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jueves, 24 de diciembre de 2015

Análisis con niños: un deseo que no sea anónimo. Rolando Ugena


      Avatares. Avatares de un tratamiento. Subrayar el un es un modo de homenajear, una vez más, a quien con  su deseo, para  nada anónimo, marcó  caminos impensados hasta entonces.
      Freud, claro. Él ya  lo escribió con todas las letras: en  psicoanálisis  se trata de tomar cada nuevo caso como un caso nuevo. Partir del desconocimiento, dirá años después Lacan; incluso  hacerse un poco el tonto, añadirá. Hacerse un  poco el tonto para que lo real nos sorprenda, nos sacuda.
      Avatares de  un  tratamiento, entonces, avatares  de  la transferencia, que  son  así  también  los  del  deseo. Y  el psicoanálisis con niños, en  modo  alguno  escapa  a ello.
      Remarcamos : " un  deseo que  no sea anónimo ". Frase  compacta incluso en  demasía, por las  certidumbres que parece anticipar, pero con peso  específico. Ella brota ustedes lo  recordarán,  en  " Dos notas sobre el niño " esa carta  ya  célebre , escrita por Lacan  en tercera  persona  y  dirigida  a  Jenny  Aubry , en  Octubre  de 1969.  Hoy nos situaremos en dicha carta , tratando  de ceñir su lógica, al menos en parte, y de  articularla con algunas cuestiones expresadas en  la Conferencia en Ginebra, del 4 de  Octubre  de 1975, sobre el síntoma que  a  esa  altura  de  la  obra  de  Lacan  era ya el sinthome.
      ¿ Hará falta aclarar, que las vías  de este  recorrido son las de una interpretación, para el caso la que aquí se esboza?.
      Quizás, sea  adecuado  comenzar  señalando que "Dos notas...", puede  considerarse  como uno de esos lugares  preferenciales en la obra de Lacan , para  tratar de  situar la  cuestión  de la práctica con niños .
      Formula entonces tres  posibles posiciones  del niño  en  respuesta  al deseo del Otro: como síntoma, como objeto del fantasma de la madre y como falo.
      En la  primera  de  ella, la del  niño  como síntoma  frente a la presencia del Otro, al enigma de su deseo, el síntoma  llega  tanto  como  respuesta, intento  de dar significación, así como un llamado al Otro, en tanto se ve enfrentado a la aparición de la  angustia despertada por el deseo del Otro.
      De tal modo será, por caso, en la fobia, (¿habrá que recordar a Juanito?), dónde ella, la fobia, se organiza para darle a la angustia un significante, lo que no es darle poco, más bien es darle lo necesario para que el temor le aporte el marco que hará que los perros ladren.
      Allí  el síntoma se  manifiesta  como  representante de la  verdad de  la pareja familiar , de  lo  que  por estructura es fallido en la pareja, de la no -proporción sexual entre  un  hombre y  una  mujer. Esta posición, aunque por el entramado de las identificaciones, no muestra fácilmente su articulaciones, es sin embargo la que más abierta se encuentra a la eventual intervención analítica.
      En el segundo de los casos, como objeto del fantasma de la madre, el niño está posicionado como correlato de ese fantasma. Aquí  el  síntoma  se presenta, de  forma  predominante, en  su vertiente real , siendo el ser del niño  el  que  está totalmente involucrado en  esa identificación con el objeto del fantasma, ocupando el lugar de a. Por estar directamente en  relación con la subjetividad de la madre, transparentando la verdad del goce, la posibilidad de la intervención del analista queda entonces reducida.
La tercera de las  posiciones, como falo de la  madre enfrentará a situaciones bien  diferentes, según sea la estructura del deseo materno, neurótica,  psicótica  o  perversa , por  cuanto  en  esa  identificación hay una  recuperación fálica en el fantasma, que " aliena en  él todo  acceso  posible de la  madre  a su propia verdad dándole cuerpo, existencia e incluso la exigencia de ser protegido ", (1) como nos lo  muestran  a menudo la  debilidad mental, el fenómeno psicosomático, otorgando máxima garantía de goce, ya sea  para "dar fe de la culpa, servir de fetiche o encarnar un rechazo primordial" (2).
