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viernes, 10 de abril de 2015

Freud, aproximaciones a la certeza. Rolando Ugena



                                                        “…no hay empirismo posible sin una 

                                                                 elaborada conceptualización: la obra

                                                          de Freud lo demuestra. Sólo puede

                                                                    avanzarse por el ámbito empírico en

                                                   la medida en que a cada instante la

                                                         conceptualización sea retomada

y enriquecida….”

J. Lacan (1)

                                            

                                        “La purificación de los principios

es en toda ciencia lo que

 más tardíamente se consuma”

J. Lacan[2]


          El propósito de este pequeño escrito, es realizar una recorrida por algunos textos de la obra freudiana que ponen de manifiesto tanto su posición frente a la ciencia de su época como su modo de trabajo. Un sesgo ya presente por ejemplo, en “La interpretación de los sueños” donde muestra la contundente novedad de su exploración, elevando al sueño a la condición de un acto psíquico con un sentido, un propósito y un lugar dentro de la vida anímica del individuo, mientras era considerado por la ciencia oficial como un fenómeno somático carente de significado.

Freud
El derrotero freudiano se vislumbra también muy notoriamente poco después, en el epílogo del caso Dora: “con esta publicación tan incompleta quise lograr dos cosas. En primer lugar, mostrar, como complemento a mi libro sobre la interpretación de los sueños, el modo en que este arte…puede aplicarse al descubrimiento de lo… reprimido… En segundo lugar, quise despertar interés por una serie de cosas que la ciencia sigue ignorando totalmente; es que sólo la aplicación de este procedimiento específico permite descubrirlas…[3]

Años más tarde en su Introducción del narcisismo ese rumbo, que anunciaba el trazado de su investigación es reafirmado en estos términos: “… no es lícito sustraerse de un intento de clarificación… representaciones como… libido yoica, energía pulsional yoica y otras… no son aprehensibles con facilidad, ni su contenido es suficientemente rico; una teoría especulativa de las relaciones entre ellas pretendería obtener primero, en calidad de fundamento, un concepto circunscrito con nitidez… a mi juicio esa es… la diferencia entre una teoría especulativa y una ciencia construida sobre la interpretación de la empiria. Esta…no envidiará a la especulación el privilegio de una fundamentación… incontrastable desde el punto de vista lógico… se contentará con unos pensamientos básicos que se pierden en lo nebuloso y apenas se dejan concebir; espera aprehenderlos con mayor claridad en el curso de su desarrollo en cuanto ciencia y, llegado el caso, está dispuesta a cambiarlos por otros…tales ideas no son el fundamento de la ciencia, sobre el cual descansaría todo… No son el cimiento sino el remate del edificio íntegro, y pueden sustituirse y desecharse sin perjuicio…”[4]

Pero el lugar donde tal vez se muestra más patentemente el nudo del planteo freudiano es en el texto que da inicio a su metapsicología, “Pulsiones y sus destinos[5].  Comienza con una manifestación muy potente acerca de cómo se van construyendo los conceptos fundamentales (Grundbegriff)[6]: “Muchas veces hemos oído sostener el reclamo de que una ciencia debe construirse sobre conceptos básicos claros y definidos con precisión. En realidad, ninguna, ni aun la más exacta, empieza con tales definiciones. El comienzo correcto de la actividad científica consiste más bien en describir fenómenos que luego son agrupados, ordenados e insertados en conexiones.”

Descartes
El reclamo, la pretensión de que una ciencia comienza a construirse sobre conceptos claros y definidos (Grundbegriff), exigencia sin duda sostenida en el racionalismo cartesiano, no resultaba aceptable para Freud. No se parte de una definición, de ideas claras y distintas, sino de una descripción y un agrupamiento de fenómenos ordenados según cierto criterio. Además “ya para la descripción misma es inevitable aplicar al material ciertas ideas abstractas que se recogieron de alguna otra parte, no de la sola experiencia nueva. Y más insoslayables todavía son esas ideas - los posteriores conceptos básicos de la ciencia - en el ulterior tratamiento del material”.

Las restricciones con las que Freud considera los pasos de la investigación, situándola incluso en el borde de lo provisorio son claras; conjuntamente, el hecho de que esas ideas abstractas hayan sido recogidas de alguna otra parte, y no solamente de la experiencia en marcha ponen de manifiesto cómo para construir un campo teórico que sostenga una praxis y pueda dar cuenta de ella, no es posible evitar tomar algo de otro lugar.

