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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Algunos comentarios sobre "Lo inconsciente", de S.Freud. Rolando Ugena


            “…No es sólo en la teoría donde se plantea
 la cuestión de la doble inscripción,
 para haber provocado la perplejidad
 en que mis alumnos Laplanche y Leclaire
 habrían podido leer, en su propia escisión
 en la manera de abordar el problema, su solución.
 No es en todo caso de tipo gestaltista,
 ni debe buscarse en el plato donde
 la cabeza de Napoleón se inscribe en el árbol.
 Está simplemente en el hecho de que
 la inscripción no muerde el mismo lado del pergamino,
 viniendo de la plancha de imprimir
 de la verdad o de la del saber…”[1]
J. Lacan

Exordio

¿Cuántas veces al terminar una clase en la facultad, se nos ha acercado alguien, con respetuosos modos para formularnos algo así como “Freud es más fácil de leer, pero Lacan… no entiendo nada”.
¿Qué responder sino, además de recomendar que la lectura sea con otros y preferiblemente con un diccionario de sinónimos a mano, que ni Freud es tan “fácil” ni Lacan tan “incomprensible” ?...

Inscripción I

Pero es cierto, la pluma de Lacan en “La ciencia y la verdad”, redoblando su voz en la apertura del Seminario 13, “El objeto del psicoanálisis”, no se da a leer con rapidez. ¿A qué se refiere cuando señala que no es de tipo gestaltista la solución a la cuestión de la doble inscripción ?
Henri Ey
No desesperemos. Entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre de 1960, el Dr. Henri Ey organizó como lo hacía periódicamente en el hospital de Bonneval de París una jornada psiquiátrica, centrada en esa ocasión en la noción de inconsciente elaborada por Freud. Con la presencia de psicoanalistas de las dos sociedades francesas existentes en ese momento, neurofisiólogos y filósofos entre los cuáles se contaban Paul Ricoeur, A. de Waelhens, H. Lefebvre, Renée Diatkin, André Green, Jean Hippolite, M. Merleau-Ponty, Minkowski y el mismo Lacan, entre otros, se discutió y debatió acerca del descubrimiento freudiano.
Jean Laplanche
Jean Laplanche y Serge Leclaire, dos destacados discípulos del maestro francés presentaron en esa oportunidad un trabajo denominado “El inconsciente: un estudio psicoanalítico[2], en el cual, centrándose especialmente en el artículo “Lo inconsciente”, de Freud,  presentaban las líneas fundamentales del pensamiento freudiano según la vía abierta por Lacan: el inconsciente estructurado como un lenguaje.
Serge Leclaire
Ese trabajo, que fuera publicado en 1961 en el n* 183 de la revista dirigida por J.P. Sartre “Les tempes modernes”, constaba de cinco apartados:
·      1. Tres vías de aproximación al realismo del inconsciente
·      2. El inconsciente como sistema en Freud. Orientación e impasses de las hipótesis freudianas
·      3. El “texto inconsciente” de un sueño
·      4. El inconsciente es la condición del lenguaje. Interdependencia de los sistemas preconsciente e inconsciente
·      5. Estudio clínico de algunos mecanismos fundamentales del inconsciente. 
Los apartados 1, 2 y 4 fueron firmados por Laplanche, mientras que Leclaire rubricó los dos restantes.
En el primer apartado, Laplanche remarcó el modo en que se presenta el inconsciente en la experiencia psicoanalítica: en tanto que los datos de la conciencia son “lacunares”, intercalar entre ellos los actos inconscientes que, tal como dice Freud “hemos inferido”, permite restablecer una serie coherente, una relación inteligible, subrayando además que lo inconsciente, campo específico del psicoanálisishay que interpolarlo en las lagunas del texto manifiesto” siendo “un fragmento del discurso lo que debe recuperar su lugar en el discurso”. [3]
En el segundo apartado, luego de indicar la rigurosidad con que Freud encuadró el análisis del problema en el texto, Laplanche se abocó a intentar ubicar la exigencia profunda que lo impulsa, señalando que “todo el texto parece a la búsqueda de una distinción que funde la separación real, tópica, de los sistemas Cc-Prec. e Icc., distinción que es buscada tanto en una diferencia cualitativa ( teoría “de las dos inscripciones” ), como en una diferencia económica ( una energía de catexia” propia de cada uno de los dos sistemas”)[4] y ello por la necesidad de Freud de una escisión radical que le permitiera dar cuenta del conflicto psíquico.
