Los analizantes ya no son lo que eran. Hoy los pacientes por lo
general, eligen un psicólogo por la cartilla de una obra social y en la
mayoría de los casos deben pasar por una entrevista de admisión hasta
que finalmente pueden consultar con un profesional. El paciente no sabe
acerca de la orientación o de la desorientación del profesional que lo
va a tratar, pero quiere que le solucione su problema y lo más rápido
posible. Psicólogos, psicoanalistas, psicólogos sociales, coachins
counselings, todos dispuestos a escuchar. Pero a escuchar qué, desde
dónde. Algunos profesionales escuchan vía skype o por teléfono y los
pacientes abonan en una cuenta bancaria. Otros dicen que “mechan un
poquito de cada teoría porque toman lo que le sirve”, y mi pregunta es
¿cómo hacen? Porque esas teorías se contraponen si consideramos que de
entrada, nos ocupamos de diferentes sujetos, el sujeto de la ciencia y
el sujeto del inconsciente. ¿Cómo podría un psicólogo cognitivo
conductual mechar con el psicoanálisis? ¿Qué puede tener que ver esta
práctica con la práctica analítica? ¿Qué de la política del síntoma?
¿Qué de la premisa del psicoanálisis, la regla fundamental? ¿Qué de la
transferencia?
Controversias teóricas
Después de más de cien años del descubrimiento freudiano pareciera que
estamos peor y entre los analistas también encontramos divergencias.
¿Cómo seguimos? Cuando Freud escribió: “De la historia de una neurosis infantil” el caso del hombre de los lobos en 1914 dijo: “Igualmente
imposible me resulta entablar una discusión con trabajadores del campo
de la psicología o de las teorías de las neurosis que no admitan las
premisas del psicoanálisis y juzguen artificiosos sus resultados. Pero,
junto a ellos, se ha desarrollado en los últimos años una oposición de
parte de otros que, al menos así opinan ellos, pisan el terreno del
análisis, no ponen en tela de juicio su técnica ni sus resultados, sino
que sólo se consideran autorizados a deducir del mismo material
consecuencias diversas y a someterlo a otras concepciones. Ahora bien,
la controversia teórica es la más de las veces infecunda. Tan pronto uno
empieza a distanciarse del material del que debe nutrirse, corre el
riesgo de embriagarse con sus propias aseveraciones y terminar
sustentando opiniones que cualquier observación habría refutado. Por eso
considero muchísimo más adecuado combatir concepciones divergentes
poniéndolas a prueba en casos y problemas singulares.” (1)
Lacan en su retorno a Freud señala los desvíos producidos por los
postfreudianos y ubica la noción de significante dando un otro estatuto a
la palabra del paciente. La palabra ocupa un lugar privilegiado, se
trata de la función de la palabra en el campo del lenguaje, con lo cual
se trata del lugar que ocupan en un discurso en donde radica su
importancia, lo que conlleva su rol protagónico en la supresión de un
síntoma en la que un sujeto no es ajeno a su padecimiento y por lo cual
tiene comprometida su responsabilidad subjetiva. Pero nosotros somos
responsables de una escucha, “Que el paciente olvide que se trata únicamente de palabras, no habilita al analista a que lo olvide”.(2)
Una cuestión de discurso
Lacan formalizó lógicamente el Edipo freudiano mediante la estructura
del lenguaje, “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”,
articula cuatro lugares como el fundamento del discurso analítico y cada
lugar como asidero de algún efecto significante. Si como producto de la
división subjetiva, el objeto a, viene a funcionar respecto de
la falla, el agujero, la pérdida del Otro, de acuerdo al lugar que se
ocupe en un discurso se tratará de uno u otro, lo cual es esencial a la
función del lenguaje. En este punto, “que se diga, queda olvidado tras
lo que se dice en lo que se escucha”. Entonces, nuevamente insiste mi
pregunta por la escucha en esta época en la que impera el discurso amo y
desde ese lugar se enuncia como definición de salud desde la OMS, que “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” (3)
Si tenemos en cuenta esta definición nos encontramos ante un intento
infructuoso de hacer encajar un síntoma en las benditas y sagradas
clasificaciones del DSM. Si la desestimamos, los que no encajamos en el
sistema somos nosotros. La industria farmacológica, tecnológica y la
ciencia fabrican la ilusión de hacer posible el acceso a una felicidad
inmediata y garantizarla.
Para eso, el amo ordena al esclavo hacer algo,
porque el esclavo sabe cómo hacerlo. En “Del discurso psicoanalítico” Lacan dice: “La
crisis, no del discurso del amo, sino del discurso del capitalista, que
es el sustituto, está abierta. No se trata en absoluto de que yo les
diga que el discurso capitalista sea tonto, al contrario es locamente
astuto. Locamente astuto, pero destinado a reventar. Finalmente, después
de todo es lo que se ha hecho de más astuto como discurso. Pero no
menos destinado a reventar. Esto porque es insostenible. (…) Una pequeña
inversión entre el S1 y el S, que es el sujeto (…) basta para que
marche sobre ruedas, no puede marchar mejor, pero justamente marcha
demasiado rápido, se consuma tan bien que se consume”. (4)
De la experiencia analítica sabemos que el sujeto está atravesado de
raíz por su división subjetiva, lo que imposibilita cualquier estado de
completud que este discurso pretende imponer.
Un otro lugar (a) la palabra
La dirección de la cura en un análisis es el tratamiento por las palabras para acceder a la verdad del
sujeto del inconsciente, a algo del orden de “su” verdad y es ese el
principio de su poder en la cura, lo cual no es lo mismo que el poder
por sobre la palabra del paciente. Para ello, es necesario lo que Lacan
ubica como el valor creador de la palabra, el símbolo emerge conformando
un universo, un pasado, un camino y un destino. “A partir del momento en que una parte del mundo simbólico emerge, ella crea, en efecto, su propio pasado.” (5)
El recorrido de un análisis, o el atravesamiento del fantasma como lo
llamará Lacan, trata de hacer emerger las palabras fundantes del sujeto
para poder ubicar el sentido que la vida tiene para cada sujeto, los
efectos de estas palabras sobre su vida y el modo singular de satisfacer
la pulsión, el modo singular de gozar, en cada quien. Crear una verdad y
el pasado que la sustenta, es incurrir que esa creencia estuvo allí por
siempre.
Si todo sale bien, habrá analizante si hay análisis
y habrá análisis si hay de la función deseo del analista. Un paciente
da su palabra a ser escuchada, pero es por el acto analítico que se
instaura el valor de la misma, el simple hecho de tratar un síntoma por
la palabra, es ya una apuesta a su valor.
Notas
1 Sigmund Freud, Obras Completas; “De la historia de una neurosis infantil” Caso del hombre de los lobos
2 Jacques Lacan, Seminario XX, Aún
3 OMS, Texto aprobado en su constitución en 1948
4 Jacques Lacan, “Del discurso Mayo de 1972”
5 Jacques Lacan, Seminario II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica
Publicado en Revista Tópica Nº 2
Este trabajo fue publicado en la Revista Tópica N* 2. Se reproduce aquí con la autorización de la autora.
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