Enseñanza, transmisión y estilo en psicoanálisis[1].
La enseñanza del psicoanálisis en
general y la formación de los analistas en particular constituyen un asunto de
múltiples aristas[2].
Desde Freud la problemática de la transmisión del psicoanálisis fue zanjada por
distintas instituciones y agrupaciones de diferentes modos, aunque en general
se coincide en un punto: es condición necesaria el análisis del que se
convertirá en analista[3].
S. Freud |
Partimos de esa condición necesaria
pero no suficiente, entonces nos preguntamos con Lacan cómo se enseña
eso que el psicoanálisis nos enseña (Lacan 1957), interesante formulación del
problema, ya que nos da un punto de apoyo firme: la enseñanza del psicoanálisis
debe llevar la marca de eso de lo que se trata en un análisis.
El psicoanálisis nos enseña que el
inconciente no es profundo, no se confunde con “concepciones homónimas a las
que él no debe nada”.
“El inconsciente es ese discurso
del Otro en que el sujeto recibe, bajo la forma invertida que conviene a la
promesa, su propio mensaje olvidado.”
J. Lacan |
El
psicoanálisis nos enseña que: “El síntoma psicoanalizable... está sostenido por
una estructura que es idéntica a la estructura del lenguaje.”El síntoma se lee
“porque él mismo está inscrito en un proceso de escritura” [4].
La formación
del analista no puede obviar la sujeción a las leyes del lenguaje, no puede
obviar la problemática del lenguaje[5].
Todo
esto que recaban estas citas puede considerarse como algo perimido, puede
pensarse que Lacan necesitó enfatizar este sesgo de la enseñanza por el
extravío de los psicoanalistas que fundaban su práctica en supuestos
pre-freudianos, puede leerse como un intervención puntual al estado de cosas de
su época. Todo eso tiene un filón de verdad, pero además hay que considerar que
esa intervención apunta a cuestiones de estructura más allá de un momento,
apunta a la resistencia de los propios analistas al descubrimiento freudiano,
que es la resistencia de cualquier ser hablante en tanto la radical
ajenidad del inconciente desnuda la ilusión de autonomía del yo, la de ser amo
de la palabra.
Binswanger |
Freud en una
carta a Bingswanger afirma: “En verdad,
no hay nada para lo que el hombre, por su organización, sea menos apto que el
psicoanálisis”[6].
En
relación a esto, una cita de “Lo inconciente” (Freud 1915): “...por la
investigación analítica llegamos a saber que una parte de estos procesos
latentes poseen caracteres y peculiaridades que nos parecen extraños y aun increíbles, y contrarían
directamente las propiedades de la conciencia que nos son familiares...”
He ahí lo unheimlich (lo ominoso, lo siniestro, lo no
familiar) que el yo no tolera. Este sentimiento unheimlich que en
ocasiones provoca lo inconciente.
¿Cómo entonces transmitir el psicoanálisis si por aquella
“organización” –léase narcisista- ese saber no sabido es radicalmente extraño?
Decíamos que la enseñanza del psicoanálisis debía llevar la
marca de aquello de lo que se trata en un análisis. ¿Qué? El encuentro con el
inconciente.
Un pequeño desvío para volver al asunto desde otra perspectiva.
Es instructivo leer por ejemplo esa referencia que Lacan toma en “La dirección
de la cura y los principios de su poder”, La Psychanalyse aujourd’hui , en
particular el artículo “La terapéutica psicoanalítica” de Sacha Nacht, en donde
encontramos afirmaciones como: “El análisis dejó de ser un “estudio”
apasionante de lo inconciente, para convertirse en una labor de reorganización
de un Yo...”
Sacha Nacht |
O la siguiente idea acerca de la “regla
fundamental”: “Debe poder llegar así él
mismo a “asociar libremente” en torno al contexto proporcionado por el enfermo.
Solamente en un segundo tiempo, este trabajo irracional será
conceptualizado...”
