Conferencia en Londres[1]
¿Se
oye bien? Me sorprendió que me pidieran varias veces que viniera a Londres, no
tenía idea de cuantos seríais, no esperaba encontrar una asamblea tan numerosa.
Sé
que aún se me ignora. Podemos tomar a Erich Fromm, como un nombre dentro del
psicoanálisis, que no me menciona. Ya en 1953 en París se da la primera escisión
del Instituto Psicoanalítico, contemporánea a su formación; yo he creído mi
deber tomar partido por cierto número de personas, de ahí derivaron todo tipo
de consecuencias cuya historia no tiene ningún interés. El psicoanálisis
francés se habría beneficiado si hubiera seguido siendo, un solo psicoanálisis;
habría tenido también la ventaja de recibir mis enseñanzas. El libro de Erich
Fromm «La crisis del psicoanálisis»; él considera que hay menos gente que se
hace analizar en Norteamérica; me ha sorprendido, no me menciona. Para él sigo
siendo un desconocido.
Yo
insisto en comentar cómo siento que son las cosas. ¿Por qué se siguen mis
cursos en París? Porque aportan. Porque aportan algo que es del orden del
signo. El psicoanálisis aparece en el mundo en el momento de introducción de
una palabra como ésa (signo). Quiero decir que no es un concepto del mundo sino
algo que relativiza la noción que podemos tener de lo que es un mundo. Es una
noción totalmente, para introducir un término que suelo usar, «un pivote», es
una noción imaginaria. Uno se imagina que hay un mundo y esto es algo que hay
que revisar, quiero decir, que hay que retomar, porque esto es lo que nos
enseña la historia.
El
mundo, por ejemplo, de un Aristóteles es un mundo totalmente impensable por
nosotros, simplemente porque es un mundo esférico fundado sobre algo que se
llamaba la armonía de las esferas, un mundo que se suponía dominado, ordenado
por una sabiduría divina. Y bastó la llegada de un Galileo y de un Newton para
subvertirlo radicalmente. Es decir, esas esferas son una pura ilusión, algo
imaginario. En esa época esto trajo cierto vértigo. Entre ustedes, algunos
sabrán que en ese famoso silencio de los espacios infinitos, la palabra
«infinito», de Pascal, es lo importante.
La
cosa fue más difícil cuando vino Newton y advirtió que eso que parecía existir
sin girar, giraba porque se da el caer: cada una de las formas de ese extraño
girar caían en relación con el sol y se ponían en su lugar. A Newton se le planteaba
una pregunta: ¿cómo conocen las masas aquello a lo que responden con
movimiento, eso que a la masa le es inversamente proporcional al cuadrado de la
distancia? ¿Cómo saben que hay otra masa, y para que exista esto, la caída;?
Sí, se pensaba en este problema, que implicaba todo tipo de consecuencias. La
primera era, porqué no se había encontrado antes el truco que permitía avanzar
en esto que era difícil seguir considerando como un mundo. Porque me parece que
se está evocando otra dimensión, la de lo real.
Si
se considera que por tanto tiempo uno se había contentado con tener un mundo,
eso ya no se da. Hay un nuevo sentido, lo real, pero esa noción, esa función de
lo real, justamente eso tiene sentido para nosotros. Es difícil no tratar de
cerrar ese sentido. Es difícil no darse cuenta de que tiene mucho más sentido
que el realismo. El realismo se sitúa en lo que no está sometido al sentido.
Ah..., evidentemente, hay que dejar a lo que se llama las almas, tiempo de
reencontrarse. Pero es muy importante darse cuenta de esta conexión que es
también una antinomia, que polariza la función de lo real con la del sentido.
Hay que preguntarse cuál es la relación que hace que ese real sea extraído del
sentido.
Suelo
citar nombres. Richard Ogden, «El significado del significado». Un libro de
inspiración neo-positivista, donde resaltan cosas que no son indiferentes; pero
lo que despista más en lo que pone en cuestión en este libro, es por el
sentido, cuando él se interroga sobre el sentido del sentido, la dimensión de
la belleza. Pero el neo-positivismo no está seguro de interrogar a los
símbolos, es decir, al orden de las palabras.