Dichas ideas abstractas, “al principio deben comportar cierto grado de indeterminación; no puede pensarse en ceñir con claridad su contenido. Mientras se encuentran en ese estado, tenemos que ponernos de acuerdo acerca de su significado  por la remisión repetida al material empírico del que parecen extraídas, pero que, en realidad, les es sometido. En rigor, poseen entonces el carácter de convenciones…”.[A]   
 De entrada entonces, indeterminación; ningún concepto definido al modo claro y distinto, terminado de una vez y para siempre. Por el contrario, “convenciones” no elegidas al azar para describir el psiquismo (por ejemplo los “tipos de energía” etc.), construcción de los conceptos, trabajo teórico que permite descubrir las “relaciones que se cree colegir aun antes de que se las pueda conocer y demostrar. Sólo después de haber explorado más a fondo el campo de fenómenos en cuestión, es posible aprehender con mayor exactitud también sus conceptos científicos básicos y afinarlos para que se vuelvan utilizables en un vasto ámbito, y para que, además, queden por completo exentos de contradicción. Entonces quizás haya llegado la hora de acuñarlos en definiciones. Pero el progreso del conocimiento no tolera rigidez alguna, tampoco en las definiciones. Como lo enseña palmariamente el ejemplo de la física, también los «conceptos básicos» fijados en definiciones experimentan un constante cambio de contenido.

Un concepto básico convencional de esa índole, por ahora bastante oscuro, pero del cual en psicología no podemos prescindir, es el de pulsión. Intentemos llenarlo de contenido desde diversos lados.”[7].

Lacan
En su seminario “El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica”, Lacan señala sobre ese texto freudiano: “Dicen que Freud no es filósofo. De acuerdo, pero no conozco texto sobre la elaboración científica que sea más profundamente filosófico… escrito en 1915… después de Galileo… pero antes de Einstein. En consecuencia, perpetua reestructuración de los conceptos, capaz de hacer estallar lo que se ha dado en llamar marcos racionales... el contenido de los conceptos fundamentales fijados en definiciones se modifica así continuamente….”

Por otra parte, la ironía de Lacan no hace más que realzar al Freud que en “Inhibición, síntoma y angustia” escribía: “no soy… partidario de fabricar cosmovisiones. Dejémoslas para los filósofos, quienes…hallan irrealizable el viaje de la vida sin un Baedeker que dé razón de todo… esas «guías de vida» envejecen con rapidez… son intentos de sustituir el viejo catecismo… sabemos cuán poca luz ha podido arrojar hasta ahora la ciencia sobre los enigmas de este mundo; pero todo el barullo de los filósofos no modificará un ápice ese estado de cosas… Cuando el caminante canta en la oscuridad, desmiente su estado de angustia, mas no por ello ve más claro”. [8]

Probablemente, el recorrido anunciado al inicio del trabajo podría finalizar aquí. Sin embargo, y a riesgo de reiterar algunos asuntos considero importante transitar otros momentos de la producción freudiana, que trasmiten la firmeza de su posición.[B]         En 1917, poco tiempo después del artículo sobre las pulsiones, en la tercera de sus “Conferencias de introducción al psicoanálisis” escribía: “… Sería un error creer que una ciencia consta íntegramente de doctrinas probadas con rigor, y sería injusto exigirlo. Una exigencia así sólo puede plantearla alguien ansioso de autoridad, alguien que necesite sustituir su catecismo religioso por otro, aunque sea científico. La ciencia tiene en su catecismo sólo muy pocos artículos apodícticos; el resto son aseveraciones que ella ha llevado hasta cierto grado de probabilidad. Es justamente signo de que se tiene un modo de pensar científico el darse por contento con esas aproximaciones a la certeza, y poder continuar el trabajo constructivo a pesar de la ausencia de confirmaciones últimas.” [C]

El “encuentro” con la pulsión de muerte y el “Más allá del principio del placer”, lo enfrenta a problemas “innumerables, a los que todavía no es posible responder. Pero debemos ser pacientes y esperar que la investigación cuente con otros medios y tenga otras ocasiones. También hay que estar preparados para abandonar un camino que se siguió por un tiempo, si no parece llevar a nada bueno. Sólo los creyentes que piden a la ciencia un sustituto del catecismo abandonado echarán en cara al investigador que remodele o aun rehaga sus puntos de vista…”.[9]

Como en tantos otros lugares de su obra es en la creación artística donde obtiene, a renglón seguido, consuelo “por la lentitud con que progresa nuestro conocimiento científico:

«Lo que no puede tomarse volando

hay que alcanzarlo cojeando.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La Escritura dice: cojear no es pecado» .

