"No soy niño, aunque parezco niño, sino más viejo que Saturno. Yo soy
anterior al tiempo todo".
Dafnis y Cloe o las pastorales. Longo.
Dafnis y Cloe o las pastorales. Longo.
Filetas es un viejo pastor, respetado en un pueblo de
pastores. La vejez lo llevó al reposo. Cultiva con sus propias manos un huerto
que según cuenta "cuanto se cría en todas las estaciones, allí se
encuentra cuando la estación llega". En este huerto hay árboles, y también
flores, muchas flores, de distinto tipo. Dice que los pájaros acuden a bandadas
cuando amanece; unos vienen a picar, otros para cantar a gusto porque es de su
agrado la sombra y los tres arroyos que por allí pasan.
Filetas, además, lleva en su cuerpo historia de Amor.
Dafnis y Cloe son dos chicos, pastores de ovejas, chivos y
cabras; él es un muchacho de quince años, ella...Cloe, tiene trece. Desde muy
chicos pastorean juntos y, como en muchas otras ocasiones, en esta se
encontraban jugando, luchando y forcejeando. Como chicos luchaban hasta caerse
en un abrazo, para así rodar buscando estar, cada cual a su vez, uno encima del
otro. Así se divertían cuando se les apareció el viejo Filetas. Filetas estaba
dispuesto a hablarles y se les presentó: "Yo hijos míos, soy el viejo
Filetas, el que tantos cantares entonó a estas Ninfas y tantas veces tocó la
flauta en honor de aquel Pan. Con mi música sólo he guiado yo numerosa vacada.
Ahora vengo a vosotros para contaros lo que vi y participaros lo que
oí..."."...Hoy (en mi huerto), a eso de mediodía; he sorprendido a un
muchacho que tenía granadas y arrayán, y era blanco como la leche, rubio como
la llama y limpio y luciente como recién salido del baño. Estaba desnudo y solo
se entretenía en saquearme el huerto como si fuera suyo. En balde me eché sobre
él para prenderle, receloso de que me destrozase arrayanes y granados con sus
travesuras, porque él me esquivó ágil y leve, ora deslizándose entre los
rosales, ora escabulléndose entre las malvalocas como perdigonzuelo".
Filetas, que como pastor supo ser ducho en agarrar chivos y
cabras, se dio cuenta que esta "res" era de otro orden, y que no habría
quien sepa cazarla. Entonces, abandonando los esfuerzos, empieza a hablarle:
le pregunta enojado, enérgicamente ¡quién de sus vecinos era y porqué entraba
así a robarle!
El muchacho se le acerca, sin responder palabra, se pone junto
a él y sonriendo con singular ternura le arroja a la cara los granos de mirto.
Cuenta Filetas, que no sabe cómo pero le ablandó el corazón
y le quitó el enojo. Le pidió que se dejase agarrar, que no le tuviera miedo,
que él le daría todas las flores y los frutos que quisiera, que podría volver a
su huerto todas las veces que quisiera a cambio de tener de él tan solo un beso.
"Rióse el muchacho al oírme con risa sonora, y salió de
su pecho voz más dulce que el cantar de la golondrina, del ruiseñor y del
cisne cuando es viejo como yo...¡Ay mi Filetas, dijo, nada me cuesta que me
beses!. Más gusto yo de besos que tú de remozarte. Mira, con todo, si el don
que pides conviene a tus años, los cuales no te valdrían para quedar excento
de perseguirme cuando me hubieras besado, y no hay águila ni gavilán, ni ave
alguna de rapiña que me alcance, por ligera que sea".
"No soy niño, aunque parezco niño, sino más viejo que
Saturno. Yo soy anterior al tiempo todo".
Este extraño muchacho le dijo que lo conocía desde hacía
mucho tiempo, que había estado muy cerca de él aunque no lo viera. Que había
estado con él cuando estuvo enamorado de Amarilis. Le dijo que él le había dado
a Amarilis, esa mujer con la que tuvo hijos. Y también le dijo que hoy cuidaba
a Dafnis y Cloe.
Después de esto, salió el muchacho, revoloteando por los árboles
como un pájaro y saltando de rama en rama, Filetas pudo ver que tenía alas en
la espalda y entre las alas un arco para luego no ver nada de eso, ni tampoco
verlo más a él.
Dafnis y Cloe que escuchan a Filetas, también escucharon que
les dijo: "Ahora bien, si no he vivido en balde, si con la edad no he llegado
a perder el juicio, yo os declaro hijos míos, que estáis consagrados a Amor y
que Amor cuida de vosotros".
