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miércoles, 24 de diciembre de 2014

La escucha en un tratamiento analítico. Una cuestión ética Claudia Castagnolo

     Los analizantes ya no son lo que eran. Hoy los pacientes por lo general, eligen un psicólogo por la cartilla de una obra social y en la mayoría de los casos deben pasar por una entrevista de admisión hasta que finalmente pueden consultar con un profesional. El paciente no sabe acerca de la orientación o de la desorientación del profesional que lo va a tratar, pero quiere que le solucione su problema y lo más rápido posible. Psicólogos, psicoanalistas, psicólogos sociales, coachins counselings, todos dispuestos a escuchar. Pero a escuchar qué, desde dónde.  Algunos profesionales escuchan vía skype o por teléfono y los pacientes abonan en una cuenta bancaria. Otros dicen que “mechan un poquito de cada teoría porque toman lo que le sirve”, y mi pregunta es ¿cómo hacen? Porque esas teorías se contraponen si consideramos que de entrada, nos ocupamos de diferentes sujetos, el sujeto de la ciencia y el sujeto del inconsciente. ¿Cómo podría un psicólogo cognitivo conductual mechar con el psicoanálisis? ¿Qué puede tener que ver esta práctica con la práctica analítica? ¿Qué de la política del síntoma? ¿Qué de la premisa del psicoanálisis, la regla fundamental? ¿Qué de la transferencia?

Controversias teóricas
 
 Sergei Pankejeff, el hombre de los lobos
     Después de más de cien años del descubrimiento freudiano pareciera que estamos peor y entre los analistas también encontramos divergencias. ¿Cómo seguimos? Cuando Freud escribió: “De la historia de una neurosis infantil” el caso del hombre de los lobos en 1914 dijo: “Igualmente imposible me resulta entablar una discusión con trabajadores del campo de la psicología o de las teorías de las neurosis que no admitan las premisas del psicoanálisis y juzguen artificiosos sus resultados. Pero, junto a ellos, se ha desarrollado en los últimos años una oposición de parte de otros que, al menos así opinan ellos, pisan el terreno del análisis, no ponen en tela de juicio su técnica ni sus resultados, sino que sólo se consideran autorizados a deducir del mismo material consecuencias diversas y a someterlo a otras concepciones. Ahora bien, la controversia teórica es la más de las veces infecunda. Tan pronto uno empieza a distanciarse del material del que debe nutrirse, corre el riesgo de embriagarse con sus propias aseveraciones y terminar sustentando opiniones que cualquier observación habría refutado. Por eso considero muchísimo más adecuado combatir concepciones divergentes poniéndolas a prueba en casos y problemas singulares.” (1)
     Lacan en su retorno a Freud señala los desvíos producidos por los postfreudianos y ubica la noción de significante dando un otro estatuto a la palabra del paciente. La palabra ocupa un lugar privilegiado, se trata de la función de la palabra en el campo del lenguaje, con lo cual se trata del lugar que ocupan en un discurso en donde radica su importancia, lo que conlleva su rol protagónico en la supresión de un síntoma en la que un sujeto no es ajeno a su padecimiento y por lo cual tiene comprometida su responsabilidad subjetiva. Pero nosotros somos responsables de una escucha, “Que el paciente olvide que se trata únicamente de palabras, no habilita al  analista a que lo olvide”.(2)


Una cuestión de discurso
    
     Lacan formalizó lógicamente el Edipo freudiano mediante la estructura del lenguaje, “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”, articula cuatro lugares como el fundamento del discurso analítico y cada lugar como asidero de algún efecto significante. Si como producto de la división subjetiva, el objeto a, viene a funcionar respecto de la falla, el agujero, la pérdida del Otro, de acuerdo al lugar que se ocupe en un discurso se tratará de uno u otro, lo cual es esencial a la función del lenguaje. En este punto, “que se diga, queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha”. Entonces, nuevamente insiste mi pregunta por la escucha en esta época en la que impera el discurso amo y desde ese lugar se enuncia como definición de salud desde la OMS, que “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” (3)
Si tenemos en cuenta esta definición nos encontramos ante un intento infructuoso de hacer encajar un síntoma en las benditas y sagradas clasificaciones del DSM. Si la desestimamos, los que no encajamos en el sistema somos nosotros. La industria farmacológica, tecnológica y la ciencia fabrican la ilusión de hacer posible el acceso a una felicidad inmediata y garantizarla. 
     Para eso, el amo ordena al esclavo hacer algo, porque el esclavo sabe cómo hacerlo. En “Del discurso psicoanalítico” Lacan dice: “La crisis, no del discurso del amo, sino del discurso del capitalista, que es el sustituto, está abierta. No se trata en absoluto de que yo les diga que el discurso capitalista sea tonto, al contrario es locamente astuto. Locamente astuto, pero destinado a reventar. Finalmente, después de todo es lo que se ha hecho de más astuto como discurso. Pero no menos destinado a reventar. Esto porque es insostenible. (…) Una pequeña inversión entre el S1 y el S, que es el sujeto (…) basta para que marche sobre ruedas, no puede marchar mejor, pero justamente marcha demasiado rápido, se consuma tan bien que se consume”. (4)
     De la experiencia analítica sabemos que el sujeto está atravesado de raíz por su división subjetiva, lo que imposibilita cualquier estado de completud que este discurso pretende imponer.

Un otro lugar (a) la palabra

     La dirección de la cura en un análisis es el tratamiento por las palabras para acceder a la verdad del sujeto del inconsciente, a algo del orden de “su” verdad y es ese el principio de su poder en la cura, lo cual no es lo mismo que el poder por sobre la palabra del paciente. Para ello, es necesario lo que Lacan ubica como el valor creador de la palabra, el símbolo emerge conformando un universo, un pasado, un camino y un destino. “A partir del momento en que una parte del mundo simbólico emerge, ella crea, en efecto, su propio pasado.” (5)
     El recorrido de un análisis, o el atravesamiento del fantasma como lo llamará Lacan, trata de hacer emerger las palabras fundantes del sujeto para poder ubicar el sentido que la vida tiene para cada sujeto, los efectos de estas palabras sobre su vida y el modo singular de satisfacer la pulsión, el modo singular de gozar, en cada quien. Crear una verdad y el pasado que la sustenta, es incurrir que esa creencia estuvo allí por siempre.
      Si todo sale bien, habrá analizante si hay análisis y habrá análisis si hay de la función deseo del analista. Un paciente da su palabra a ser escuchada, pero es por el acto analítico que se instaura el valor de la misma, el simple hecho de tratar un síntoma por la palabra, es ya una apuesta a su valor.

Notas

1 Sigmund Freud, Obras Completas; “De la historia de una neurosis infantil” Caso del hombre de los lobos
2 Jacques Lacan, Seminario XX, Aún
3 OMS, Texto aprobado en su constitución en 1948
4 Jacques Lacan, “Del discurso Mayo de 1972”
5 Jacques Lacan, Seminario II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica


Publicado en Revista Tópica Nº 2

1 comentario:

  1. Este trabajo fue publicado en la Revista Tópica N* 2. Se reproduce aquí con la autorización de la autora.

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