Traducir

lunes, 18 de mayo de 2015

Una empresa exquisitamente social. Rolando Ugena



El 5 de Junio de 1938 llegaba a París, procedente de Viena, Sigmund Freud. La intervención del presidente F.D. Roosevelt y de Benito Mussolini lo había hecho posible. Al día siguiente llegaba a Londres.
S. Freud

5 años antes le escribía al pastor Oscar Pfister, desde Viena: "Nuestro horizonte se ha oscurecido... ante los acontecimientos de Alemania. Tres miembros de mi familia, dos hijos y un yerno, con los suyos buscan y aún no hayan un nuevo país donde establecerse...".

Meses después le escribía a Ernst, su hijo, ya exiliado: "El futuro es incierto: o el fascismo austriaco o la cruz gamada. En este último caso tendríamos que abandonar el país... la vida en un país extranjero no es agradable y tú, aunque hayas tenido suerte, lo sabes bien...".

En Septiembre de 1934 Freud le escribe a Arnold Zweig que la publicación de la revista de psicoanálisis fundada en Roma por Eduardo Weiss había sido suspendida por una prohibición emanada del Vaticano, por parte del padre Schmidt confidente del Papa.

En 1936 Freud festejó sus 80 años aún en Viena, donde Thomas Mann dio una conferencia llamada "Freud y el futuro" para honrarlo. El Ministro de Educación mandó una felicitación por el cumpleaños pero también una orden a los periódicos, prohibiendo, bajo pena de confiscación, publicar dentro del país la reseña del hecho.

Ya con 30 operaciones encima por el cáncer que lo aquejaba y pese a todo, Freud seguía escribiendo y atendiendo pacientes. El 5 de febrero de 1937 le escribía a Max Eitington: "Es comprensible que los pacientes no acudan en masa a un analista cuya edad ha de inspirar escasa confianza. Abandonaría totalmente mi labor profesional pero acostumbrado como estoy a mantener a tanta gente no me siento capaz de afrontar la incertidumbre de no saber cuanto durarán mis ahorros. Esperemos que el destino sea un buen administrador".

En 1938 Hitler prohibía a los judíos alemanes dar nombres germanos a sus hijos; al respecto Freud escribe: "a mi modo de ver, la única venganza hebrea puede ser exigir que los nazis se abstengan de emplear los populares nombres de Juan, José y María".

En mayo de ese año, mientras su hija Anna iba de un lado a otro arreglando cosas con las autoridades para poder salir y atando cabos económicos, Freud le escribe a su hijo Ernst: "Dos esperanzas me mantienen en estos tiempos tan miserables: volver a veros y morir en libertad". Estas últimas cuatro palabras las escribió en inglés. Unos días después le escribe a Ernst Jones: "las razones por las que no le he contestado antes, radica en las limitaciones generales que afectan hoy a la correspondencia... imagínese como debe afectar la censura a una persona que al igual que yo, ha estado siempre acostumbrada a expresar libremente sus convicciones...".

Las ventajas que la inmigración prometían para Anna
Freud y su hija Anna
justificaban para Freud el sacrificio del viaje. Seguía en esa carta a Jones, "para nosotros, los viejos... la inmigración no hubiera valido la pena... Espero que en Inglaterra Anna pueda hacer mucho en favor del análisis...".

Apenas unas horas después de llegado a Londres le escribe a Eitington, "todo sigue siendo irreal como en un sueño... las dificultades del viaje cristalizaron en una dolorosa fatiga cardíaca para la cual me dieron dosis liberales de nitroglicerina y estricnina... La acogida que nos dispensaron en París fue calurosa. Estuvimos desde las 10 de la mañana hasta la 10 de la noche en casa de Marie Bonaparte... cruzamos el canal en ferry y ya en Dover pudimos contemplar por primera vez el mar. Jones nos esperaba en Victoria y nos llevó en coche hasta nuestra casa. Lo deleitoso de cuanto nos rodea (que casi me impulsa a gritar Heil Hitler) se mezcla con el descontento originado por este ambiente extraño... Cuanto tiempo seguirá siendo capaz de trabajar este fatigado corazón? Aquí no abren las cartas ".

Estaba inundado de flores, dulces, respondiendo cartas de amigos y extraños, con cazadores de autógrafos, chiflados, lunáticos y hombres que prometían la salvación y toda clase de tentativas para convertir al incrédulo y hacer luz sobre el futuro de Israel.

