“…no hay empirismo posible sin una
elaborada conceptualización: la obra
de Freud lo
demuestra. Sólo puede
avanzarse por el ámbito empírico en
la medida en que a cada instante la
conceptualización sea retomada
y
enriquecida….”
J. Lacan (1)
“La purificación de los principios
es en toda
ciencia lo que
más tardíamente se consuma”
J. Lacan[2]
El
propósito de este pequeño escrito, es realizar una recorrida por algunos textos
de la obra freudiana que ponen de manifiesto tanto su posición frente a la
ciencia de su época como su modo de trabajo. Un sesgo ya presente por ejemplo,
en “La interpretación de los sueños” donde
muestra la contundente novedad de su exploración, elevando al sueño a la
condición de un acto psíquico con un
sentido, un propósito y un lugar dentro de la vida anímica del individuo,
mientras era considerado por la ciencia oficial como un fenómeno somático carente
de significado.
Freud |
Años más tarde
en su Introducción del narcisismo ese
rumbo, que anunciaba el trazado de su investigación es reafirmado en estos términos:
“… no es lícito sustraerse de un intento
de clarificación… representaciones como… libido yoica, energía pulsional yoica y
otras… no son aprehensibles con facilidad, ni su contenido es suficientemente
rico; una teoría especulativa de las relaciones entre ellas pretendería obtener
primero, en calidad de fundamento, un concepto circunscrito con nitidez… a mi
juicio esa es… la diferencia entre una teoría especulativa y una ciencia
construida sobre la interpretación de la empiria. Esta…no envidiará a la especulación
el privilegio de una fundamentación… incontrastable desde el punto de vista
lógico… se contentará con unos pensamientos básicos que se pierden en lo
nebuloso y apenas se dejan concebir; espera aprehenderlos con mayor claridad en
el curso de su desarrollo en cuanto ciencia y, llegado el caso, está dispuesta
a cambiarlos por otros…tales ideas no son el fundamento de la ciencia, sobre el
cual descansaría todo… No son el
cimiento sino el remate del edificio íntegro, y pueden sustituirse y desecharse
sin perjuicio…”[4]
Pero el lugar
donde tal vez se muestra más patentemente el nudo del planteo freudiano es en
el texto que da inicio a su metapsicología, “Pulsiones y sus destinos”[5]. Comienza con una manifestación muy potente
acerca de cómo se van construyendo los conceptos
fundamentales (Grundbegriff)[6]: “Muchas veces hemos oído sostener el reclamo
de que una ciencia debe construirse sobre conceptos básicos claros y definidos
con precisión. En realidad, ninguna, ni aun la más exacta, empieza con tales
definiciones. El comienzo correcto de la actividad científica consiste más bien
en describir fenómenos que luego son agrupados, ordenados e insertados en
conexiones.”
Descartes |
Las
restricciones con las que Freud considera los pasos de la investigación,
situándola incluso en el borde de lo
provisorio son claras; conjuntamente, el hecho de que esas ideas abstractas hayan sido recogidas de alguna otra parte, y no solamente de
la experiencia en marcha ponen de manifiesto cómo para construir un campo
teórico que sostenga una praxis y pueda dar cuenta de ella, no es posible
evitar tomar algo de otro lugar.
Dichas ideas
abstractas, “al principio deben comportar
cierto grado de indeterminación; no puede pensarse en ceñir con claridad su
contenido. Mientras se encuentran en ese estado, tenemos que ponernos de
acuerdo acerca de su significado por la remisión repetida al material empírico
del que parecen extraídas, pero que, en realidad, les es sometido. En rigor,
poseen entonces el carácter de convenciones…”.[A]
De
entrada entonces, indeterminación;
ningún concepto definido al modo claro y distinto, terminado de una vez y para
siempre. Por el contrario, “convenciones” no elegidas al azar
para describir el psiquismo (por ejemplo los “tipos de energía” etc.),
construcción de los conceptos, trabajo teórico que permite descubrir las “relaciones que se cree colegir aun antes de
que se las pueda conocer y demostrar. Sólo después de haber explorado más a
fondo el campo de fenómenos en cuestión, es posible aprehender con mayor
exactitud también sus conceptos científicos básicos y afinarlos para que se
vuelvan utilizables en un vasto ámbito, y para que, además, queden por completo
exentos de contradicción. Entonces quizás haya llegado la hora de acuñarlos en
definiciones. Pero el progreso del conocimiento no tolera rigidez alguna,
tampoco en las definiciones. Como lo enseña palmariamente el ejemplo de la
física, también los «conceptos básicos» fijados en definiciones experimentan un
constante cambio de contenido.
