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lunes, 12 de enero de 2015

Creer allí. Cristina Curuchelar




 “La realidad trabaja en abierto misterio”

J. L Borges cita a Macedonio Fernández

     Una pregunta que surgió en el primer encuentro del ciclo de cine, luego de la proyección de la película Cinema Paradiso, aquí en la sede de Cuestiones del Psicoanálisis, se constituyó en un problema interesante para mí: ¿qué hace creíble a Totó? ¿cómo lo logra el director de la película?
Cinema Paradiso

 Siguiendo el hilo de esta indagación comenzaron algunas lecturas que me llevaron nuevamente a Cervantes y al Quijote.

 También encuentro un ensayo en el cual el autor, Daniel Attala, indaga en los vínculos entre Cervantes, Pirandello y Macedonio Fernández. El ensayo toma la referencia constante de Jorge L Borges.

     Explora aspectos del proyecto de “doble novela” en Cervantes y Macedonio. Considera la construcción del personaje y el modo en que logra Cervantes “encariñar al lector” con el personaje y la obra. Esto me interesó especialmente pues está en consonancia con el efecto que ciertas películas suscitan en el espectador.

    
Sigo yo también la referencia de Borges y tomo especialmente esta pregunta que él plantea: ¿Qué significa creer en Don Quijote?

J.L.Bórges
    En algunas oportunidades, y después de “Pierre Menard, autor del Quijote”, Borges volvió a él. En 1968, en la Universidad de Texas, dio una conferencia en inglés sobre el Quijote. Allí Borges destaca que el efecto de realidad del Quijote no se debe a que Cervantes sea un escritor realista, sino el inventor de una rara realidad, una realidad “creible” producida por una suerte de voto de confianza entre el autor y el lector. En esa suspensión de la incredulidad que esta novela logra, se encuentra para él uno de los grandes méritos  de Cervantes. El otro mérito es el sentimiento de amistad que provoca en los lectores el personaje.

    Comienza Borges esa conferencia titulada: “Mi entrañable señor Cervantes”, diciendo:


“… siempre hay placer, siempre hay una suerte de felicidad cuando se habla de un amigo. Y creo que todos podemos considerar a Don Quijote como un amigo. Esto no ocurre con todos los personajes de ficción…

Don Quijote de la Mancha
… Me pregunto cómo hizo Cervantes para lograr ese milagro, pero de algún modo lo logró.

… Ahora voy al libro mismo... Y por eso está esa relación de sueños y realidad, que es la esencia del libro…

… Así hay un personaje que es un sueño de Cervantes y que, a su vez, sueña con Cervantes y lo convierte en un sueño. Después, en la segunda parte del libro, descubrimos, para nuestro asombro, que los personajes han leído la primera parte y que también han leído la imitación del libro que ha escrito un rival… Por supuesto, desde entonces otros escritores han jugado ese juego (permítanme que recuerde a Pirandello) y también una vez lo ha jugado uno de mis escritores favoritos, Henrik Ibsen.

Y ahora llegamos a otra cosa. Algo que es tal vez tan importante como otros hechos que ya les he recordado. Bernard Shaw dijo que un escritor sólo podía tener tanto tiempo como el que le diera su poder de convicción. Y, en el caso de Don Quijote, creo que todos estamos seguros de conocerlo. Creo que no hay duda posible de nuestra convicción en cuanto a su realidad. ..Ahora bien, ¿qué significa creer en Don Quijote? Supongo que significa creer en la realidad de su personaje, de su mente. Porque una cosa es creer en un personaje, y otra muy diferente es creer en la realidad de las cosas que le ocurrieron”.


     La pregunta que hace Borges, me sugiere otra: ¿en qué cree un analista?

  En el Seminario 22 RSI (21/01/75) Lacan marca una diferencia entre creer allí y creerle/a:

     La primera cita:

Lacan
página 38: “Que el síntoma haya salido de otra parte, a saber del síntoma tal como Marx lo ha definido en lo social, no quita nada a lo bien  fundado de su empleo en, si puedo decir, lo privado. Que el síntoma en lo social se defina por la sinrazón no impide que…

página 41 “…lo que constituye el síntoma, ese algo que se besuquea con el inconsciente… es el que se cree en ello” (1)

     Entiendo que Lacan hace una precisión importante: Que uno allí, en el síntoma, desde ese lugar cree… allí el inc se hace discurso…y uno hace, allí,  desde allí, de eso una convicción, hace con eso una apuesta.


     La segunda cita:

página 41“¿Creer allí? ¿Qué quiere decir eso? Sino creer en unos seres en tanto que ellos pueden decir algo. Les pido que me encuentren una excepción a esta definición. Tratándose de seres que no podrían decir nada, que no podrían enunciar lo que se distingue como verdad y mentira, creer allí no querría decir nada. Esto es decir la fragilidad de este creer allí… Cualquiera que viene a prestarnos un síntoma allí cree… es porque cree que el síntoma es capaz de decir algo….(2)

     Leo en esta cita que:

El significante hace síntoma, pero es importante destacar también que el síntoma toma esa forma del significante.

