El 5 de Junio de 1938
llegaba a París, procedente de Viena, Sigmund Freud. La intervención del
presidente F.D. Roosevelt y de Benito Mussolini lo había hecho posible. Al día
siguiente llegaba a Londres.
S. Freud |
5 años antes le escribía
al pastor Oscar Pfister, desde Viena: "Nuestro horizonte se ha
oscurecido... ante los acontecimientos de Alemania. Tres miembros de mi
familia, dos hijos y un yerno, con los suyos buscan y aún no hayan un nuevo
país donde establecerse...".
Meses después le
escribía a Ernst, su hijo, ya exiliado: "El futuro es incierto: o el
fascismo austriaco o la cruz gamada. En este último caso tendríamos que
abandonar el país... la vida en un país extranjero no es agradable y tú, aunque
hayas tenido suerte, lo sabes bien...".
En Septiembre de 1934 Freud
le escribe a Arnold Zweig que la publicación de la revista de psicoanálisis
fundada en Roma por Eduardo Weiss había sido suspendida por una prohibición
emanada del Vaticano, por parte del padre Schmidt confidente del Papa.
En 1936 Freud festejó
sus 80 años aún en Viena, donde Thomas Mann dio una conferencia llamada
"Freud y el futuro" para honrarlo. El Ministro de Educación mandó una
felicitación por el cumpleaños pero también una orden a los periódicos,
prohibiendo, bajo pena de confiscación, publicar dentro del país la reseña del
hecho.
Ya con 30 operaciones
encima por el cáncer que lo aquejaba y pese a todo, Freud seguía escribiendo y
atendiendo pacientes. El 5 de febrero de 1937 le escribía a Max Eitington: "Es
comprensible que los pacientes no acudan en masa a un analista cuya edad ha de
inspirar escasa confianza. Abandonaría totalmente mi labor profesional pero
acostumbrado como estoy a mantener a tanta gente no me siento capaz de afrontar
la incertidumbre de no saber cuanto durarán mis ahorros. Esperemos que el
destino sea un buen administrador".
En 1938 Hitler prohibía
a los judíos alemanes dar nombres germanos a sus hijos; al respecto Freud
escribe: "a mi modo de ver, la única venganza hebrea puede ser exigir
que los nazis se abstengan de emplear los populares nombres de Juan, José y
María".
En mayo de ese año,
mientras su hija Anna iba de un lado a otro arreglando cosas con las
autoridades para poder salir y atando cabos económicos, Freud le escribe a su
hijo Ernst: "Dos esperanzas me mantienen en estos tiempos tan
miserables: volver a veros y morir en libertad". Estas últimas cuatro
palabras las escribió en inglés. Unos días después le escribe a Ernst Jones: "las
razones por las que no le he contestado antes, radica en las limitaciones
generales que afectan hoy a la correspondencia... imagínese como debe afectar
la censura a una persona que al igual que yo, ha estado siempre acostumbrada a
expresar libremente sus convicciones...".
Las ventajas que la
inmigración prometían para Anna
justificaban para Freud el sacrificio del
viaje. Seguía en esa carta a Jones, "para nosotros, los viejos... la
inmigración no hubiera valido la pena... Espero que en Inglaterra Anna pueda
hacer mucho en favor del análisis...".
Freud y su hija Anna |
Apenas unas horas
después de llegado a Londres le escribe a Eitington, "todo sigue siendo
irreal como en un sueño... las dificultades del viaje cristalizaron en una
dolorosa fatiga cardíaca para la cual me dieron dosis liberales de
nitroglicerina y estricnina... La acogida que nos dispensaron en París fue
calurosa. Estuvimos desde las 10 de la mañana hasta la 10 de la noche en casa
de Marie Bonaparte... cruzamos el canal en ferry y ya en Dover pudimos
contemplar por primera vez el mar. Jones nos esperaba en Victoria y nos llevó
en coche hasta nuestra casa. Lo deleitoso de cuanto nos rodea (que casi me
impulsa a gritar Heil Hitler) se mezcla con el descontento originado por este
ambiente extraño... Cuanto tiempo seguirá siendo capaz de trabajar este
fatigado corazón? Aquí no abren las cartas ".
Estaba inundado
de flores, dulces, respondiendo cartas de amigos y extraños, con cazadores de
autógrafos, chiflados, lunáticos y hombres que prometían la salvación y toda
clase de tentativas para convertir al incrédulo y hacer luz sobre el futuro de
Israel.
5 meses después
de su llegada a Inglaterra, se muda a otra casa en Londres; habían llegado de
Viena sus muebles, libros y toda la colección de estatuillas que Freud amaba
tanto. En Octubre de 1938 es sometido a la peor operación desde 1923, que lo
deja débil y abatido; aunque no es fácil, empieza a trabajar con 3 pacientes.