Es
difícil no tomar en cuenta las palabras. Porque, desde que se las encara, desde
que se las interroga lingüísticamente, uno advierte que se puede hacer decir a
cualquier palabra cualquier sentido. Puedo mostraros que en mi lengua cualquier
palabra, no importa cuán fijada por el uso, puede servir para expresar
cualquier significado. Basta para evocar la dimensión de la homología, si aparece
la necesidad de decir algo por vía de la homología, de hacer funcionar el
lenguaje en «homoiase». ¿Y no es ésta acaso la única forma de hacerlo
funcionar? Comienza por la metáfora, pasa a la analogía, se remonta a lo que se
quiera, se termina por el trazado de lo que es fundamental e interior a no
importa qué figura, se termina en el uso de letritas.
Por
esas letritas Galileo, empezó escribir "la velocidad es igualmente
proporcional a"; en otros términos, a anotar lo que se llama una
proporción, una proporción matemática que tardó mucho en elaborar. Claro, él
fuerza la dimensión de lo real. Esto no es nuevo. Aristóteles procede de la
misma manera cuando anota los tres elementos del silogismo. Por medio de una
letra registra una función, hace los primeros pasos de una lógica (curioso que
se hayan necesitado veinte siglos para salir de ella). Un discurso permite
engendrar esta dimensión de lo real.
Todo
esto puede parecerles un poco alejado de lo que se supone que tengo para
decirles. Pero me parece necesario decirlo para decir que no es por casualidad
que el psicoanálisis apareció bastante después de la instalación de este
discurso científico. El psicoanálisis no deja de tener relación con el discurso
científico. Es de la misma naturaleza que éste.
Freud
creía que la historia del psicoanálisis culminaría con el conocimiento de las
hormonas, de las enzimas, de sustancias que en realidad no tienen nada de
sustanciales. Están compuestas por átomos y ahora se piensa que su función es
operar como mensajes, que una célula tiene un núcleo, un entretejido
cromosómico, se llega a concebir los genes.
Freud
pensaba que algún día se sabría más. Pero ¿cómo diablos sucede que el
psicoanálisis, que es una práctica, opera? ¿Cómo es que una cierta práctica
opera?. Es cierto que cuando Freud se refiere a esta etapa futura, que no
llegará porque hay límites a lo que se puede conocer, se tendrá una noción
retroactiva de cómo opera el psicoanálisis. Es osado, y me parece que todo el
tiempo se trataba de justificar, si el psicoanálisis tiene efectos, y sin duda
los tiene, hay que contentarse con esta referencia a un futuro que como futuro
tiene la propiedad de no estar ahí. Vale la pena reducir lo que se presenta en
el límite, para Freud, a un acto de fe.
Me
parece que vale la pena hacer figurar a aquel de quien se trata. Me congratulo
de que la lengua inglesa permita una designación mejor que otras lenguas. Los
analistas designan al paciente por el término «analizando »[2].
Es totalmente excepcional en la lengua inglesa que se use el gerundio. El que
va a ser analizado, el que va a ser analizado, uno se pregunta, ¿es que él hace
el análisis? Hace el análisis porque es paciente, porque sufre de algo que no
comprende. Por eso el analista está ahí para meter su granito de arena. Su
granito de arena, que se denomina (mal) la interpretación.
Yo
soy tan tonto como los demás, como todos los analistas, que son bastante
tontos. Freud tarda bastante en hacerse un camino, de lo único que se da cuenta
es de que está rodeando algo, yendo alrededor.
Basta
con leer «La interpretación de los sueños» (la Traumdeutung), la
«Psicopatología de la vida cotidiana» y sobre todo «El chiste y su relación con
el inconsciente» para ver a qué lo conduce de entrada la práctica analítica.
Basta con leer esos tres libros para darse cuenta que se trata de palabras (que
sa joue sur les mots)[3],
que «La interpretación de los sueños» es algo que juega con el equívoco, lo que
quiere decir que una palabra puede servir para decir lo que sea, no hay ni un
sueño, ni un olvido, que no sea juego de palabras. Recordemos que en francés se
trata de mot esprit[4]. Si
lo reducimos a términos económicos, el carácter fulminante, como un rayo, que
tiene la conducción de las palabras, es ante esto que hay que detenerse para
que la palabra provoque su efecto. La economía de la que se trata es una
economía de las palabras. Esto me ha llevado a hablar de una vuelta a Freud, de
centrar la cuestión en lo que él mismo ha descubierto, la existencia del
inconsciente.