    Aquí Lacan anuda: creer en lo que otros pueden decir

                                  creer en lo que el síntoma puede decir

   Lacan establece una diferencia entre creer allí y creerle/la. Creer en el síntoma no es lo mismo que creerle al síntoma.


“Todo discurso requiere del sujeto que éste consienta, un instante al menos, creer allí…ese instante, por impalpable que sea es tontería radical…se trata de reconocerla por lo que es…

La otra tontería, la neurótica, o la que se emparenta con esta horma social cuyo principio es en sí la igualdad y la semejanza… es la pasión por el vínculo mismo…es decir, ceder sobre la imposibilidad de que lo haya”.(3)

      La cuestión es cómo existe un sentido que no sea el de “hay relación sexual”. Es decir, ¿cómo puede existir el sentido si no hay relación sexual? La operación que hace Lacan es ubicar el sentido que surge de que no la hay…no hay una realidad última…

En ese sentido, la relación entre el sujeto y el gran Otro da lugar a que haya esta estructura de ficción que no es un “como si” sino que conlleva un valor de goce real en tanto hace síntoma.


Vuelvo a Cervantes para tomar un fragmento del último capítulo:

Cervántes
“En fin, llegó el último de don Quijote, después de recibidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote, el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió”.(4)


     Y Borges comenta este final:

“El libro entero ha sido escrito para esta escena, la muerte de don Quijote…

Cervantes se sintió tan sobrecogido por lo que estaba ocurriendo que escribió: …«dio el espíritu, quiero decir que se murió». Ahora bien, supongo que cuando Cervantes releyó esa oración debe haber sentido que no estaba a la altura de lo que se esperaba de él. Y sin embargo, también debe haber sentido que se había producido un gran milagro. De algún modo sentimos que Cervantes lo lamenta mucho, que Cervantes está tan triste como nosotros. Y por eso se le puede perdonar una oración imperfecta, una oración tentativa, una oración que en realidad no es imperfecta ni tentativa sino un resquicio a través del cual podemos ver lo que él sentía…(5)

    Tal vez no se trate de sentimiento sino de experiencia, experiencia de palabra. Una experiencia dentro de otra experiencia, la del lector. Manera “sintomática” de escribir la ficción, de saltar el  foso que se cava al constado de cada palabra.

De la ficción literaria a la ficción analítica, ¿cómo se las arregla el analista para ir a ese lugar?

      No habría análisis sin creencia y la transferencia, tal vez, pueda considerarse la ficción mayor por la que un análisis transcurre. Si el analista forma parte de la ficción transferencial es en tanto la sostiene, es decir, en tanto está en ella y por fuera a la vez.

     No puede ocurrir en su ausencia. En esta ficción hay “alguien” que sostiene creer en eso que sucede allí, que no es creérsela. Es algo que sucede contingentemente y el analista tiene que estar allí para permitir ser tomado por esa contingencia.

     Pero esto nos remite al sostén del analista ¿en qué cree el analista, cuales son sus ficciones?

     Aquí hay una vieja cuestión que es aquella del analista como producto de un análisis y su articulación con lo que se llama la formación del analista.

    Son esos puntos de “pasaje” los que parecen condicionar las características del lazo con ese campo ficcional que llamamos institución.

    Bajo qué condiciones este lazo haría posible anudar el “creer allí”…con otros. Sabemos que la ficción puede cerrarse sobre sí misma, o deslizarse hacia el delirio o la inercia.

     El espíritu de la ficción sostiene con las ficciones una relación imposible. Creer allí es creer en el real de la no relación e intentar poner en juego la estructura de ficción de la verdad.


     Concluyo con estas palabras de Borges:

“…Creo que los hombres seguirán pensando en Don Quijote porque después de todo hay una cosa que no queremos olvidar: una cosa que nos da vida de tanto en tanto, y que tal vez nos la quita, y esa cosa es la felicidad. Y, a pesar de los muchos infortunios de Don Quijote, el libro nos da como sentimiento final la felicidad… de algún modo Don Quijote -más allá del hecho de que nos hemos puesto un poco mórbidos, de que todos hemos sido sentimentales con respecto a él- es esencialmente una causa de dicha. Siempre pienso que una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida es haber conocido a Don Quijote”. (6)


Trabajo presentado en la IX Jornada Anual de Cuestiones del Psicoanálisis, “Pulsión y ficción. Lógica de discurso”, 5 de diciembre 2009

(1) J.Lacan Seminario 22 RSI (21/01/75)

(2) Idem 1

(3) J.C.Milner “Los nombres indistintos”. Cap: La tontería

(4) Miguel de Cervantes Saavedra. “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” Segunda parte. Cap LXXIV

(5) J.L.Borges ”Mi entrañable señor Cervantes” Conferencia (1968)


(6) J.L.Borges  idem 5

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