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miércoles, 19 de noviembre de 2014

La solución freudiana: trimetilamina (o Irma, de la garganta al ombligo). Rolando Ugena

La interpretación de los sueños, 1900

          El sueño de la inyección de Irma, publicado en el Capítulo II de esa obra asombrosa que es  La interpretación de los sueños, es el primero de los 223 sueños que ( según la cuenta hecha por sus editores) aparecen en el libro. Es uno de ellos,  pero no es uno cualquiera.
          Tanto que el autor, en carta dirigida a W. Fliess jugaría a imaginar que algún día, quizá colocarían sobre la puerta de la casa donde transcurrió el sueño, una placa que habría de decir: “Aquí, el 24 de Julio de 1895, por vez primera el enigma del sueño fue desentrañado por Sigmund Freud”.
          Freud nos dice que tuvo ese sueño en la noche del 23 al 24 de julio. Sobre Irma, ( en verdad Emma Eckstein, amiga de la familia), escribió en la información preliminar que era una paciente con la cual había tenido dificultades en el tratamiento, el que acababa de ser interrumpido con una "cura parcial": la enferma había quedado libre de su angustia histérica pero no de todos sus síntomas somáticos. En la tarde del día 23, recibió la visita de su amigo Oskar Rie (Otto en el sueño) cuñado de Fliess y médico de la familia de Freud, quien había visitado a Emma y le traía la noticia que ella estaba mejor, pero no del todo; no andaba demasiado bien. Las palabras de Otto, más bien “el tono en que las pronunció me irritaron”, escribió Freud. La desaprobación que percibió en la voz de Otto es lo que puso en marcha el sueño esa noche, a cuya análisis se abocó por la mañana.
          El eje sobre el cual pivotea su interpretación, es el deseo de quedar exculpado del fracaso del tratamiento de Irma. “El resultado del sueño es que no soy yo sino Otto, el responsable de los dolores de Irma... [el sueño] me absuelve de toda responsabilidad por el estado de Irma”.
          Cincuenta años después, en su seminario sobre “«El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica.», J. Lacan retomó el análisis del sueño de la inyección de Irma. ¿Cuáles fueron algunas de las cuestiones que ubicó allí, y sus conclusiones acerca del sentido de este sueño?. Años después, en 1972, señalaría en “O peor”, que había usado el sueño de la "inyección de Irma" para mostrar cómo se trabaja un texto de Freud. ¿Cómo lo hizo en su seminario sobre «El yo en la teoría de Freud ... »?.
          Una de las indicaciones que efectuó, es que se trata de dejar de lado la psicología del autor y tomar el conjunto del texto, integrado por el relato del sueño y su interpretación, incluidas las notas, y considerar qué significa esto en el orden de lo simbólico y de lo imaginario. Imaginarizar el símbolo, simbolizar la imagen. Se detuvo entonces en una nota agregada en la cual Freud escribía: “Todo sueño tiene por lo menos un lugar en el cual es insondable, un ombligo por el que se conecta con lo no conocido” (1).
          ¿Qué es ese ombligo del sueño? Lacan lo especificó como el punto donde todas las asociaciones convergen para desaparecer, se insertan en lo desconocido, en lo inaccesible, huella de una “experiencia privilegiada excepcional donde un real es aprehendido más allá de toda mediación, imaginaria o simbólica..."(2)
          Agrega que Freud, que se encontraba en ese momento en los inicios de sus descubrimientos, vivía una atmósfera angustiante, con la sensación de estar realizando un hallazgo peligroso, abierto tanto a la certeza como a la duda. Tenía la sensación de haber propuesto a Irma la buena solución, lösung, palabra tan ambigua en alemán y francés como en castellano, que significa tanto una solución que se inyecta como la solución de un conflicto.
          Pero también tiene incertidumbres atormentadoras: ¿tengo razón, estoy equivocado, cuál es la verdadera solución del problema?. Por eso explicó su sueño por el deseo de librarse de su responsabilidad en el fracaso de la cura de Irma, declarándose inocente de todo: el culpable era Otto, que le había aplicado “una inyección con un preparado a base de propil, propilena...ácido propiónico...trimetilamina”.(3)
          Ahora bien, Lacan señala que la interpretación que Freud hace del sueño, está en lo preconsciente e incluso consciente. ¿Dónde ubicar entonces lo inconsciente en este sueño? Las palabras con las que Lacan se refiere a eso son vibrantes: “Soy aquél que quiere ser perdonado por haber osado empezar a curar a estos enfermos, a quienes hasta hoy no se quería comprender y se desechaba curar... aquél que no quiere ser culpable de ello, porque siempre es ser culpable transgredir un límite hasta entonces impuesto a la actividad humana. No quiero ser eso. En mi lugar están todos los demás. No soy allí sino el representante de ese... vago movimiento que es la búsqueda de la verdad, en la cual yo... me borro... Y precisamente en la medida en que lo he deseado en demasía, en que he participado en esa acción y quise ser yo el creador, no soy el creador. El creador es alguien superior a mí. Es mi inconsciente, esa palabra que habla en mí, más allá de mí.” (4)
          Ese, concluye Lacan, es el sentido del sueño, y ubica dos momentos, dos movimientos en él ; en el primero Freud se halla por completo en el plano de la resistencia, jugando, forcejando con su paciente; es cuando lleva aparte a Irma, quien se queja de dolor y le hace reproches por no haber aceptado su solución, por no haber abierto la boca, por no haber hablado, que es lo que precisamente logra Freud en su sueño venciendo la resistencia de Irma, que ella abra la boca.
          Pero lo que ve allí, es un espectáculo horroroso, una imagen terrorífica en el fondo de la garganta de su paciente, figuración que Lacan subraya: «grandes manchas blancas», «extraordinarias formaciones en relieve», «y sobre ellas anchas escaras de un blanco grisáceo». Este es el primer momento del sueño, que confluye en el surgimiento del objeto de angustia por excelencia ante el cual la palabra falla o se atasca, carne sufriente, representación tanto del abismo del que sale la vida, como del agujero sin fondo que devora todo. 
Joseph Breuer