Lo que quiero destacar es que más allá del
rechazo del inconciente que se lee allí explícitamente (porque si la
“asociación libre” es un trabajo “irracional” lo que se rechaza es la razón
freudiana), más allá de eso, el recorrer el texto, la letra misma, transmite,
en su tono, que del inconciente freudiano no hay allí ni rastros. No por nada
Freud afirma que la “conjetura inconciente” (Carbajal E.) no
puede devenir en una “teoría tersa” (Freud 1915). La escritura de Freud da
testimonio de la peculiaridad de su objeto o para decirlo de otro modo: el
encuentro con ese objeto impone el estilo a su escritura[7].
Es que parafraseando a T. Adorno que dice “¿Cómo podría ser posible hablar
a-estéticamente de lo estético?”
podemos preguntarnos: ¿ se puede escribir asépticamente sobre el
inconciente freudiano, sin ser tocados por su materialidad?
Thomas Adorno |
Volvamos al final de “El
psicoanálisis y su enseñanza”, en donde Lacan nos deja una frase que con cierto
aire de enigma vincula el estilo y la transmisión: “Todo retorno a Freud que dé materia a una enseñanza digna de ese
nombre se producirá únicamente por la vía por la que la verdad más escondida se
manifiesta en las revoluciones de la cultura. Esta vía es la única formación
que podemos pretender transmitir a aquellos que nos siguen. Se llama: un
estilo.”
¿Se
transmite un estilo? Se transmite eso que impone, por ejemplo a Freud, una
escritura tan peculiar que lo aleja del ideal de la “teoría tersa”.
En la entrevista con Paolo Caruso Lacan afirma que su retorno a Freud implica
que los lectores lo lean con seriedad, “...saber leer un texto, comprender lo
que quiere decir, darse cuenta de qué «modo» está escrito (en sentido musical),
en qué registro, implica muchas otras cosas, y sobre todo, penetrar en la
lógica interna del texto en cuestión...”. Para esto no hay otro modo más que de
valerse del método freudiano “...al aplicar la crítica freudiana a los textos de Freud, se llegan a
descubrir muchas cosas.”.
En otra
entrevista, (Daix, Pierre 1966),
Lacan
dice que cuanto más lee a Freud, más impactado queda por su
consistencia, por su coherencia lógica.
Esta coherencia lógica encarnada en la letra de Freud ciñe ese “hecho
nuevo” que se llamó inconciente. “Un hecho nuevo implica una estructura nueva.
El inconsciente es un hecho nuevo, y aporta una desmentida a la antigua
estructura sujeto-objeto.”
Pierre Daix |
Una estructura que implica una topología específica, implica
una transmisión específica. Y si “alguna
cosa” en los Escritos de Lacan “...se transmite a nivel del estilo...”, es
respecto del objeto “a”. Así como Freud se ve necesitado de inventar un
dispositivo de escritura que de cuenta
de ese hecho nuevo, llamado
inconciente, la escritura de Lacan responde a su aporte, el objeto “a”: “Estilo jádico” “...estilo que precisa de la relación de toda la
estructuración del sujeto en torno a determinado objeto, que después es lo
que se pierde subjetivamente en la operación, por el hecho mismo de la
aparición del significante. A este objeto que se pierde lo llamo objeto en
minúscula...”
Gómgora |
“Y no sólo mi estilo en
particular, sino todos los estilos que se han manifestado en el curso de la
historia con la etiqueta de un determinado manierismo-como lo ha teorizado de
una manera eminente Góngora, por ejemplo-son una manera de recoger este
objeto...”
Si algo del estilo de Freud
ha interesado (en el sentido que lo entiende la medicina) a sus lectores, es
que una transmisión hubo allí. Si algo de la peculiaridad de ese objeto “a”
minúscula ha sido transmitido no lo fue sin el modo, el estilo manierista, del “Góngora del psicoanálisis”.