Frente a la distinción tópica, sistemática introducida por Freud en el segundo capítulo, Laplanche se preguntaba: ese punto de vista, esa distinción, ¿en qué se funda? Cuando una representación inconsciente se convierte en consciente, ¿se trata de la misma representación que ha sufrido un cambio de estado (hipótesis funcional), cambio que se realizaría sobre el mismo material y en el mismo “sitio”, o se trata de una segunda “inscripción”, de una nueva “fijación”?.
A Freud el primer punto de vista le resultaba más verosímil, y el segundo más grosero pero más manejable. Por lo demás, si el pasaje al sistema Prec-Cc. implica una nueva inscripción, ¿puede haber una coexistencia de esas dos inscripciones?
La teoría de la doble inscripción fue dejada a un lado en el capítulo cuarto del texto freudiano, “Tópica y dinámica de la represión”: el paso desde el sistema Icc. a uno contiguo no acontece mediante una trascripción nueva, sino mediante un cambio de estado, una mudanza en la investidura. El supuesto funcional ha arrojado aquí del campo, con poco esfuerzo, al supuesto tópico.” Para Freud, una misma representación no puede estar “inscripta” simultáneamente en el Icc y en el Prec, su pasaje hacia un lugar cancela su presencia en el otro. ¿Se trata entonces de una única representación que podría ser o no iluminada por la conciencia?
Laplanche expuso  sus reparos a que la hipótesis funcional hubiera desalojado sin esfuerzo a la hipótesis tópica: “…diríamos más bien que si el pasaje de un término del inconsciente a la conciencia, o inversamente, se transforma en un pasaje funcional, es al precio de una distinción tópica todavía más nítidamente marcada y sostenida por una distinción económica[5], pasando entonces a examinar con detenimiento los conceptos freudianos de “energía de catexia inconsciente”, “energía de catexia preconsciente”:
·       Cada una de esas energías es específica de su sistema y  ejerce una fuerza de cohesión que hace que cada elemento aislado se mantenga dentro del conjunto.
·       No hay transformación de la energía inconsciente en energía consciente.
·       El pasaje de un elemento de un sistema a otro se produce por un retiro de la carga de parte del primero y una contracarga por parte del segundo.
Y agregaba: “la cuestión  esencial es  saber en  qué sentido obra el inconsciente: fuerza de cohesión, atractiva, repetitiva, que se opone a la toma de conciencia, o, por el contrario, fuerza que tendería constantemente a hacer surgir sus “retoños” en la conciencia y sólo sería contenida gracias a la vigilancia de la censura”.[6]
Para Laplanche la dificultad radica en “la oscuridad mayor de la hipótesis económica freudiana”, que identifica la energía de catexia sistemática que es la que debe dar cuenta de la pertenencia de una representación a tal o cual sistema, con la energía libidinal, la energía de las pulsiones sexuales, que es la que indica la posición tópica de la libido que a ella se fija, siendo que para Freud la libido no puede ser específica de uno de los sistemas y que “la pulsión, en su punto de partida, no es ni consciente ni inconsciente, sino orgánica” y si puede localizársela en un sistema, “será precisamente al ligarse a una representación, a un `representante representativo` ”.[7]  
Anticipando una disculpa al lector, en este punto resulta necesario citar largamente a Laplanche, quien luego de remarcar que el objetivo de Freud es ante todo fundar la independencia y la cohesión de los dos sistemas, concluye el segundo apartado de esta manera:
“La explicación más satisfactoria que puede encontrarse en Freud es la hipótesis económica. Pero la única interpretación coherente que nosotros podríamos presentar debería distinguir absolutamente las ´energías de catexia´ en cuestión de la energía libidinal. Provisoriamente podemos dar un modelo gestáltico para este juego energético. La energía de catexia de un sistema dado sería comparable a la pregnancia de una buena forma. Pero importa señalar en qué nivel se lleva a cabo el pasaje de un sistema a otro: no puede tratarse del pasaje global de una misma estructura, de un modo de organización a otro, pasaje comparable al movimiento de báscula que se realiza en la percepción de una imagen equívoca. Lo que pasa de una Gestalt a otra es siempre un elemento aislado, equívoco, susceptible de ser captado por la “pregnancia” de la Gestalt inconsciente o (pre)consciente: la represión, como señala Freud, “trabaja de manera totalmente individual; cada retoño aislado de lo reprimido puede tener su destino particular” (La represión).”