Amor es un dios que puede más que Júpiter, dispone los gérmenes
de donde todo nace; manda sobre los otros dioses; las flores son obra de él. Por
la virtud de Amor corren los ríos y los vientos suspiran. Aparenta ser un
niño, y tal vez lo sea y así aún, su influencia es la de un poderoso dios
entre los hombres.
De esta forma, Dafnis y Cloe, escucharon por primera vez el
nombre Amor.
Extraño dolor
Dafnis pastoreaba cabras y chivos, Cloe ovejas. Estaban todo
el día juntos hasta que, llegada la noche, cada uno se iba a su casa. Durante
el dia, mientras los animales apacentaban, Cloe, con juncos hacía jaulas para
cigarras; Dafnis cortaba cañas delgadas, de distinto tamaño, las pegaba con
cera y así armaba un cicus, al cual intentaba sacarle distintos sonidos. A
menudo compartían ambos la leche y el vino y se comían juntos la comida que
cada uno había traído.
Un día sucedió que Dafnis cayó distraídamente en una trampa
para lobos que habían hecho justamente para terminar con aquel que les comía a
sus animales. Saliendo del pozo fue hasta la fuente de las Ninfas para
limpiarse: "...se puso a lavar el cuerpo todo". "Cloe que miraba
a Dafnis le halló hermoso y, como hasta allí no había reparado en su hermosura,
imaginó que el baño se la prestaba. Cloe lavó luego las espaldas de Dafnis y
halló tan suave la piel, que de oculto se tocó ella muchas veces la suya para
decidir cuál de los dos la tenía más delicada".
Al otro día, Cloe vio a Dafnis tocando la flauta mientras
cuidaba a sus cabras. Y otra vez le pareció hermoso, y pensó que la música lo
hermoseaba. Volvió a verlo bañándose y sintió como fuego al verle, y volvió a
alabarle, y "fue principio de amor la alabanza".
Cloe empezó a sentir inquietud en el alma, no podía dominar
sus ojos y hablaba mucho de Dafnis. No comía de día, velaba de noche y
descuidaba sus ovejas. Reía ,y luego o al mismo tiempo lloraba, se dormía y se
despertaba sobresaltada. Su rostro se cubría de palidez y luego ardía de rubor.
"Nunca se agitó más becerra picada de tábano".
Ella pensaba: "Estoy mala e ignoro mi mal, padezco y no
me veo herida, me lamento y no perdí corderillo, me abraso y estoy sentada a la
sombra. Mil veces me clavé las espinas de los zorzales y no lloré, me picaron
las abejas y pronto quedé sana. Sin duda que esta picadura de ahora llega al
corazón y es más cruel que las otras".
Los regalos: artificio y malicia de los amadores
Dorcón era un joven pastor de bueyes que empezó a gustar de
Cloe. Viendo que ella no se separaba de Dafnis, para acercarse llegó con
regalos para ambos. De a poco iban disminuyendo los regalos para Dafnis y en
franco aumento los dirigidos a Cloe. Ignorante, ella, del artificio y malicia
de los amadores, tomaba los regalos y se alegraba más aún porque con ellos
podía regalar a Dafnis. Pero no tardó mucho hasta que sobrevino la contienda
entre Dorcón y Dafnis. Cloe tenía que sentenciar acerca de la hermosura. Ella
tenía que decidir quién era el más bello y como premio darle un beso.
Así primero Dorcón y luego Dafnis, fueron exaltando sus
atributos y subestimando los de su contrincante. Terminada la exposición de
Dafnis, Cloe no supo ya contenerse, "...y movida de la alabanza y más aún
del largo anhelo que por besar a Dafnis sentía, se levantó y le besó, beso
inocente y sin arte, pero harto poderoso para encenderle el alma".
Dafnis no parecía haber sido besado, sino mordido. Suspiraba
con frecuencia, no reprimía la agitación de su pecho; la miraba a Cloe y se
ponía rojo como la grana. Parecía salir de la ceguera porque empezó a mirarle
cabello, rostro y piel.
¿Qué me hizo el beso de Cloe?, se preguntaba. Sus labios son
más suaves que las rosas, su boca más dulce que un panal, y su beso más
punzante que el aguijón de las abejas, decía.