Notas
y referencias bibliográficas
1957 J.
Lacan “El Psicoanálisis y su enseñanza” Escritos I
1956
“Situación del psicoanálisis y formación del analista en 1956”
Conjetural n° 42 E. Carbajal “La conjetura inconsciente”.
T. Adorno: “El ensayo como forma”. En Notas
de Literatura.
Paolo Caruso: Conversaciones con
Lévi-Strauss, Foucault y Lacan, Barcelona, Anagrama.
“Entrevista con Pierre Daix” Traducción
Ricardo Rodríguez Ponte.
Nacht, Sacha “La terapéutica
psicoanalítica” en La Psychanalyse aujourd’hui
[1] Este trabajo fue presentado en agosto de 2007 en la XIV
Jornada Investigación en Psicología en la Facultad de Psicología de la
U.B.A. e incluido también en el libro
“Efectos de la escritura en la transmisión del psicoanálisis” Buenos Aires,
Letra Viva, 2008 (compilador: Carlos Escars).
Su título marca las insistencias de un recorrido más que la connotación
de sus términos.
[2] Entre esas aristas
habrá que distinguir la formación del analista, de la enseñanza del
psicoanálisis en ámbitos donde no necesariamente se forman psicoanalistas, una
Facultad de Psicología por ejemplo, distinción que en principio puede
entenderse de modo tajante, porque cuando un
analista “... habla ante un auditorio no preparado adquiere siempre un cariz
propagandístico”(Seminario Libro VII La ética del psicoanálisis, 16-03-1960).
Sin embargo se acorta la brecha de esa distinción cuando Lacan afirma que
“también los analistas llegan con posiciones, posturas, expectativas que no son
forzosamente analíticas” (Seminario Libro X La
angustia, 21-11-62).
[3] Por supuesto que aquí
también entran en juego posiciones encontradas respecto de lo que se procura en
un análisis y aún más respecto de lo que nombra un fin de análisis. Para este
trabajo, por lo menos, tomemos como punto de apoyo la afirmación de Freud
acerca de lo que podemos esperar del análisis del candidato a analista: “Cumple
su cometido si instila en el aprendiz la firme convicción en la existencia de
lo inconciente.” S. Freud “Análisis terminable e interminable” (1937).
[4] Todas
las citas pertenecientes a “El Psicoanálisis y su enseñanza”.
[5] Aunque
sea “lo suficiente
para permitirles distinguir el simbolismo de la analogía natural con la que lo
confunden habitualmente.” (Lacan 1956).
[6] Citado por Serge Cottet en “El acto analítico de Freud”
del libro “Freud y el deseo del analista” pág.18 Ed. “Hacia el 3er encuentro
del Campo freudiano” (1982).
[7] Para la noción de estilo
aquí utilizada remito aquí a mi trabajo “Faulkner: el
furioso estruendo de un estilo” presentado en la Jornada
“Psicoanálisis y escritura” Fac. de Psicología U.B.A. 2003, del cual extraigo
el siguiente fragmento:
“Un pequeño resto como una
entonación oída al pasar de alguna manera exterior al escritor y que sin
embargo determina su proceder narrativo.
Ese pequeño resto impone el procedimiento
narrativo en tanto una vez que se produce su descubrimiento, el autor no es
libre de hacer lo que se le plazca con él....
Querría afirmarlo de una vez: ese instante de
encuentro, ese descubrimiento, es el estilo.
No creo demasiada fructífera la idea cotidiana
de concebir al estilo como: “la manera personal de escribir que caracteriza a
un escritor”.
El estilo del escritor fuerza sus
maneras, porque si no las forzara esa escritura se tornaría estéril, se
extinguiría, apagándose como un eco entre los ecos. Así tomado, el estilo, es
la marca que, cada vez, inventa sus formas, y no la manera con la que el
escritor tramita lo que encuentra conduciéndolo a moldes ya establecidos.”