“Un ejemplo cómodo sería el de esos dibujos-enigmas donde una cierta actitud perceptiva hace aparecer súbitamente en las ramas del árbol que cobija un picnic familiar, el sombrero de Napoleón. Pero si ese sombrero es susceptible de aparecer, es porque puede ligarse a cualquier otra “anécdota” que no está presente en absoluto en el resto del dibujo: la “leyenda napoleónica”.
En ese modelo, lo que Freud llama carga es la relación del detalle en cuestión (el sombrero) con el sistema que le corresponde (la leyenda napoleónica). La contracarga se encuentra en la relación de ese mismo detalle con el término que lo evoca en el otro sistema (o sea las hojas del árbol); es la pregnancia del sistema “consciente” (el picnic) lo que sostiene en la existencia al árbol y sus hojas, y mantiene al sombrero en estado de latencia.”[8]

Leyenda II
J.P.Sarttre, director de Les temps modernes
 Quedó señalado ya que Lacan también participó en el mencionado Coloquio. Su  trabajo se conoce como: “Posición del inconsciente en el Congreso de Bonneval reanudada desde 1960 en 1964”, título que obedece a que en la publicación de los Escritos realizada en 1966 agregaba una introducción en la cual retomando la discusión planteada en Bonneval, puede leerse: “El informe de nuestros alumnos Laplanche y Leclaire promovió allí una concepción de nuestros trabajos que, publicada en Les Temps Modernes, desde entonces es testimonio, aunque manifiesta de uno a otro una divergencia…Las intervenciones que se aportan a un Congreso, cuando el debate pone algo en juego, exigen a veces un comentario para que se las sitúe.” [9]
La divergencia que menciona Lacan, se refiere a la diferencia entre las posiciones que Laplanche y Leclaire sostienen en sus trabajos, sobre la cual ellos mismos no parecen haber tomado debida nota, escisión en la manera de abordar el problema en la que habrían podido leer la solución.