El
inconsciente no tiene nada que ver con el funcionamiento del cuerpo. Eso de que
no sabemos qué pasa en nuestro estómago cuando digerimos. Freud nunca hizo esa
identificación. El reservó el término para los sueños, los lapsus, los actos
fallidos; esto se interpreta mediante una serie de palabras. Yo digo palabras
pero pueden ser frases enteras, que hacen la unidad de lo simbólico. Lo
simbólico es el uso de la lengua. Yo distingo entre lengua y lenguaje.
Me
doy cuenta de que todo esto me ocupa desde hace bastante tiempo. Es difícil dar
una idea de un trabajo, de especulaciones. Es simplemente que esto me llevó a
mí también a algunas notaciones de tipo literal, y he creído poder describirlo
mediante algo cuya referencia es esencialmente del orden de lo simbólico, y he
creído poder distinguir distintas especies de discurso.
Hablo
desde hace veinte años. ¡Es mucho! Y me repito. Yo no doy cada año el mismo
programa, eso quiere decir que yo no me repito. Y no me repito pero digo
siempre lo mismo. No es lo mismo repetir y decir la misma cosa. Decir la misma
cosa se mide como la diferencia entre hablar y parlotear (parler et bavarder).
¿Cómo se dice en inglés, «bavarder»?
Señor X: Chatter .
Pero
en francés se dice « la bave ». Bien se ve cómo la gente encuentra la forma de
designar una cosa por algo que se relaciona con una metáfora: «la bave» (la
baba)[5].
Otro
Señor X: En inglés sucede algo parecido,
se dice bladder : vaciar la vejiga[6].
Estas
son las únicas cosas que me interesan. Esto no quiere decir que lo que dije
antes no tiene ninguna relación con la cuestión, pero a partir de un cierto
número de prejuicios, de cosas que uno creía naturales.
Mientras
me preparaba para mi conferencia, - puedo decirles que preparo mis conferencias
y que querría terminar por que lo único que me interesa son vuestras preguntas,
no quiero darles veinte años de seminario-, cuando preparaba mi conferencia en
estos días he leído «Rosencrantz y Guilderstein» de Tom Stoppard[7]
(a quien conocí y que me prometió venir, quizás esté aquí entre ustedes). Es
uno de los textos más lacanianos que he visto, hasta me ha afectado, hasta me
enfermó un poco[8]. Porque me di cuenta de que en una historia,
loca como un discurso psicoanalítico, os hace entrar en otro mundo. (Ya la
había leído antes, también me he ocupado mucho de Hamlet, es necesario hacerlo
cuando uno se interesa por Freud). Rosencrantz y Guilderstein son personas que
basta poner en cuestión, en cuestión natural, para percibirse que se está en el
mundo psicoanalítico. Porque no hay oposición entre naturaleza y cultura.
Naturaleza es una idea de la cultura, basta con poner en cuestión lo que se
percibe y ver que no tiene nada que ver con lo real, son designaciones de
palabras, y eso constituye la cosa, la cosa que hace andar el mundo.
Quiero
mostrarles a qué llego {Lacan hace unas líneas en el pizarrón}. El tiempo. Yo
me atengo a mis categorías {las líneas se vuelven círculos con intersecciones}.
Lo simbólico, lo real, el campo del sentido. {Varios en el público se ríen sin
disimulo, cuando Lacan termina de dibujar, aplauden}.
¿Por
qué se dice que el campo del sentido está entre lo real y lo simbólico? Porque
es ahí donde se sitúa el análisis.
Después
de Freud se ve resurgir el falo (se oyen risas). No se trata del apetito por la
diferencia, de ese algo que los hombres suelen correr hacia la izquierda y que
las mujeres no tienen, y que siempre se usa para diferenciar si un ser parlante
está de un lado o del otro.
La
noción de falo es mucho más complicada que eso. Basta con ver cómo reacciona la
niña para ver que no se trata sólo del pene. La noción de falo, eso no arregla
nada, no es eso lo que sirve para hacer los bebés; cuando se hacen bebés, es un
traspié. A veces la mujer quiere tener bebés, se imagina así su consagración
como mujer. Pero no es tan simple. Freud ha distinguido fálico y genital. Y eso
se impone. Yo tardé en darme cuenta. Si se parte de un óvulo y un
espermatozoide, se llega a la inseminación artificial, pero no a una relación
que tiene que ver con el sexo.
¿Qué
liga al sexo con la muerte? Tiene que haber una relación pero nadie lo sabe. No
por nada Freud habló de una pulsión de muerte (eso escandalizó a los analistas
que no suelen ser muy fuertes). Pero eso no explica las relaciones sexuales.