Un concepto básico convencional de esa
índole, por ahora bastante oscuro, pero del cual en psicología no podemos
prescindir, es el de pulsión. Intentemos llenarlo de contenido desde diversos
lados.”[7]”.
Lacan |
Por otra
parte, la ironía de Lacan no hace
más que realzar al Freud que en “Inhibición,
síntoma y angustia” escribía: “no
soy… partidario de fabricar cosmovisiones. Dejémoslas para los filósofos,
quienes…hallan irrealizable el viaje de la vida sin un Baedeker que dé razón de
todo… esas «guías de vida» envejecen con rapidez… son intentos de sustituir el
viejo catecismo… sabemos cuán poca luz ha podido arrojar hasta ahora la ciencia
sobre los enigmas de este mundo; pero todo el barullo de los filósofos no
modificará un ápice ese estado de cosas… Cuando el caminante canta en la
oscuridad, desmiente su estado de angustia, mas no por ello ve más claro”. [8]
Probablemente,
el recorrido anunciado al inicio del trabajo podría finalizar aquí. Sin
embargo, y a riesgo de reiterar algunos asuntos considero importante transitar
otros momentos de la producción freudiana, que trasmiten la firmeza de su
posición.[B] En 1917, poco
tiempo después del artículo sobre las pulsiones, en la tercera de sus “Conferencias de introducción al
psicoanálisis” escribía: “… Sería un
error creer que una ciencia consta íntegramente de doctrinas probadas con
rigor, y sería injusto exigirlo. Una exigencia así sólo puede plantearla
alguien ansioso de autoridad, alguien que necesite sustituir su catecismo religioso por otro, aunque
sea científico. La ciencia tiene en su catecismo
sólo muy pocos artículos apodícticos; el resto son aseveraciones que ella ha
llevado hasta cierto grado de probabilidad. Es justamente signo de que se tiene
un modo de pensar científico el darse por contento con esas aproximaciones a la
certeza, y poder continuar el trabajo constructivo a pesar de la ausencia de
confirmaciones últimas.” [C]
El “encuentro”
con la pulsión de muerte y el “Más allá
del principio del placer”, lo enfrenta a problemas “innumerables, a los que todavía no es posible responder. Pero debemos
ser pacientes y esperar que la investigación cuente con otros medios y tenga
otras ocasiones. También hay que estar preparados para abandonar un camino que
se siguió por un tiempo, si no parece llevar a nada bueno. Sólo los creyentes
que piden a la ciencia un sustituto del catecismo
abandonado echarán en cara al investigador que remodele o aun rehaga sus puntos
de vista…”.[9]
Como en tantos
otros lugares de su obra es en la creación artística donde obtiene, a renglón
seguido, consuelo “por la lentitud con
que progresa nuestro conocimiento científico:
«Lo que no puede tomarse volando
hay que alcanzarlo cojeando.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La
Escritura dice:
cojear no es pecado» .
Ningún prurito
para abandonar un camino que no se muestre fructífero, ningún afán por hacer
lugar a ese único enemigo serio, la religión; y también un modo, tal vez, de
“exorcisar” por la vía poética el horror
a lo nuevo, que como lo señala en “Las
resistencias contra el psicoanálisis” debería estar ausente en la labor
científica, ya que ésta por su carácter siempre “incompleto e insuficiente… está condenada a confiar… en nuevos
descubrimientos y concepciones. A fin de no sufrir fáciles desengaños, hará
bien en abroquelarse en el escepticismo y no aceptar nada nuevo que no haya
resistido un riguroso examen. No obstante, en ocasiones este escepticismo… se
pone rígido frente a lo nuevo que llega…tiene por sacrosanto a lo ya consabido y creído, contentándose con desestimar
aquello, aun antes de someterlo a indagación. Pero así se revela como la
continuación de aquella reacción primitiva frente a lo nuevo, como el pretexto
para conservarla… en la historia de la investigación científica las
innovaciones tropezaron a menudo con una intensa y obstinada resistencia que
luego se demostró injusta, porque la novedad era valiosa y sustantiva….”