Y en el cuerpo mismo del texto indica “el aspecto de espiral detenida que se observa en el trabajo presentado por nuestros alumnos S. Leclaire y J. Laplanche. Es que lo han limitado a la puesta a prueba de una pieza suelta. Y esto es el signo mismo de que en su rigor nuestros enunciados están hechos primeramente para la función que sólo llenan en su lugar.”[10]  
Sobre el trabajo de Laplanche y Leclaire, y particularmente respecto del primero, Lacan habría de referirse en numerosas ocasiones. Renovando las disculpas al lector por lo extenso de la cita, en el seminario “La identificación”, abordó largamente el tema:“…el pasaje del inconsciente al preconsciente…es un problema; por otra parte,-lo noto con satisfacción al pasar no es por cierto el menor efecto que puedo esperar del esfuerzo de  rigor al que los llevo, que me impongo yo mismo para ustedes aquí, es lo que aquellos que me escuchan, que me oyen, llevan en sí mismos a un grado susceptible incluso de ir más lejos en la ocasión, y bien, en su tan destacable texto publicado en Les Temps Modernes sobre el tema del Inconsciente, Laplanche y Leclaire, -no distingo por el momento la parte de cada uno en este trabajo, se interrogan sobre la ambigüedad que permanece en la enunciación freudiana concerniente a lo que ocurre cuando podemos hablar del pasaje de algo que estaba en el inconsciente y que va al preconsciente. ¿Es decir que no se trata sino de un cambio de investidura, tal como ellos plantean muy justamente la cuestión, o bien hay doble inscripción? Los autores no disimulan su preferencia por la doble inscripción, así nos lo indican en su texto”.[11]
Para Lacan se trata de eso, de un esfuerzo de rigor; situar las relaciones entre inconsciente y preconsciente, intentar articular el sujeto como sujeto inconsciente: “comporta otra constitución de la frontera…en la medida en que lo que nos interesa en el preconsciente es el lenguaje…tal como escande, articula nuestros pensamientos”.
“…El problema de lo que sucede cuando el inconsciente se hace oír es el problema del límite entre ese preconsciente y ese inconsciente.¿Cómo debemos ver este límite?
“…No hay en principio objeciones al pasaje de algo de lo inconsciente al preconsciente, lo que tiende a manifestarse, cuyo carácter contradictorio Laplanche y Leclaire han tan bien notado.
El inconsciente como tal tiene su estatuto como algo que por posición y estructura no podría penetrar en el nivel donde es susceptible de una reorganización preconsciente, y por lo tanto, se nos dice, ese inconsciente hace esfuerzo en todo momento, empuja en el sentido de hacerse reconocer; seguramente, y con razón, es que él está en su casa, si se puede decir, en un universo estructurado por el discurso.
Aquí, el pasaje del inconsciente hacia el preconsciente…es…una suerte de efecto de irradiación normal de lo que gira en la constitución del inconsciente como tal, de lo que en el inconsciente mantiene presente el funcionamiento primero y radical de la articulación del sujeto en tanto que sujeto hablante.
…el orden que sería el de inconsciente - preconsciente, luego llegaría a la conciencia, no se puede aceptar sin revisión…debemos admitir lo que es preconsciente como definido, como estando en la circulación del mundo, en la circulación real... es algo que tenemos que leer:… lectura del signo… una lectura en el afuera de lo que es ambiente por el hecho de la presencia del lenguaje en lo real…
…la conciencia, en relación a lo que constituye el preconsciente y que nos hace ese mundo estrechamente tejido por nuestros pensamientos, es la superficie por dónde eso que constituye el corazón del sujeto, recibe, si puedo decir, desde afuera sus propios pensamientos, su propio discurso.
…lo que encontramos en el inconsciente es esta repetición significativa que nos lleva de algo que se denominan los pensamientos, Gedänken, -muy bien formados, nos dice Freud-, a una concatenación de pensamientos que nos escapa a nosotros mismos.
…a nivel del preconsciente lo que buscamos es…la identidad de pensamiento…reducir lo diverso a lo idéntico, identificar pensamiento con pensamiento, proposición con proposición, en relaciones diversamente articuladas que forman la trama precisa de lo que se llama lógica formal, lo que plantea para aquél que considere de un modo extremadamente ideal el edificio de la ciencia, como pudiendo o debiendo estar incluso virtualmente ya acabada, lo que plantea el problema de saber si efectivamente toda ciencia del saber, toda aprehensión del mundo de manera articulada y ordenada, no debe conducir sino a una tautología.