Todo se resume en que no es posible explicar la relación sexual. Eso que Freud
llama pulsión, es una especie de... (ilegible) de lo sexual en las edades
tempranas antes de que el ser parlante haya encontrado, no su partenaire, sino
el enigma del falo. Freud habló del estadio genital como si hubiera estado
sostenido por la casualidad. Entra entonces el amor, el encuentro.
¿Por
qué se aman dos personas? No se puede decir. El discurso analítico, puede decir
alguna cosa. El amor anda mal. El cristianismo dijo que hay que amar al
prójimo, ¡la prójima no tiene suerte! ¡La primera prójima es la madre! Me paro.
Es emmerdante[9].
Freud
pone el acento sobre la unión, la fusión, ¡es desesperante! ¡El amor es
quedantista! El gozar del otro es la beatitud. No es tan simple. A cada cual su
cada cuala; pero uno tiene una colección de cada cualas; del otro lado pasa lo
mismo, no es asimétrico. Bien, si alguien quiere hacerme una pregunta. No es
necesario que sea inteligente. Pocas veces he tenido un auditorio como este,
tan numeroso, tan poco selecto.
{Un
señor del público pregunta a Lacan si conoce a Fulano}
No.
{Le
explica que se trata de un animador de la T.V. francesa, él lo encuentra
parecido a Lacan}.
{Lacan
(visiblemente molesto) dice}:
Sí,
yo sé que mis apariciones por TV han hecho que se me tomara por un payaso.
Otro
Señor X: Me he preguntado por qué se
dice madre patria. Tiene que ver con la función del padre. Pero ¿no será la
madre dentro del padre? Qué me dice ¡una buena estocada kleiniana!
{Lacan
lo mira con interés mientras el público comenta en qué idiomas patria es
masculino, y en cual es femenino}.
{Un
analista, Massud Kahn[10]
, sube al escenario junto a Lacan y comenta}: Hasta ahora existían dos
esquemas: Consciente, Preconsciente, Inconsciente, después vino Yo, Superyo,
ello; ahora usted trae otro esquema ¿dónde ubica el síntoma? ¿y dónde ubica el
narcisismo?
{Haciendo
caso omiso del público, Lacan y Massud Kahn se enfrascan en un diálogo en voz
baja. Dos jóvenes del público suben al escenario y corren el pizarrón del lugar
que ellos tapaban. El resto del público aplaude. Una chica pregunta dónde ubica
el arte, en su diagrama.}
¡Ah,
el arte! ¡No, no he hablado de él! Entonces se necesitan más círculos.
{Otra
persona le pregunta por «petit a» y su relación con Winnicott.}
Sí,
«petit a» es una función que he inventado para designar el objeto del deseo.
«Petit a» es lo que Winnicott llama objeto transicional. He tenido la suerte de
conocer a Winnicott.
Otra
persona: ¿Qué sabe usted de la desesperación, de la angustia?
No
tengo ninguna razón para tener esperanza (espoir) pero eso no me produce
angustia. Le respondo en el plano que usted me pregunta. La angustia es un
concepto ligado al encuentro con el falo. Véase Juanito.
Otra
persona: Se ha dicho que las manifestaciones de Freud en lo sociológico, lo
político, son insuficientes. ¿Qué piensa usted en relación con esto?
Me
he referido a la política en relación con le discours du maître. El que se ha
acercado más al discours du maître ha sido Hegel. Dice que el amo tiene el
placer, el esclavo quiere conservar el placer. El discurso universitario sufre
una crisis, mayor que la del psicoanálisis, independientemente de lo que piense
Erich Fromm.
Si
vuelvo a Londres, si hay personas que no me consideran un payaso, quisiera ver
otra vez a Stoppard, y volver a hablar con vosotros, preferiría que fuerais
menos, mi discurso sería entonces menos difuso.
Londres,
Febrero 1975
Este
documento fue publicado en la Revista Argentina de Psicología (pág. 137-141).
Las notas al pie han sido realizadas por Leonel Sánchez Trapani
[1] Comentario previo de Hebe Friedenthal
«El Instituto Francés de Londres
invita a Conversaciones con Jacques Lacan, el 3 de febrero de 1975» anuncia un
cartel colgado en segundo plano en una cartelera escondida en uno de los
Departamentos de la Tavistock. Los ingleses ni se enteran, el cartel casi ni se
ve, ellos no entienden francés, y además ¿quién es Lacan?. Los sudamericanos en
cambio, se alborotan, se preparan, hacen lugar en sus agendas para una
conferencia vespertina.
