Platón |
En el Libro VII de "La República", Platón presentaba así lo que ha pasado a la posteridad como la alegoría o mito de La caverna. Lo hacía de esta manera:
Después de eso -añadí–
represéntate la naturaleza humana en la siguiente coyuntura, compara nuestra
naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una
experiencia como ésta. Imagínate una caverna subterránea, que dispone de una
larga entrada para la luz a lo largo de ella.
En ella están desde su niñez
unos hombres con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben
permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, imposibilitados como están por
las cadenas de volver la vista atrás.
Pon a su espalda la llama de
un fuego que arde sobre una altura a distancia de ellos; y entre el fuego y los
cautivos un camino eminente franqueado por un muro, semejante al biombo que los
titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo,
los muñecos y las maravillas que disponen.
–Ya me imagino eso -dijo.
- Imagínate ahora que, del
otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y
figurillas de hombres o animales, hechos en piedra y madera y de diversas
clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
-¡Extrañas imágenes
describes, y extraños son esos prisioneros!.
-Pero son como nosotros. Pues
en primer lugar, ¿crees que esos hombres han visto de sí mismos, o otros, algo
que no sean las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que
tienen frente a sí?
-Claro que no, si toda su
vida están forzados a no mover las cabezas.
-¿Y no sucede lo mismo con
los objetos que llevan los que pasan del otro del tabique?
-Indudablemente.
-Pues entonces, si dialogaran
entre sí, ¿no te parece que nombrarían a los objetos que pasan y que ellos ven?
-Necesariamente.
-Y si la prisión contara con
un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del
otro lado del tabique hablara, ¿ no piensas que creerían que lo que oyen
proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
- ¡Por Zeus que sí !
- ¿ Y que los prisioneros no
tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales
transportados?
- es de toda necesidad.
- Examina ahora el caso de
una liberación de sus cadenas y su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les
ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de
repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y , al hacer todo esto,
sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas
cuyas sombras había visto antes. ¿ Qué piensas que respondería si se le dijese
que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora en cambio, está más
próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si
se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se
le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿ no piensas que se
sentiría en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran
más verdaderas que las que se le muestran ahora?
- Mucho más verdaderas.
- Y si se le forzara a mirar
hacia la luz misma, ¿ no le dolerían los ojos y trataría de eludirla,
volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si a la fuerza se lo
arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar
hasta la luz del sol, ¿ no sufriría acaso y se irritaría con quien le arrastra
y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían
ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos ?
- Por cierto, al menos inmediatamente.
- Necesitaría acostumbrarse,
para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con
mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los
otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo,
mirando la luz de los astros y la luna más facilmente que, durante el día, el
sol y la luz del sol.
-Sin duda.
- Finalmente, pienso, podría
percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son
extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.
-Necesariamente.
-Después de lo cual
concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los
años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de
las cosas que ellos habían visto.
- Es evidente que, después de
todo esto, arribaría a tales conclusiones.
- Y si se acordara de su
primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que
los compadecería?
- Por cierto.
-Respecto de los honores y
elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con
mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del
tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado
habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de
adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que
envidiaría a los más estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más
honrados y poderosos entre aquéllos? ¿ O más bien no le pasaría como al Aquiles
de Homero, y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre"
o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y
a aquella vida ?
- Así creo también yo, que
padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
- Piensa ahora esto: si
descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿ no tendría ofuscados los
ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
- Sin duda.
- Y si tuviera que
discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que
han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus
ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿
no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta
lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena
intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la
luz, ¿ no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
- Seguramente.
- Pues bien, querido Glaucón,
debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho,
comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la
morada-prisión, y la luz del fuego que ha en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con
el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a
lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es
realmente cierto; en todo caso, lo que a mi me parece es que lo que dentro de
lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez
percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas,
que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el
ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y
que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo
privado como en lo público.
- Comparto tu pensamiento, en
la medida que me es posible.
- Mira también si lo
compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no
estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran
a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es
correcta también en esto.
- Muy natural.
- Tampoco sería extraño que ,
de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se comportase
desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado
aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los
tribunales o en cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o
sobre las figurillas de las cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo
en que esto es discutido por quienes jamás han visto la justicia en sí.
-De ninguna manera sería
extraño.
- Pero si alguien tiene
sentido común , recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de
perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la
tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en
lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar
algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una
vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor
ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor.Así, en un
caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en
el otro se apiadará, y si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda
que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz.
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