Dafnis se daba cuenta que ese beso era diferente a otros
besos. "Me falta el aliento, el corazón me palpita, se me derrite el alma,
y a pesar de todo, dice, quiero más besos...". "¡Oh, extraña
victoria!, ¡Oh dolencia nueva cuyo nombre ignoro!". Dafnis llegó a
preguntarse si Cloe no habría tomado veneno antes de besarlo.
Así se quejaba Dafnis, probando los tormentos de Amor por
primera vez.
Extraño mal
Correría de ladrones y algaradas de enemigos es lo que
también vio Longo en la pintura, esa pintura que lo impulsó a escribir su
novela. Así, los días de Dafnis y Cloe corrían también lastimados por robos,
agresiones, peleas, esbozos de guerras y ultrajes.
Finalizada una de esas jornadas, nos cuentan que llegada la
noche, Dafnis y Cloe se despidieron y se fueron a dormir. La fatiga fue remedio
del mal de Amor; pero venido el día, padecieron de nuevo el mismo mal. Se
alegraban al verse, les dolía separarse, estaban desazonados, deseaban algo e
ignoraban qué. Sólo sabían: él, que, origen de su mal era un beso, y ella, que
origen de su mal, era un baño.
Extraño este mal que requiere de un remedio, extraño el
remedio que no impide el retorno del dolor.
En una siesta, Cloe queda dormida y Dafnis se puso a
"mirarla toda", no se hartaba de mirarla y dijo en voz baja:
"¡Cómo duermen sus ojos!., ¡cómo alienta su boca!.. Ni las frutas ni el
tomillo huelen mejor...pero no me atrevo a besarla. Su beso pica en el corazón
y vuelve loco como miel nueva".
Dafnis tenía el dolor en el corazón como si hubiera tomado
ponzoña y su aliento ya era fuerte y agitado, como de alguien a quien
persiguen, ya desfallecido, como por el cansancio de la fuga. Cloe le resultaba
temible y pensaba que su alma estaba cautiva como todo él lo había estado de
piratas..."es que como pequeño que era, ignoraba las piraterías del amor".
Filetas, también podía contar lo que le había producido la
entrada de Amor en su cuerpo:"...Yo vi al toro en el celo, y bramaba como
picado por tábano, yo vi al macho enamorado de la cabra, y por todas partes la
seguía. Yo mismo cuando mozo, amaba a Amarilis, y ni me acordaba de la comida,
ni tomaba de beber, ni me entregaba al sueño. Me dolía el alma, me daba brincos
el corazón y mi cuerpo languidecía, ya gritaba como si me azotasen, ya callaba
como muerto, a veces me arrojaba al río para apagar el fuego en que me quemaba;
a veces pedía socorro a Pan, porque amó a Pitis; elogiaba a Eco, porque después
de mi, llamaba a Amarilis, o rompía mi flauta porque atraía a mis vacas y a mi
Amarilis no la atraía. Ello es que no hay remedio para Amor: ni filtro, ni
ensalmo, ni manjar con hechizo, no hay más que besos, abrazos y acostarse
juntos desnudos".
Dafnis y Cloe escucharon esto de Filetas. Se besaron y se
abrazaron, les dio vergüenza acostarse juntos pero luego lo soñaron. Al día
siguiente volvieron a jugar, a besarse y a abrazarse-..."tanto se besaron...".
Como Dafnis apretase con mayor violencia, Cloe se cayó sobre un costado, y
Dafnis, siguiendo la boca de Cloe para no perder el beso, se cayó también.
Reconocieron entonces, en aquella postura la que en sueños habían tenido, y se
quedaron así durante mucho tiempo, como si estuvieran atados.
Extraño el mal de Amor; astilla, aguijón, picadura.
Agradable el mal de Amor.
Mal que llama a un remedio, remedio que se busca y que se
desea, remedio que no está para curar porque el aguijón persiste en su agradable
dolor.
Orígenes
El presente texto lo escribí luego de haber leído y
disfrutado la novela de Longo: Dafnis y Cloe, o las pastorales. La traducción
de Valera me pareció tan bella que usé, a menudo, sus palabras, quedando las
mías para el comentario que imponía el desarrollo del trabajo. Del recorte
realizado soy plenamente responsable, tomé el sector de la novela que con más
insistencia se me impuso y el que decidí transmitir.
La lectura de este trabajo, fue realizada en "El jardín
de las delicias", espacio, que como otros hace a "Cuestiones del
psicoanálisis". Fue leído en un encuentro de analistas en la ciudad de
Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, un día de otoño del año dos mil tres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade aquí tu comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.