5 meses después de su llegada a Inglaterra, se muda a otra casa en Londres; habían llegado de Viena sus muebles, libros y toda la colección de estatuillas que Freud amaba tanto. En Octubre de 1938 es sometido a la peor operación desde 1923, que lo deja débil y abatido; aunque no es fácil, empieza a trabajar con 3 pacientes. Llevaba 3 semanas y media de postoperatorio y debía guardar 6 semanas. Escribe entonces: "Tampoco me gustaría ofender a mi propio pueblo, más ¿ qué puedo hacer?  Me he pasado la vida defendiendo lo que consideraba como una verdad científica, aún cuando resultara poco cómodo y desagradable para mis congéneres y no voy ahora a terminar mi vida con una deserción... se nos ha reprochado a los judíos que el transcurso de los siglos nos ha hecho cobardes (en tiempos fuimos un pueblo valiente). En tal transformación no tuve yo arte ni parte. Por ello debo arriesgarme".

Cuál era el riesgo?. La publicación del trabajo sobre Moisés.

Desde esa casa en Maresfield Garden le escribe al escritor de "Time and Tide" en Inglaterra quien le había solicitado que contribuyera a un número especial sobre antisemitismo: "Llegué a Viena cuando tenía 4 años, procedente de una pequeña ciudad de Moravia. Después de 78 años de asiduo trabajo hube de dejar mi hogar, vi disuelta la sociedad científica que había fundado, nuestras instituciones destruidas, nuestra editora ocupada por los invasores, los libros que había publicado confiscados o reducidos a pulpa, mis hijos expulsados de sus ocupaciones. ¿No piensa Ud. que debería reservar las columnas de su número especial para las manifestaciones de no judíos, menos afectados personalmente que yo? En relación con esto recuerdo un viejo verso francés: "El ruido es para el fatuo; la queja es para el tonto, el hombre honrado engañado se va sin decir palabra".

El 19 de septiembre de 1939, Freud le escribía a un poeta amigo: “tengo más de 83 años, debiera haber muerto ya y sólo me queda seguir el consejo de su poema: Espera, espera”. Dos días más tarde, tomó la mano de su médico amigo Max Schur y le recordó: "Usted me prometió que no me abandonaría cuando llegara el momento. Ahora, esto es sólo una tortura, y ya no tiene sentido...Háblele de esto a Anna, y si ella piensa que es justo, terminemos"(*). Anna quiso postergar el fin pero Schur insistió, y ella aceptó su dictamen. El médico, le aplicó tres inyecciones de morfina y el 23 de septiembre, a las tres de la madrugada, luego de dos días de coma, se extinguió tranquilamente, después de más de treinta operaciones que se sucedieron en el curso de 15 años, por ese cáncer que lo afectaba.

Conclusión sublime de una vida sublime, escribiría Zweig tiempo después, una muerte memorable en medio de la hecatombe de una época asesina.

El 8 de Agosto de 1978, en una Argentina desgarrada por la violencia, la dirigente más importante de los psicólogos, Beatriz Perossio, fue secuestrada en su lugar de trabajo, la dirección de un jardín de infantes y conducida al Vesubio, uno de los campos de tortura.

Varios años después, a través de los testimonios de los Juicios a los Comandantes, se supo cual fue la actitud íntegra de Beatriz cuando ya deteriorada corporalmente tuvo que arrastrarse para llegar a eso que llamaban baño, con ambas piernas destrozadas.

Supo Argentina además sobre el pavoneo de Astiz frente a los secuestrados en la E.S.M.A., de su idoneidad para adoptar la identidad de Gustavo Niño (supuestamente en la búsqueda de un hermano desaparecido) para retomar allí, en ese centro, su identidad de Rubio o Cuervo o Ángel. ¿No es eso una buena muestra de lo que algunos llaman Identidad?

Pero, puede sorprender lo de Beatriz (y lo de tantos otros), cuando por ejemplo, en la revista "Somos", en su número de 19/9/80, en la pág. 6 se puede leer: "...es inusitado el auge que tomaron carreras como psicología, antropología, sociología y ciencias de la educación, son todas disciplinas que inducen factores de cambio en las sociedades. Ese boom responde a una estrategia marxista... desde los comienzos de la lucha antisubversiva entre los datos que se evaluaban estaba la relación psicoanálisis - terrorismo".

Esos fervientes defensores del orden perverso que estaban en la década del 30 alrededor de Uriburu, en la del 40 agitando en pro de la Alemania de Hitler, en la del 50 en la Alianza Libertadora Nacionalista, en la del 60 en la ultraderechista Tacuara, en la del 70 en la Triple A, sembraron con el Proceso la complicidad, la negación de la realidad, el silenciamiento comunitario etc. a través de la inducción de la culpabilidad social y del terror.