Ningún prurito para abandonar un camino que no se muestre fructífero, ningún afán por hacer lugar a ese único enemigo serio, la religión; y también un modo, tal vez, de “exorcisar” por la vía poética el horror a lo nuevo, que como lo señala en “Las resistencias contra el psicoanálisis” debería estar ausente en la labor científica, ya que ésta por su carácter siempre “incompleto e insuficiente… está condenada a confiar… en nuevos descubrimientos y concepciones. A fin de no sufrir fáciles desengaños, hará bien en abroquelarse en el escepticismo y no aceptar nada nuevo que no haya resistido un riguroso examen. No obstante, en ocasiones este escepticismo… se pone rígido frente a lo nuevo que llega…tiene por sacrosanto a lo ya consabido y creído, contentándose con desestimar aquello, aun antes de someterlo a indagación. Pero así se revela como la continuación de aquella reacción primitiva frente a lo nuevo, como el pretexto para conservarla… en la historia de la investigación científica las innovaciones tropezaron a menudo con una intensa y obstinada resistencia que luego se demostró injusta, porque la novedad era valiosa y sustantiva….”          

En 1926, a partir del debate generado por la acusación contra T. Reik por practicar el psicoanálisis sin tener título de médico, Freud escribe un extraordinario trabajo “Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogo con un juez imparcial”, en el cual en la conversación con un interlocutor supuesto escribe lo siguiente: “Se la presentaré (la teoría) dogmáticamente, como si fuera un edificio doctrinal acabado. Pero no crea que nació así de golpe, como si fuera un sistema filosófico. La hemos desarrollado muy poco a poco, luchando largo tiempo para conseguir cada pieza, y la modificamos de continuo en estrecho contacto con la observación, hasta que por último cobró una forma en que parece servirnos para nuestros fines… Desde luego, no puedo garantizarle que su actual forma de expresión será la definitiva…. la ciencia no es ninguna revelación; carece… de los caracteres de precisión, inmutabilidad e infalibilidad, tan ansiados por el pensamiento humano. Pero, así como es, es todo lo que podemos tener…nuestra ciencia es muy joven, apenas de la edad del siglo, y se ocupa del asunto quizá más difícil que pueda plantearse a la investigación humana…”[10]

Ocuparse del asunto más difícil para la investigación humana: ¿desenfreno narcísico? ¿sobrevaloración desmesurada? Nada de eso, ni más ni menos que el intento de enfrentarse a la dificultad de que, como lo señalaba Pablo Grimoldi en la presentación de la publicación del trabajo de cátedra “al sujeto del psiquismo lo estudiamos con psiquismo, y eso tiene consecuencias reales en las prácticas que escuchan el malestar en la cultura”.[11]

          Son numerosas las ocasiones en que Freud se preguntó ¿para qué trabajamos, qué queremos alcanzar? Su respuesta, siempre impregnada de una aspiración científica, ha tenido sin embargo el aderezo de soportar la ambigüedad, sin caer en la falta de rigor y sin dejar de tener en cuenta que no es más que “una ilusión esperar algo de la intuición y del abismarse en uno mismo; apenas pueden darnos algo más que noticias - de difícil interpretación- sobre nuestra propia vida anímica…”[12]

          Así lo formulaba en “El porvenir de una ilusión”, donde agregaba “que nuestra organización… nuestro aparato anímico se ha desarrollado… en el empeño por escudriñar el mundo exterior, y… tiene que haber realizado en su estructura alguna adecuación al fin;… él mismo es un componente de ese mundo que debemos explorar, y… consiente tal exploración… la tarea de la ciencia queda bien circunscrita si la limitamos a mostrar cómo el mundo tiene que aparecérsenos a consecuencia de la especificidad de nuestra organización… los resultados finales de la ciencia, justamente a causa del modo de su adquisición, no están condicionados sólo por nuestra organización, sino por aquello que ha producido efectos sobre esta; y, por último, que el problema de la constitución que el mundo tendría prescindiendo de nuestro aparato anímico percipiente es una abstracción vacía, carente de interés práctico. No; nuestra ciencia no es una ilusión. Sí lo sería creer que podríamos obtener de otra parte lo que ella no puede darnos”.[D]

          Para concluir, digamos que frente a la apelación a la pureza de un supralenguaje que desea constituir un discurso que no haga lugar a equívocos, la aproximación freudiana lleva a introducir otras categorías. Lacan comentaba que “la revolución freudiana toma su sentido, como toda revolución, de sus coyunturas, es decir de la psicología que reina a la sazón[13]  Esa revolución, la postulación de lo inconsciente, producida por Freud a partir de los fundamentos científicos de su tiempo, con los cuales se formó y a los que no dejó de ser fiel, implica advertir que en psicoanálisis, las ideas claras y distintas no marchan.