          A partir de la imagen de esa Irma boquiabierta lo imaginario estalla; Freud llama al profesor M. ( Breuer), aparecen Otto  y Leopold, allí, ya no hay un Freud, nadie que pueda decir yo (je), solo hay la descomposición espectral del yo, la serie de las identificaciones imaginarias.
trimetilamina, fórmula

          Luego sobreviene el segundo momento del sueño, en el que aparece esa fórmula en gruesos caracteres: trimetilamina, la cual más que aportar aclaraciones en la vía del sentido, por el modo enigmático, misterioso, oracular en que se muestra, presentifica el sin-sentido y se transfigura en la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sueño: no hay otra solución al problema que la palabra.
          Cuando bajo el efecto de ese real horrible y angustiante, imagen de la muerte que provoca el estallido de lo imaginario y hace que todo parezca disolverse, se presenta ante los ojos de Freud esa fórmula, presencia manifiesta de lo simbólico, que dando estructura a lo imaginario apacigua su angustia frente al horror del encuentro con un real sin mediación.
          Lacan agrega entonces que "en el AZ de la fórmula de la trimetilamina, ahí está...,el yo (je) del sujeto, y no sin humor ni sin vacilación pues esto es casi un Witz". En este punto me parece interesante tomar un comentario del seminario "Los escritos técnicos de Freud", cuando decía: "El sueño tiene un ombligo muy confuso. El ombligo de la agudeza es perfectamente agudo: el Witz. Su esencia más radical está expresada en el no-sentido."(5)
          ¿Es que acaso se trataría no de uno sino de dos ombligos? ¿uno el del sueño, ombligo del significado; otro el del chiste, ombligo del significante?. Pienso que aquí el chiste, la agudeza, el Witz, es de Lacan. Esta aparente contradicción, que no es metafísica sino topológica, tal vez pueda pensarse como el movimiento que va de uno a otro, del ombligo del sueño al ombligo del chiste, en una zona que hace bisagra, costura, que no cesa de plegarse y desplegarse en un afuera ubicado en su propia interioridad.
          Pero un sueño en cuyo ombligo hay una garganta tan amenazadora e inquietante, debiera haber provocado el despertar. ¿Por qué no despertó Freud en ese momento? Esta pregunta excelente fue formulada por Erik Erikson, quien se respondió: porque Freud tenía agallas, con lo que Lacan acuerda, pero agregando: porque además lo dominaba la pasión de saber, que lo llevó incluso a confesar públicamente sus sueños para interrogar la cotidianeidad del sufrimiento humano.
          Y tal vez también, me permito agregar, no se despertó justo allí, porque su inconsciente le tenía reservado un Witz: trimetilamina. Es que al fin y al cabo, no es otra la solución freudiana, trimetilamina, la palabra.

Notas bibliográficas

(1) La interpretación de los sueños, Capítulo II, 1900.
(2) El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, J. Lacan, 1954-55.
(3) La interpretación de los sueños, Capítulo II, 1900.
(4) El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, J. Lacan, 1954-55.
(5) Los escritos técnicos de Freud, J. Lacan 1953-1954

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