…lo que busca el inconsciente, lo que quiere, lo que constituye la raíz de su funcionamiento…es la identidad de percepción…y es esto justamente lo que faltará siempre…en el punto donde está la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la Urverdrängt, faltará siempre a lo que fuera que venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original de un significante original que se presentó una vez en el momento en el que…algo de la Urverdrängt en cuestión, paso a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna manera satisfacerse por esta búsqueda de la identidad perceptiva…
Esto nos da la tríada: consciente- inconsciente - preconsciente, en un orden ligeramente modificado de una cierta manera que justifica la fórmula que traté ya una vez de darles del inconsciente diciéndoles que estaba entre percepción y conciencia, como se dice, entre cuero y carne”,[12]  entre Wahrnehmung y Bewusstsein[13].
Varios años después, en Radio y Televisión (1970) Lacan volvió sobre el asunto: “Franqueado un lustro, alguien se abalanza a hacer del punto de almohadillado, que sin duda había él retenido,[14]el «anclaje» que hace el lenguaje en el inconsciente. El dicho inconsciente a su gusto, es decir lo más descaradamente opuesto de todo lo que había yo articulado de la metáfora y la metonimia, el dicho inconsciente que se apoya en lo grotesco figurativo del sombrero de Napoleón a encontrar en los dibujos de las hojas del árbol, y motivando su gusto en predicar el representante de lo representativo...La metáfora y la metonimia, sin requerir esta promoción de una figuratividad diarreica, procuraban el principio con el que engendraba yo el dinamismo del inconsciente.
…¿Es que no sería tal vez el corte interpretativo mismo, que, para el balbuceante fuera de juego, es problema por dar conciencia? Ella revelaría entonces la topología que la gobierna en un cross-cap, es decir en una cinta de Moebius. Puesto que solamente es de este corte que esta superficie, donde de cualquier punto, se tiene acceso a su revés, sin que deba pasarse de lado (de una sola cara entonces), se ve posteriormente provista de un recto y de un verso. La doble inscripción freudiana no pertenecería por consiguiente a ninguna barrera saussureana, sino a la práctica misma que plantea el problema, a saber el corte que el inconsciente al desistirse testimonia de que no consiste sino en él, es decir, que cuanto más interpretado es el discurso, más se confirma ser inconsciente. Hasta el punto de que sólo el psicoanálisis -a condición de interpretarlo- descubriría que hay un revés de discurso.
          Como explicita en La ciencia y la verdad, la solución al problema de la doble inscripción no “es de tipo gestaltista, ni debe buscarse en el plato donde la cabeza de Napoleón se inscribe en el árbol. Está simplemente en el hecho de que la inscripción no muerde el mismo lado del pergamino, viniendo de la plancha [15] de imprimir de la verdad o de la del saber. Que esas inscripciones se mezclen debía resolverse simplemente en la topología: una superficie en que el derecho y el revés están en estado de unirse por todas partes estaba al alcance de la mano”.
          Y en la primera clase del seminario De un discurso que no fuera del semblante [16] apunta:“…El discurso del amo, no es el revés del psicoanálisis. Es donde se encuentra la torsión propia, diría, de discurso del psicoanálisis, este discurso plantea la cuestión de un derecho y de un revés y ustedes ya saben la importancia del acento que se ha puesto en la teoría, desde que fue emitida por Freud, la importancia del acento puesto en la doble inscripción.
Ahora bien, se trataba de hacerles palpar, la posibilidad de una inscripción doble al derecho o al revés, sin que se haya franqueado un borde. Se trata de la estructura que desde hace mucho tiempo se conoce, de la cual no tuve más que hacer uso, llamada la banda de Moebius.  En estos lugares y con estos elementos, se designa que aquello que es, propiamente hablando discurso no podría de ninguna manera referirse a un sujeto aunque él lo determine. Sin duda ésta es la ambigüedad por lo cual introduje lo que pensaba que debía hacerse entender en el interior del discurso psicoanalítico.”
