negaba la realidad, pero había salvado su propio pene. En tanto no se veía obligado a reconocer que las mujeres habían perdido su pene, no tenía necesidad de creer la amenaza que se le había formulado: no tenía que temer por su propio pene y así podía seguir tranquilamente con su masturbación. Esta conducta de nuestro paciente nos llama la atención porque es un rechazo de la realidad, un procedimiento que preferimos reservar para las psicosis”.
2. J. Lacan,  Escritos II, Siglo XXI Editores, Argentina, 2002, p. 668: La significacióndel falo, leemos: “Esta pasión del significante se convierte entonces en una dimensión nueva de la condición humana, en cuanto que no es únicamente el hombre quien habla, sino que en el hombre y por el hombre "ello" habla, y su naturaleza resulta tejida por efectos donde se encuentra la estructura del lenguaje del cual él se convierte en la materia, y por eso resuena en él, más allá de todo lo que pudo concebir la psicología de las ideas, la relación de la palabra”.
3. Sobre el tema de la suposición en general, cf. Otros cinco minutos, enFormalización del Seminario de Lacan, Carlos Faig, Ricardo Vergara ed., Buenos Aires, 2014, pp. 65-77, esp. p. 65, leemos: “Suposición. La cadena significante (la fórmula de representación del sujeto, el trabajo de la significación) es coextensiva y se subtiende en la relación sexual. Toda vez que S1 representa al sujeto ante S2 queda implicado un funcionamiento fálico. El sujeto, idéntico al intervalo, puro corte, está predestinado al supuesto, con el que se viste. Así, abastece la relación ante el Otro sexo. Este es el punto de interés, puesto que de otro modo el planteo sería meramente formal. La imposibilidad del significante de significarse a sí mismo, del sujeto de saberse representado y significar su representación, marcada por el encuentro con el Falo, al revés, compromete a la relación sexual. Pero en un primer movimiento, el intervalo (el punto donde se aloja la satisfacción y la cuestión del sexo) queda colmado y el sujeto alcanza su pleonasmo. La imposibilidad de la cadena, que la constituye como tal, se oculta, y la relación al Otro de la díada sexual se sostiene.”
4. S/ firma, Scilicet nº1, 1968, pp. 153-167, Fetichización de un objeto fóbico, leemos: “Este objeto pertenece a la categoría, de lo que en gramática se denomina “cosas”, cosa inanimada, cosa muerta. Es el más insignificante de los objetos. Sin embargo veremos, de qué manera intensa, va a cobrar vida, con qué peso, verdaderamente imposible de llevar, va a cargar. Será objeto de horror, de terror, de repulsión y aversión insuperable, objeto de mala suerte, objeto de muerte. Pero también objeto de amor, de atracción irresistible, objeto de todas las búsquedas, objeto aparentemente elegido del deseo. Ese objeto terrible y fascinante, este objeto de pudor, analítico por excelencia, es un botón. (…) Ver, tocar, nombrar este objeto le era odioso, repugnante. Pero paralelamente a esa repulsión invencible, sentía con la misma fuerza una atracción irresistible hacia el mismo objeto, a condición de una modificación mínima. La modificación que lo hacía pasar de un extremo a otro era: la multiplicación. (…) Se agregaba para que tales vestimentas lo atrajeran eróticamente: que lo botones fueran rigurosamente idénticos, dispuestos de la misma manera y sobre todo que no faltara ninguno. Si alguno de ellos, se diferenciaba de los otros por su ubicación, su forma, su color, o sobre todo su ausencia, lo que un momento antes había sido objeto de atracción, se convertía irremediablemente en objeto de extrema repulsión. (…) Resumiendo: el mismo objeto, el botón, si era uno, singular, era objeto de angustia: es lo que intentaba expresar en el título llamándolo fóbico; contrariamente, multiplicado, en plural, se convertía en objeto de atracción, el que denominé fetiche.”
5. J. Lacan, Escritos II, op. cit., p. 673, leemos:  “Esa prueba del deseo del Otro, la clínica nos muestra que no es decisivo en cuanto que el sujeto se entera en ella de si éI mismo tiene o no tiene un falo real, sino en cuanto que se entera de que la madre no lo tiene. Tal es el momento de la experiencia sin el cual ninguna consecuencia sintomática (fobia) o estructural (Penisneid) que se refiera al complejo de castración tiene efecto. Aquí se sella la conjunción del deseo en la medida en que el significante fálico es su marca, con la amenaza o nostalgia de la carencia de tener.”
6. J. Lacan, idibid, leemos: “Digamos que esas relaciones girarán alrededor de un ser y de un tener que, por referirse a un significante, el falo, tienen el efecto contrariado de dar por una parte realidad al sujeto en ese significante, y por otra parte irrealizar las relaciones que han de significarse. Esto por la intervención de un parecer que se sustituye al tener, para protegerlo por un lado, para enmascarar la falta en el otro, y que tiene el efecto de proyectar enteramente en la comedia las manifestaciones ideales o típicas del comportamiento de cada uno de los sexos, hasta el límite del acto de la copulación. Estos ideales reciben su vigencia de la demanda que tienen el poder de satisfacer, y que es siempre demanda de amor, con su complemento de la reducción del deseo a demanda. Por muy paradójica que pueda parecer esta formulación, decimos que es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de la femineidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada. Es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. Pero el significante de su deseo propio lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien se dirige su demanda de amor. Sin duda no hay que olvidar que por esta función significante, el órgano que queda revestido de ella toma valor de fetiche. Pero el resultado para la mujer sigue siendo que convergen sobre el mismo objeto una experiencia de amor que como tal (cf. más arriba) la priva idealmente de lo que da, y un deseo que encuentra en él su significante. Por eso puede observarse que la ausencia de la satisfacción propia de la necesidad sexual, dicho de otra manera la frigidez, es en ella relativamente bien tolerada, mientras que la Verdrängung, inherente al deseo es menor que en el hombre. En el hombre, por el contrario, la dialéctica de la demanda y del deseo engendra los efectos a propósito de los cuales hay que admirar una vez más con qué seguridad Freud los situó en las junturas mismas a las que pertenecen bajo la rúbrica de un relajamiento (Erniedrigung) específica de la vida amorosa. Si el hombre encuentra en efecto como satisfacer su demanda de amor en la relación con la mujer en la medida en que el significante del falo la constituye ciertamente como dando en el amor lo que no tiene, inversamente su propio deseo del falo hará surgir su significante en su divergencia remanente hacia "otra mujer" que puede significar ese falo a títulos diversos, ya sea como virgen, ya sea como prostituta. Resulta de ello una tendencia centrífuga de la pulsión genital en la vida amorosa, que hace que en él la impotencia sea soportada mucho peor, al mismo tiempo que la Verdrängung inherente al deseo es más importante.”
7. André Green, Jean Nassif y Jean Reboul, Objeto, castración y fantasía, Siglo XXI Editores, Argentina, 1976, p. 9, leemos: ““El niño sólo accede a su status de sujeto ubicándose allí donde falta, a la madre de la que depende. Este sustituto es el lugar y el vínculo de un intercambio entre la madre y el padre” Este punto de partida es el que afirma Green, para iniciar el resumen del objeto (a) en la teoría de Jacques Lacan”.