En 1926, a
partir del debate generado por la acusación contra T. Reik por practicar el
psicoanálisis sin tener título de médico, Freud escribe un extraordinario
trabajo “Pueden los legos ejercer el
psicoanálisis? Diálogo con un juez imparcial”, en el cual en la
conversación con un interlocutor supuesto escribe lo siguiente: “Se la presentaré (la teoría) dogmáticamente, como si fuera un edificio
doctrinal acabado. Pero no crea que nació así de golpe, como si fuera un
sistema filosófico. La hemos desarrollado muy poco a poco, luchando largo
tiempo para conseguir cada pieza, y la
modificamos de continuo en estrecho contacto con la observación, hasta que
por último cobró una forma en que parece servirnos para nuestros fines… Desde
luego, no puedo garantizarle que su actual forma de expresión será la
definitiva…. la ciencia no es ninguna revelación;
carece… de los caracteres de precisión, inmutabilidad e infalibilidad, tan
ansiados por el pensamiento humano. Pero, así como es, es todo lo que podemos
tener…nuestra ciencia es muy joven, apenas de la edad del siglo, y se ocupa del
asunto quizá más difícil que pueda
plantearse a la investigación humana…”[10]
Ocuparse del
asunto más difícil para la investigación humana: ¿desenfreno narcísico?
¿sobrevaloración desmesurada? Nada de eso, ni más ni menos que el intento de enfrentarse
a la dificultad de que, como lo señalaba Pablo Grimoldi en la presentación de
la publicación del trabajo de cátedra “al sujeto del psiquismo lo estudiamos con
psiquismo, y eso tiene
consecuencias reales en las prácticas que escuchan el malestar en la cultura”.[11]
Son
numerosas las ocasiones en que Freud se preguntó ¿para qué trabajamos, qué
queremos alcanzar? Su respuesta, siempre impregnada de una aspiración
científica, ha tenido sin embargo el aderezo de soportar la ambigüedad, sin caer en la falta de rigor y sin dejar
de tener en cuenta que no es más que “una ilusión esperar algo de la intuición y del abismarse en uno mismo; apenas pueden
darnos algo más que noticias - de difícil interpretación- sobre nuestra propia
vida anímica…”[12]
Así
lo formulaba en “El porvenir de una
ilusión”, donde agregaba “que nuestra organización… nuestro aparato
anímico se ha desarrollado… en el empeño por escudriñar el mundo exterior,
y… tiene que haber realizado en su estructura alguna adecuación al fin;… él mismo
es un componente de ese mundo que debemos explorar, y… consiente tal exploración… la
tarea de la ciencia queda bien circunscrita si la limitamos a mostrar cómo el
mundo tiene que aparecérsenos a consecuencia de la especificidad de nuestra
organización… los resultados finales de la ciencia, justamente a causa del modo
de su adquisición, no están condicionados sólo por nuestra organización, sino por aquello que ha producido efectos sobre
esta; y, por último, que el problema de la constitución que el mundo
tendría prescindiendo de nuestro aparato anímico percipiente es una abstracción
vacía, carente de interés práctico. No; nuestra ciencia no es una ilusión. Sí
lo sería creer que podríamos obtener de otra parte lo que ella no puede darnos”.[D]
Para
concluir, digamos que frente a la apelación a la pureza de un supralenguaje que
desea constituir un discurso que no haga lugar a equívocos, la aproximación
freudiana lleva a introducir otras categorías. Lacan comentaba que “la revolución freudiana toma su sentido,
como toda revolución, de sus coyunturas, es decir de la psicología que reina a
la sazón”[13] Esa revolución, la postulación de lo
inconsciente, producida por Freud a partir de los fundamentos científicos de su
tiempo, con los cuales se formó y a los que no dejó de ser fiel, implica advertir
que en psicoanálisis, las ideas claras y
distintas no marchan.
Febrero del 2015
[1] J. Lacan, El Yo en la
Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica, seminario del 26 de enero de 1955, Paidós, página
145
[2] J. Lacan, Más allá del
principio de realidad. Escritos
[3] S. Freud, Fragmento de
análisis de un caso de histeria, Amorrortu, Volumen 7
[4] S. Freud, Introducción del
narcisismo, Amorrortu, Volumen 14
[5] S. Freud, Pulsiones y destinos de pulsión,
Amorrortu, Volumen 14
[6] El término Grundbegriff , concepto fundamental,
categoría proviene del lenguaje tradicional de la filosofía.