Llevaba 3 semanas y media de postoperatorio y debía guardar 6 semanas. Escribe
entonces: "Tampoco me gustaría ofender a mi propio pueblo, más ¿ qué
puedo hacer? Me he pasado la vida
defendiendo lo que consideraba como una verdad científica, aún cuando resultara
poco cómodo y desagradable para mis congéneres y no voy ahora a terminar mi
vida con una deserción... se nos ha reprochado a los judíos que el transcurso
de los siglos nos ha hecho cobardes (en tiempos fuimos un pueblo valiente). En
tal transformación no tuve yo arte ni parte. Por ello debo arriesgarme".
Cuál era el
riesgo?. La publicación del trabajo sobre Moisés.
Desde esa casa
en Maresfield Garden le escribe al escritor de "Time and Tide" en
Inglaterra quien le había solicitado que contribuyera a un número especial
sobre antisemitismo: "Llegué a Viena cuando tenía 4 años, procedente de
una pequeña ciudad de Moravia. Después de 78 años de asiduo trabajo hube de
dejar mi hogar, vi disuelta la sociedad científica que había fundado, nuestras
instituciones destruidas, nuestra editora ocupada por los invasores, los libros
que había publicado confiscados o reducidos a pulpa, mis hijos expulsados de
sus ocupaciones. ¿No piensa Ud. que debería reservar las columnas de su número
especial para las manifestaciones de no judíos, menos afectados personalmente
que yo? En relación con esto recuerdo un viejo verso francés: "El ruido es
para el fatuo; la queja es para el tonto, el hombre honrado engañado se va sin
decir palabra".
El 19 de
septiembre de 1939, Freud le escribía a un poeta amigo: “tengo más de 83
años, debiera haber muerto ya y sólo me queda seguir el consejo de su poema:
Espera, espera”. Dos días más tarde, tomó la mano de su médico amigo Max
Schur y le recordó: "Usted me prometió que no me abandonaría cuando
llegara el momento. Ahora, esto es sólo una tortura, y ya no tiene
sentido...Háblele de esto a Anna, y si ella piensa que es justo,
terminemos"(*). Anna quiso postergar el fin pero Schur insistió, y
ella aceptó su dictamen. El médico, le aplicó tres inyecciones de morfina y el
23 de septiembre, a las tres de la madrugada, luego de dos días de coma, se
extinguió tranquilamente, después de más de treinta operaciones que se
sucedieron en el curso de 15 años, por ese cáncer que lo afectaba.
Conclusión
sublime de una vida sublime, escribiría Zweig tiempo después, una muerte
memorable en medio de la hecatombe de una época asesina.
El 8 de Agosto
de 1978, en una Argentina desgarrada por la violencia, la dirigente más
importante de los psicólogos, Beatriz Perossio, fue secuestrada en su lugar de
trabajo, la dirección de un jardín de infantes y conducida al Vesubio, uno de
los campos de tortura.
Varios años
después, a través de los testimonios de los Juicios a los Comandantes, se supo
cual fue la actitud íntegra de Beatriz cuando ya deteriorada corporalmente tuvo
que arrastrarse para llegar a eso que llamaban baño, con ambas piernas
destrozadas.
Supo Argentina
además sobre el pavoneo de Astiz frente a los secuestrados en la E.S.M.A., de
su idoneidad para adoptar la identidad de Gustavo Niño (supuestamente en la
búsqueda de un hermano desaparecido) para retomar allí, en ese centro, su
identidad de Rubio o Cuervo o Ángel. ¿No es eso una buena muestra de lo que
algunos llaman Identidad?
Pero, puede
sorprender lo de Beatriz (y lo de tantos otros), cuando por ejemplo, en la
revista "Somos", en su número de 19/9/80, en la pág. 6 se puede leer:
"...es inusitado el auge que tomaron carreras como psicología,
antropología, sociología y ciencias de la educación, son todas disciplinas que
inducen factores de cambio en las sociedades. Ese boom responde a una
estrategia marxista... desde los comienzos de la lucha antisubversiva entre los
datos que se evaluaban estaba la relación psicoanálisis - terrorismo".
Esos fervientes
defensores del orden perverso que estaban en la década del 30 alrededor de
Uriburu, en la del 40 agitando en pro de la Alemania de Hitler, en la del 50 en
la Alianza Libertadora Nacionalista, en la del 60 en la ultraderechista
Tacuara, en la del 70 en la Triple A, sembraron con el Proceso la complicidad,
la negación de la realidad, el silenciamiento comunitario etc. a través de la
inducción de la culpabilidad social y del terror.