En "Dos notas...", también aparecen referencias de importancia acerca de la familia. Sabemos que, tanto para  Freud y Lacan esta es irreductible como  transmisora de la función de Padre y Madre. En relación a ella , Lacan  marca  críticamente  los intentos  de deshacerlas , que en ese momento aparecían  por el lado de las  " utopías comunitarias " ( recordemos, el Mayo del 68 francés, la " revolución hippie " ).
La  familia  conyugal, es  presentada cumpliendo una función de residuo, que a un  mismo  tiempo sostiene y mantiene la posibilidad de la constitución  subjetiva a  partir de " un deseo que no sea anónimo ". En este punto hagamos mención a la Conferencia en Ginebra.
En  la misma  retoma,  entre  otros, algunos asuntos relacionados  con  el  deseo , que  hoy resulta interesante remarcar. Es así  que dice : " Hay  gente que vive bajo  el efecto , que durará largo tiempo  en sus vidas... de  que uno de los  dos padres - no preciso cual de ellos - no lo deseó". Y concluye: " Este  es  verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana".(3)
Éste recorte,  por  supuesto tan  arbitrario  como  cualquiera, intenta destacar de modo importante  el peso   del   deseo en la constitución  subjetiva. Es que lo que está en juego es, la determinación del sujeto  por  el  deseo de  los padres, lo  que  sólo  será  por efecto del significante. Así, la ex-istencia de un sujeto resulta " litigada inocente o  culpable ,  antes de que venga al mundo, y el hilo tenue de su  verdad no  puede  dejar de coser ya un tejido de mentiras ". (4)
Es que tanto la función paterna como la  materna para  ser  tales no  pueden ser anónimas ;  hace falta que el deseo, podríamos decir , tenga  nombre  y apellido . La  función materna, evocando una falta, forma de  dar cuenta de la castración; la  función paterna, ejerciendo una mediación  entre  el  Ideal  del yo y  el deseo materno vectorizando con su  nombre la " encarnación de  la Ley en el deseo".
El  hecho   mismo  de  que  hablemos   de   funciones ( paterna, materna ) muestran el peso de lo familiar, al menos en lo que a las tres generaciones respecta. ¿ Por qué ? . En  de " Un Otro al otro " Lacan plantea  que la biografía de un niño está determinada por " el  modo  en el cual se  han  presentado lo que nosotros llamamos  deseos, en el padre,en la madre, - agregaremos, también en  los abuelos - , y que por consiguiente nos  incitan a  explorar  no solo en  la historia  sino  el  modo de  presencia   bajo   el   cual  cada  uno   de estos tres términos :saber, goce  y  objeto a  han sido  ofrecidos efectivamente al sujeto ".(5)
El  peso  de  lo familiar se  advierte con  toda  su fortaleza en la clínica; la  situación  de dependencia  efectiva del niño con  respecto a los padres, hace que pueda resultar nefasto el  ignorar este elemento en el dispositivo  analítico  con  lo cual no hacemos más que recordar que el concepto que  el analista tenga , tanto  de  los  fundamentos   teóricos  de  su práctica, como de la  ética que  es su cimiento  derivarán  en efectos en cuanto a la dirección  de la cura, y a sus avatares.
Los  padres son quienes consultan  por  el niño,  lo llevan a la sesión, pagan el  tratamiento, con lo  que su presencia en el análisis está lejos de ser un  hecho accidental  o  fenoménico;  es  un  elemento   de   la estructura y , por lo tanto,  imposible de  desconocer.
Frente al discurso  de los padres, ¿ qué   priorizar en la  escucha  sino  es   aquello  que   encuentra sus coordenadas en la estructura edípica y la castración ?. Si  es  ésta  nuestra  actitud,  dando lugar a que  el deseo se  diga, tendremos la posibilidad  de  encontrar  en  nuestra experiencia,  toda  la  gama de demandas de la que el neurótico es capaz.