[7] La edición del seminario realizada por Paidós,
transcribe la versión francesa del texto de Freud, con la cual trabajó Lacan y
es la siguiente: “Es conveniente -suele
oírse decir-que una ciencia se apoye en conceptos fundamentales claros y bien
definidos. En realidad, ninguna comienza por semejantes definiciones, aunque se
cuente entre las más exactas. En su verdadero comienzo, la actividad científica
consiste más bien en describir fenómenos que más tarde agrupará, clasificará y
ordenará en determinados conjuntos. Pero ya entonces, cuando sólo se trata de
describir, es inevitable aplicar al material ciertas ideas abstractas tomadas
de alguna parte, y ciertamente no extraídas sólo de la nueva experiencia. Tales
ideas, conceptos fundamentales de la ciencia, resultan ser todavía más
indispensables cuando se sigue trabajando la misma materia. Al principio
contienen necesariamente cierto grado de incertidumbre, y no es el caso de
delimitar su contenido con nitidez. En tanto se encuentran en ese estado, es
posible entenderse sobre su significación apelando repetidamente al material
experimental del que parecen extraídas siendo que en realidad dicho material
está sometido a ellas Poseen, pues, hablando con propiedad, el carácter de
convenciones; todo depende de que su elección no haya sido arbitraria, sino de
que se las haya designado en virtud de sus importantes relaciones con materias
empíricas cuya existencia puede postularse incluso antes de haberla reconocido
y probado Sólo un estudio más profundo del conjunto de los fenómenos
considerados permitirá desentrañar mejor sus conceptos científicos
fundamentales, y modificarlos progresivamente a fin de volverlos utilizables en
amplia escala, liberándolos así de toda contradicción. Habrá llegado entonces
el momento de encerrarlas en definiciones. El progreso del conocimiento no
admite tampoco en éstas ninguna rigidez. Como lo demuestra, brillantemente, el
ejemplo de la física, el contenido de los conceptos fundamentales fijados en
definiciones se modifica así continuamente. De un semejante concepto
fundamental y convencional, por ahora bastante oscuro pero del que no podemos
prescindir en psicología, el de instinto, o, dicho de otro modo, pulsión, vamos
a hablar ahora.”
[8] S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia,
Amorrortu, Volumen 20
[9] S. Freud, Más allá del
principio del placer, Amorrortu, Volumen 18
[10] S. Freud, ¿Pueden los legos ejercer el
psicoanálisis? Discusión con un juez imparcial, Amorrortu, Volumen 20
[11] Pablo Grimoldi,
Comentario de textos I, Publicación de la cátedra, 2013
[12] S. Freud, El porvenir de una ilusión,
Amorrortu, Volumen 21
[13] J. Lacan, Más allá del
principio de realidad, Escritos
[A] Tras la lectura del
trabajo, Pablo Grimoldi realizó el siguiente comentario, totalmente pertinente:
“El material empírico o lo que Freud en el
siguiente párrafo llamará “fenómenos en cuestión” no comandan el proceso
cognitivo, éste es sometido a la idea abstracta y al significado –en este
párrafo a Freud se lo escucha muy poco empirista- Digamos, tal vez
apresurándonos un poco, que el material empírico no es de ninguna pureza y
autonomía, sino que nos aparece ya afectado de sometimiento.”
[B] En este punto, Grimoldi
escribe lo siguiente: “(¿Epistemológica, gnoseológica, epistemológico psicoanalítica?).”
Su comentario resonó en un punto interesante para mí, ya que en el momento de poner un título
al trabajo pensé en Epistemología freudiana, y finalmente lo dejé de lado ya que me parecía un
tanto "presuntuoso", que no estaba suficientemente desarrollado ese asunto. Pero su
interrogación me hace volver sobre la cuestión de la firmeza de la posición de Freud. En todo
caso y provisoriamente quizá podría agregar como subtítulo “Un esbozo de epistemología
freudiana”.
[C] Aquí Pablo señala: “Es importante el lugar y las características
de la certeza. A mi entender hay una primer diferenciación posible a tener en
cuenta: Certeza, Creencia y Supuesto. Hay quienes ubican a la Certeza en el
registro real, de J. Lacan, a la Creencia en el registro imaginario y al
Supuesto en el registro simbòlico).
[D] Grimoldi anota: “Claro. No se postula una organización natural
y autónoma”.