La sociedad argentina,
casi fascinada por el post-modernismo, ¿ha podido hablar lo necesario de sus
desaparecidos?, ¿y de los niños de esos desaparecidos?
Paradojas
insondables: hablar de post-modernidad en un país que ni siquiera alcanzó la
modernidad, dejar atrás la sociedad industrial sin haber llegado a ella, querer
construir una Identidad sobre la base de la mentira y el ocultamiento.
Pero decimos la
sociedad como si se tratara de algo que pudiera ser situado y asido
incontrovertiblemente. La Sociedad, es sin duda una abstracción; lo que sí es
situable son grupos sociales, con inclinaciones, arrebatos, emociones,
delirios, fanatismos, ilusiones, preocupaciones, represiones, traiciones.
Millones de
muertos por desnutrición, hambre, muertes perfectamente evitables según la
UNICEF, con el 2% de los gastos militares del 3er. Mundo, no parecen tornar
palabra vacía la Declaración de los Derechos del Hombre, a casi 70 años de
producida?
Con esa relación
psicoanálisis terrorismo manejada por el Proceso de algún modo coinciden por
una parte, quienes piensan al psicoanálisis como una cosmovisión, un modo de
vida, un ideario político, lo que lleva a la postura de formar fila como una
nueva clase iluminada encargada de conducir a la humanidad hacia su bien, y por
otra parte, tal vez con cierta ingenuidad, quienes piensan que puede guiarse al
otro hacia allí donde no desea ir, postura esta que no oculta su origen
conductista aunque disfrazada de psicoanálisis; progresista, por supuesto.
Es cierto que el
psicoanálisis puede ser pensado también desde su óptica adaptacionista y desde
la más mínima intervención apuntar a la adaptación del individuo al sistema, de
manera tan automática como sintomática: ciertos desarrollos plenamente
consustanciados del `american way of life' con sus ideales enfermantes no hacen
otra cosa. Esta ideología, que nada en lo imaginario, profundamente narcisista,
es la principal generadora de enfermedad, con su planteo de un sujeto completo
y sin fracturas, pero tan amo como esclavo de sí mismo.
Distinto será si no
olvidamos aquella recomendación freudiana de tomar cada caso como un caso
único, nuevo, suspendiendo toda verdad a priori para permitir ¿qué?: la puesta
en evidencia de las rajaduras del sujeto, el permanente deslizamiento del deseo
y las tramposas ilusiones del yo.
Y aunque el
psicoanálisis tome a los sujetos uno por uno, no por ello deja de ser "una
empresa exquisitamente social", (Freud) que no ha de ser
revolucionaria pero sí puede ser decisiva para la vida de una persona, y otra
persona y otra persona...
No habrá que creer sin
embargo que lo esperable de un analista es vivir en una especie de torre de
marfil en el encierro de su consultorio; por el contrario, ha de estar muy
atento a la realidad, para poder escuchar a ese sujeto que se queja de su
síntoma individual, de manera conveniente.
A través de editoriales
de la Gaceta Psicológica de la A.P.B.A., podemos rescatar algunos pensamientos
de Beatriz Perossio. En el N° 4 de Agosto de 1977, escribía: "unirse
para trabajar mejor por nuestras reivindicaciones no tiene una perspectiva
sectorial sino que... quiere decir trabajar por una psicología de más elevado
nivel científico e integrada nacionalmente...''; en el N° 9 de
Febrero-Marzo de 1978: ``la decisión más profundamente comprometida que tenemos
que tomar los argentinos en este momento necesita de un debate amplio y de
libertad. Libertad para trabajar, para investigar, para pensar y debatir” .
El artículo 6 del Código
de Ética de los psicólogos dice expresamente que el psicólogo "debe
abstenerse de participar activa o pasivamente en cualquier acción o forma de
tortura, tratos crueles, inhumanos o
degradantes y todo tipo de apremio ilegal que atente contra los Derechos
Humanos reconocidos mundialmente; incitar
a ellos, encubrirlos o intentar fomentarlos".
La masacre vivida en
Argentina no es la primera. La eliminación masiva de sectores tiene una larga
historia en la humanidad. Sucedió, sucede y sabemos que ha de seguir
sucediendo. Nada garantiza, nada asegura que no vuelva a suceder. Quemar libros,
silenciar voces es el preámbulo, la
continuación suele ser la destrucción del otro.
Citas Bibliográficas:
Sigmund Freud Epistolario Plaza y Janés Editores, 1972
(*)
Diccionario de Psicoanálisis, Elisabeth Roudinesco y Marcel Plon