Febrero del 2015





[1] J. Lacan, El Yo  en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica, seminario del 26 de enero de 1955, Paidós, página 145

[2] J. Lacan, Más allá del principio de realidad. Escritos

[3] S. Freud, Fragmento de análisis de un caso de histeria, Amorrortu, Volumen 7

[4] S. Freud, Introducción del narcisismo, Amorrortu, Volumen 14

[5] S. Freud, Pulsiones y destinos de pulsión, Amorrortu, Volumen 14

[6] El término Grundbegriff , concepto fundamental, categoría proviene del lenguaje tradicional de la filosofía.
[7] La edición del seminario realizada por Paidós, transcribe la versión francesa del texto de Freud, con la cual trabajó Lacan y es la siguiente: “Es conveniente -suele oírse decir-que una ciencia se apoye en conceptos fundamentales claros y bien definidos. En realidad, ninguna comienza por semejantes definiciones, aunque se cuente entre las más exactas. En su verdadero comienzo, la actividad científica consiste más bien en describir fenómenos que más tarde agrupará, clasificará y ordenará en determinados conjuntos. Pero ya entonces, cuando sólo se trata de describir, es inevitable aplicar al material ciertas ideas abstractas tomadas de alguna parte, y ciertamente no extraídas sólo de la nueva experiencia. Tales ideas, conceptos fundamentales de la ciencia, resultan ser todavía más indispensables cuando se sigue trabajando la misma materia. Al principio contienen necesariamente cierto grado de incertidumbre, y no es el caso de delimitar su contenido con nitidez. En tanto se encuentran en ese estado, es posible entenderse sobre su significación apelando repetidamente al material experimental del que parecen extraídas siendo que en realidad dicho material está sometido a ellas Poseen, pues, hablando con propiedad, el carácter de convenciones; todo depende de que su elección no haya sido arbitraria, sino de que se las haya designado en virtud de sus importantes relaciones con materias empíricas cuya existencia puede postularse incluso antes de haberla reconocido y probado Sólo un estudio más profundo del conjunto de los fenómenos considerados permitirá desentrañar mejor sus conceptos científicos fundamentales, y modificarlos progresivamente a fin de volverlos utilizables en amplia escala, liberándolos así de toda contradicción. Habrá llegado entonces el momento de encerrarlas en definiciones. El progreso del conocimiento no admite tampoco en éstas ninguna rigidez. Como lo demuestra, brillantemente, el ejemplo de la física, el contenido de los conceptos fundamentales fijados en definiciones se modifica así continuamente. De un semejante concepto fundamental y convencional, por ahora bastante oscuro pero del que no podemos prescindir en psicología, el de instinto, o, dicho de otro modo, pulsión, vamos a hablar ahora.”

[8] S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia, Amorrortu, Volumen 20

[9] S. Freud, Más allá del principio del placer, Amorrortu, Volumen 18

[10] S. Freud, ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Discusión con un juez imparcial, Amorrortu, Volumen 20

[11] Pablo Grimoldi, Comentario de textos I, Publicación de la cátedra, 2013

[12] S. Freud, El porvenir de una ilusión, Amorrortu, Volumen 21

[13] J. Lacan, Más allá del principio de realidad, Escritos



[A] Tras la lectura del trabajo, Pablo Grimoldi realizó el siguiente comentario, totalmente pertinente:

El  material empírico o lo que Freud en el siguiente párrafo llamará “fenómenos en cuestión” no comandan el proceso cognitivo, éste es sometido a la idea abstracta y al significado –en este párrafo a Freud se lo escucha muy poco empirista- Digamos, tal vez apresurándonos un poco, que el material empírico no es de ninguna pureza y autonomía, sino que nos aparece ya afectado de sometimiento.”

[B] En este punto, Grimoldi escribe lo siguiente: “(¿Epistemológica, gnoseológica, epistemológico psicoanalítica?).”
Su comentario resonó en un punto interesante para mí, ya que en el momento de poner un título
al trabajo pensé en Epistemología freudiana, y finalmente lo dejé de lado ya que  me parecía un 
tanto "presuntuoso", que no estaba suficientemente desarrollado ese asunto. Pero su 
interrogación me hace volver sobre la cuestión de la firmeza de la posición de Freud. En todo
 caso y provisoriamente quizá podría agregar como subtítulo “Un esbozo de epistemología 
freudiana”.

[C] Aquí Pablo señala: “Es importante el lugar y las características de la certeza. A mi entender hay una primer diferenciación posible a tener en cuenta: Certeza, Creencia y Supuesto. Hay quienes ubican a la Certeza en el registro real, de J. Lacan, a la Creencia en el registro imaginario y al Supuesto en el registro simbòlico).


[D] Grimoldi anota: “Claro. No se postula una organización natural y autónoma”.