La sociedad argentina, casi fascinada por el post-modernismo, ¿ha podido hablar lo necesario de sus desaparecidos?, ¿y de los niños de esos desaparecidos?

Paradojas insondables: hablar de post-modernidad en un país que ni siquiera alcanzó la modernidad, dejar atrás la sociedad industrial sin haber llegado a ella, querer construir una Identidad sobre la base de la mentira y el ocultamiento.

Pero decimos la sociedad como si se tratara de algo que pudiera ser situado y asido incontrovertiblemente. La Sociedad, es sin duda una abstracción; lo que sí es situable son grupos sociales, con inclinaciones, arrebatos, emociones, delirios, fanatismos, ilusiones, preocupaciones, represiones, traiciones.

Millones de muertos por desnutrición, hambre, muertes perfectamente evitables según la UNICEF, con el 2% de los gastos militares del 3er. Mundo, no parecen tornar palabra vacía la Declaración de los Derechos del Hombre, a casi 70 años de producida?

Con esa relación psicoanálisis terrorismo manejada por el Proceso de algún modo coinciden por una parte, quienes piensan al psicoanálisis como una cosmovisión, un modo de vida, un ideario político, lo que lleva a la postura de formar fila como una nueva clase iluminada encargada de conducir a la humanidad hacia su bien, y por otra parte, tal vez con cierta ingenuidad, quienes piensan que puede guiarse al otro hacia allí donde no desea ir, postura esta que no oculta su origen conductista aunque disfrazada de psicoanálisis; progresista, por supuesto.

Es cierto que el psicoanálisis puede ser pensado también desde su óptica adaptacionista y desde la más mínima intervención apuntar a la adaptación del individuo al sistema, de manera tan automática como sintomática: ciertos desarrollos plenamente consustanciados del `american way of life' con sus ideales enfermantes no hacen otra cosa. Esta ideología, que nada en lo imaginario, profundamente narcisista, es la principal generadora de enfermedad, con su planteo de un sujeto completo y sin fracturas, pero tan amo como esclavo de sí mismo.

Distinto será si no olvidamos aquella recomendación freudiana de tomar cada caso como un caso único, nuevo, suspendiendo toda verdad a priori para permitir ¿qué?: la puesta en evidencia de las rajaduras del sujeto, el permanente deslizamiento del deseo y las tramposas ilusiones del yo.

Y aunque el psicoanálisis tome a los sujetos uno por uno, no por ello deja de ser "una empresa exquisitamente social", (Freud) que no ha de ser revolucionaria pero sí puede ser decisiva para la vida de una persona, y otra persona y otra persona...

No habrá que creer sin embargo que lo esperable de un analista es vivir en una especie de torre de marfil en el encierro de su consultorio; por el contrario, ha de estar muy atento a la realidad, para poder escuchar a ese sujeto que se queja de su síntoma individual, de manera conveniente.

A través de editoriales de la Gaceta Psicológica de la A.P.B.A., podemos rescatar algunos pensamientos de Beatriz Perossio. En el N° 4 de Agosto de 1977, escribía: "unirse para trabajar mejor por nuestras reivindicaciones no tiene una perspectiva sectorial sino que... quiere decir trabajar por una psicología de más elevado nivel científico e integrada nacionalmente...''; en el N° 9 de Febrero-Marzo de 1978: ``la decisión más profundamente comprometida que tenemos que tomar los argentinos en este momento necesita de un debate amplio y de libertad. Libertad para trabajar, para investigar,  para pensar y debatir” .

El artículo 6 del Código de Ética de los psicólogos dice expresamente que el psicólogo "debe abstenerse de participar activa o pasivamente en cualquier acción o forma de tortura,  tratos crueles, inhumanos o degradantes y todo tipo de apremio ilegal que atente contra los Derechos Humanos reconocidos mundialmente; incitar  a ellos, encubrirlos o intentar fomentarlos".

La masacre vivida en Argentina no es la primera. La eliminación masiva de sectores tiene una larga historia en la humanidad. Sucedió, sucede y sabemos que ha de seguir sucediendo. Nada garantiza, nada asegura que no vuelva a suceder. Quemar libros, silenciar voces es el preámbulo,  la continuación suele ser la destrucción del otro.



Citas Bibliográficas:

Sigmund Freud Epistolario Plaza y Janés Editores, 1972

(*) Diccionario de Psicoanálisis, Elisabeth Roudinesco y Marcel Plon