Yo llego media hora antes, recordando
relatos sobre sus auditorios multitudinarios en la Sorbona. El Instituto
Francés está situado en un barrio «posh», como dicen por acá (en criollo,
«pituco»), tiene un pequeño teatro donde se realizará la conferencia.
Lentamente se llena. Concurrentes ¿quiénes serán? Por su aspecto diría
estudiantes, señoras y señores que asisten a «conferencias de enriquecimiento
cultural», psicoanalistas (pocos) que oyeron hablar de Lacan, y unos diez
psicólogos y médicos argentinos estudiando o paseando en Londres. En fin, una
mezcla. En el escenario del teatro una mesa, micrófono y silla esperan a Lacan.
Este se presenta con un traje gris de
excelente corte y una camisa blanca cuyo cuello alto y duro le forman un cierre
novedoso, una terminación especial. ¿Estudiada? ¿Diseñada para él? Pelo blanco,
frondoso, anteojos, un cigarro, cejas muy espesas. Con sorpresa me entero que
tiene 74 años. Un señor lo presenta, saluda el retorno de Lacan a Londres, y,
espera, el de Londres a Lacan, después de diez años. Anuncia la próxima
aparición de los «Escritos», publicada por Tavistock Press.
[2] En inglés analysand , palabra que está en uso en esa lengua desde
1917.
[3] Que ça joue sur les mots significaría que toma partido de
confusiones que crean las homonimias; pero en vez de ça pone sa (su , se
pronuncia igual) de donde joue pasa de ser la tercera persona singular del
presente del verbo jouer a ser un sustantivo, que se escribe del mismo modo (la
joue), que significa el pómulo, el cachete; de esta manera la frase tomaría un
sentido de que los cachetes sobre las palabras o algo así. Todo lo cual sirve
como ejemplo del funcionamiento del doble sentido, homonimia, malentendido al
que se está refiriendo.
[4] 4 O sea : de una ocurrencia, una "gracia" literalmente
palabra del espíritu
[5] Literalmente la baba en sentido figurativo puede significar la
ponzoña (de los que critican, etc.)
[6] Aquí hay un error, pues charlar se puede decir tanto chatter como
blabber (con bb), que acentúa el rasgo de tontería inutilidad e indiscreción de
esa charla. Blabber se asemeja fonéticamente a bladder (vejiga). De allí la
asociación que hicieron algunos oyentes la bave - bavarder bladder- blabber
aunque etimológicamente blabber (charlatonear) y bladder (vejiga) tienen
orígenes disímiles por lo que es difícil imaginarse que el verbo haya derivado
por metáfora de una noción de "vaciar la vejiga" o algo similar.
[7] Escritor inglés nacido en la República Checa en 1937 bajo el nombre
de Tom Straussler. Su padre fue dado muerte en Singapur, donde residía la
familia, la cual luego escapó a la India donde en 1946 su madre se casó con un
oficial británico del cual tomó Tom su actual apellido. Su obra está marcada por
el brillo verbal, la acción ingeniosa y la dexteridad estructural. Su obra
"Rosencrantz and Guilderstein Are Dead" (tal el nombre completo de la
obra citada por Lacan - "R. & G. están muertos") producida en
1966 alcanzó un éxito considerable. La ironía y el brillo de esta obra se
deriva del hecho de que Stoppard pone a 2 personajes menores de Hamlet en el
centro de la acción dramática, trayendo a colación su temática de que los seres
humanos son sólo personajes secundarios en el orden macro de las cosas y que
son controlados por fuerzas incomprensibles. Stoppard dirigió y escribió el
guión de la versión fílmica de esta obra, que data de 1991.
[8] (Lacan está ronco)
[9] enojoso
[10] Discípulo de Winnicott, lo cual puede hacer presumir que la
discusión ha tenido algún contenido teórico interesante. Posteriormente Kahn
condena de alguna manera la teoría lacaniana (en sus libros, véase Cuando
llegue la primavera) aunque recomienda los Ecrits en su bibliografía sugerida,
cosa notoria para un inglés (en este caso por adopción pero aun así). Masud
Kahn proviene de una familia real de oriente y habla francés perfectamente de
donde su lectura de Lacan cuando éste era todavía poco conocido en el mundo
angloparlante.
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