A partir  de  la  enseñanza de Lacan, la transferencia tiene su pivote en  el Sujeto supuesto Saber. Éste, surge como  consecuencia  directa  del dispositivo  analítico, el que al  colocar al analista en posición de oyente, de interprete, genera en el analizante una ficción, que lo conduce a  imaginar que la verdad sobre el origen de su padecimiento, existe  ya como un saber que es detentado por el OTRO, a  quien  también  supone deseante.
Esto hace , que  para  que  la   operación  analítica  pueda  producirse ,  sea imprescindible que el analista caiga del lugar de idealización en el cual el sujeto tiende a situarlo posicionándose  como semblante del objeto  y  no  como sujeto.
Esa será la  paradoja  crucial, a la que  el analista se enfrentará: prescindir de usar el poder, proveniente  de lo imaginario, que le es otorgado  por el  neurótico especialmente si  no perdemos  de vista que, al  menos en este  terreno, lo  que el sujeto peticiona son  amos líderes , ideales. Por  eso  la  frecuencia  con que se  tiende  a  situar  al analista en el lugar del educador del pedagogo , del  confesor, es  decir  de aquél  que  estaría  para  conducir  hacia  soluciones  adaptativas encaminadas  a  satisfacer  sin  cuestionamientos  la demanda  de  la  escuela, la sociedad.
Esto  nos  introduce  en  la cuestión de la ética del psicoanálisis, ética que subtiende un deseo y se funda en un discurso, el del analista, que aspira a bien-decir y  a  no  ceder en el  deseo, a diferencia de ese otro discurso, el  del amo , cuya ambición es la  de que todo  funcione .
El analista, tiene una responsabilidad  por cumplir: llevar  a cabo  un  análisis  y  hacerlo  sin  aportar  sus propios fantasmas, lo que implica que en el análisis con niños , entonces  la  respuesta a la demanda de los padres , respuesta que será  en transferencia, no   va a ser  dada   desde el  lugar del Ideal sino desde el lugar  del  objeto  causa  del  deseo, con  lo que una historia deseante tendrá la  chance de  desplegarse  tanto  por parte del niño como de sus padres.
Para eso será  preciso  que allí , el  analista no se rehuse al encuentro con  el  deseo, sea cual fuere, aún el más brutal.
Sabemos que para que un síntoma  demande un Otro, una escucha  es  necesario  que  algo  haya  vacilado en el fantasma del sujeto que consulta. Desde esta pespectiva pensamos que el síntoma en el niño , estará en relación a que algo vaciló  en  el  fantasma que hizo a la unión de los padres. " Ello"  demandará  al  analista  a que restituya la fractura narcisistica  producida por dicha vacilación ; éste llamado  al  Otro  se  podrá escuchar en el enunciado mismo de su discurso.
Por último, si en el análisis se  trata , más que  de personas reales, de significantes; si lo  que está  en  juego  sobre  todo  son  las   funciones,  paterna materna, en las cuales un  sujeto  se  soporta  para constituirse como tal, esto  en nada nos autoriza  para  olvidar, que el padre y la madre de  carne y  hueso que  están  allí, consultando por  el niño , son  los padres  que  él tiene, cumplan o  no con las funciones de tales lo  hayan deseado más o menos. 


Rolando Ugena, abril de 1994 (*)
                              
 
NOTAS
(1) LACAN JACQUES "Dos notas sobre el niño", INTERVENCIONES Y TEXTOS, Pag. 56, Ed.
                   Manatial, 1988.
(2) Idem.
(3) LACAN JACQUES "Conferencia en Ginebra", INTERVENCIONES Y TEXTOS, Pag.124, Ed.
                   Manantial, 1988.
(4) LACAN JACQUES "Observaciones sobre el informe de Lagache...", ESCRITOS II, Pag. 275, Siglo XXI, 1980.
(5) LACAN JACQUES  "De un otro al Otro".


(*) Presentado en la SEGUNDA JORNADA DE  SUPERVISORES DEL COLEGIO DE PSICÓLOGOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, Distrito XIV, 16 DE ABRIL DE 1994