          Seguramente, no hay modo de seguir a Lacan sin pasar por sus significantes, pero pasar por sus significantes “comporta esa sensación de alienación que les incita a buscar, según la formulación de Freud, la pequeña diferencia[17]. Tal vez sea ese esfuerzo de “ir más lejos” que resaltábamos en el seminario de La identificación el que lleva a Laplanche a proponer, como lo hace en el apartado cuatro de su trabajo, que el inconsciente es la condición del lenguaje.
Lacan remarcó que no es lo mismo decir que el inconsciente es la condición del lenguaje que decir que el lenguaje es la condición del inconsciente: “Lo que yo digo es que el lenguaje es la condición del inconsciente…la persona que me traduce, por estar formada en ese estilo, por esa forma de una especie de imposición del discurso universitario, no puede hacer otra cosa, por más que ella crea comentarme, que invertir mi fórmula...darle un alcance…estrictamente contrario y a decir verdad incluso sin ninguna homología con lo que yo digo…”.[18]  
La tesis de la primacía del lenguaje, de que éste instituye al sujeto ya había sido formulada por Lacan mucho tiempo antes, en 1958. En ese momento proponía: “Nuestra   doctrina del significante es en primer lugar disciplina en la que se avezan aquellos a quienes formamos en los modos de efecto del significante en el advenimiento del significado, única vía para concebir que inscribiéndose en ella la interpretación pueda producir algo nuevo. Pues no se funda…sino en el hecho de que el inconsciente tiene la estructura radical del lenguaje…[19]


                     Rolando Ugena
Mayo 2013


[1] J. Lacan, “La ciencia y la verdad”, Escritos.
[2] En “El inconsciente freudiano y el psicoanálisis contemporáneo”, Editorial Nueva Visión, 1976
[3] Obra citada, página 24
[4] Idem, página 28
[5] Idem, página 32
[6] Idem.
[7] Idem, página 33
[8] Idem, página 33 Sobre este punto Pablo Grimoldi, con su atenta lectura, señala que lo que Laplanche aquí llama sistema, son sistemas de significación. Y justamente, cuando el sistema de significación cambia es que hay trabajo del inconsciente. Entonces lo que afirma Laplanche, es que en el discurso del incauto que está de picnic bajo una plácida arboleda, se le presenta la sorpresa del sombrero de Napoleón, de ahí en adelante, parafraseando a una sesión…asocie. Como si fuese una escritura bajo la escritura. Esto, sin duda, requiere prestar atención a la metáfora, como lo es la producción de un efecto de sentido inesperado. “La energía de catexia de un sistema dado sería comparable a la pregnancia de una buena forma” ¿No es acaso, la buena forma, un sistema de significación?
[9] J. Lacan, “Escritos 2”, Editorial Siglo XXI, 1980, página 365
[10] Idem, página 370 Grimoldi me ha hecho notar cómo se desliza allí, una crítica al método con que operan Laplanche y Leclaire sobre el texto de Freud. Por mi parte entiendo que el señalamiento de Lacan de que se “han limitado a la puesta a prueba de una pieza suelta”, indica el modo en que abordan la cuestión de la relación entre lenguaje e inconsciente y el tratamiento que realizan sobre la metáfora, en especial Laplanche, tomando enunciados de Lacan pero haciéndoles decir algo estrictamente contrario a lo que Lacan propone.
[11] J. Lacan, Seminario La identificación, clase 7, del 10-1-1962
[12] J. Lacan, Seminario La identificación, clase 7, del 10-1-1962
[13] Cf. J. Lacan, Seminario La ética del psicoanálisis, clases 4 y 5
[14] Obvia alusión a Jean Laplanche
[15] Aquí Lacan juega, en una ácida humorada con, la plancha y Laplanche
[16] J. J. Lacan, Seminario De un discurso que no fuera del semblante, clase del 13-1-1971
[17] J. Lacan, Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, clase 17
[18] J. Lacan, Seminario El reverso del psicoanálisis, clase 5 del 14-1-1970
[19] J. Lacan, La dirección de la cura y los principios de su poder, Escritos

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