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viernes, 28 de noviembre de 2014

El tiempo del trauma. Rolando Ugena



    En un trabajo anterior, hacíamos referencia a cierta función orientadora que la noción de trauma cumplió en la obra de Freud, instrumento conceptual que a modo de brújula, encaminó su pesquisa desde los “Estudios sobre la histeria” hasta “Moisés y la religión monoteísta”. Hoy, en el ensayo de trasmitir algo de un recorrido de lectura, me parece interesante tratar de situar algunas cuestiones acerca del trauma y del tiempo.


En “Moisés y...”, ya en los finales de su vida, Freud presenta el trauma como aquellas “experiencias somáticas o percepciones sensoriales, por lo general visuales o auditivas” que por su “ocurrencia precoz en el curso de los primeros cinco años”, su contenido de índole “sexual-agresivo” y por haber sido “completamente olvidadas”, es decir reprimidas, devienen como tales. (1) La huella de esas tempranas vivencias siempre se conserva, “el individuo jamás deja de conocer los hechos olvidados...lo olvidado no está extinguido, sino sólo reprimido; sus huellas subsisten en plena lozanía...” (2)
La interpretación de los sueños, Freud


       La referencia a cómo algo puede ser olvidado y sin embargo brotar de nuevo al cabo de cierto tiempo, vuelve a exponer uno de los pilares de la teoría freudiana, ese que señala que los procesos del sistema inconsciente no sufren el desgaste del tiempo, son atemporales, como lo postulaba ya en la Interpretación de los sueños, en cuyo último párrafo dice: “el sueño nos revela el pasado...procede de él en todos sentidos...[y]la antigua creencia de que el sueño nos muestra el porvenir no carece por completo de verdad. Representándonos un deseo como realizado, nos lleva realmente al porvenir...porvenir que el soñador toma como presente [pero que]está formado por el deseo indestructible conforme al modelo de dicho pasado”(3).
Albert Einstein

      Esa afirmación, poco menos que escandalosa, escrita en tiempos en los que Jacques Lacan (1901-1981) tenía un año de vida y Albert Einstein (1879-1955) apenas pasaba los veinte y probablemente aún ni soñaba con la relatividad, no es menos perturbadora que aquella otra que nos ubica ante otro de los puntos nodales de la doctrina freudiana, la noción de “posterioridad” (Nachträglichkeit) la cual señala que la dimensión de la temporalidad y causalidad propia de lo psíquico consiste en que ciertas huellas mnémicas pueden no adquirir todo su sentido y su eficacia en forma inmediata, sino en un momento posterior. Es a partir de este esquema que para Freud hay que concebir, la mayoría de las veces, el trauma: los acontecimientos tienen una acción traumática recién en un segundo tiempo, luego que el sujeto hubo de alcanzar la “madurez sexual”.

      Es eso lo que hace que un acontecimiento determinado tenga valor de trauma para un sujeto determinado. Para decirlo con los términos que Lacan emplea en el seminario sobre La transferencia, (4): “... No es trauma simplemente lo que en un momento hace irrupción, lo que ha rajado en algún lugar un tipo de estructura que sería imaginada como total...Es que ciertos acontecimientos vienen a colocarse en un cierto lugar en esta estructura. Lo ocupan, toman el valor significante, manteniendo este lugar en un sujeto determinado. Es esto lo que hace al valor traumático de un acontecimiento.

      Lo cual nos aleja de una concepción puramente unidimensional del tiempo y la historia, y nos introduce en una temporalidad que define el pasado desde un aprèscoup y en una lógica radicalmente diferente, esa que en la vía de su retorno a Freud, fue retomada por Lacan conceptualizando en términos de significantes los dos tiempos freudianos, haciendo del a posteriori un tiempo de retroacción de un significante sobre otro por el cual la consistencia del tiempo dos, hace ex-istir el tiempo uno.

     Lógica del après-coup, lógica de la repetición de los significantes, por la cual el tiempo 1 sólo se vuelve primero après-coup, después que el tiempo 2 queda establecido como su repetición, lo que implica necesariamente además, una tarea tan rústica como concluyente: la de la operación de contar. “Nada nos faculta a hablar de repetición si no contamos un antes y un después” (6); un tiempo 1, un tiempo 2 y un tiempo enésimo; el tiempo 1 sólo será primero si un tiempo 2 lo repite, y si hay de esa operación de cuenta. Con la dificultad, estructural para el sujeto, de que en ese cálculo no puede reconocerse  como ese que cuenta,  no puede contarse a sí mismo, porque el cálculo lo efectúa lo inconsciente, un modo de decir que “la operación de contar se sitúa fuera de la serie, de la sucesión repetitiva”(6), el Uno en más dice Lacan en "La lógica del fantasma" y en "De un Otro al otro" , que hace surgir un sujeto nuevo, un sujeto en menos.

Este es uno de los ejes en los cuales Lacan ubica el concepto de repetición, el de lo simbólico. Pero, especialmente desde el seminario XI y sirviéndose de los conceptos aristotélicos de la tyche y el automaton, propone distinguir otra vertiente de la repetición, otro eje: el de lo real.

Allí, en el seminario sobre “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, se pregunta: ¿en los orígenes de la experiencia analítica, dónde encontramos lo real, ese hueso duro de roer, eso que yace más allá del automaton, de la insistencia, del retorno de los signos a que nos somete el principio del placer?. Y a modo de respuesta afirma: lo hallamos bajo la forma del trauma, de lo que tiene de inasimilable, que determina todo lo que sigue y le impone un origen al parecer accidental. Función de la tyche, de lo real como zigzagueante y fallido encuentro radical, cita una y otra vez reiterada como al azar, que se designa en la historia del psicoanálisis bajo el nombre del trauma, eso que insiste en no dejarse olvidar.(5)

El trauma se presenta entonces como el encuentro, que no ha podido ser evitado, de algo insoportable para el sujeto; encuentro con una realidad que está ahí sufriendo, aguantada, a la espera y que calladamente nos gobierna, porque exige lo nuevo. Eso ante lo cual todas las palabras se detienen, el objeto de angustia por excelencia (recordemos el sueño de la inyección de Irma), eso que vuelve siempre en ese lugar en donde el sujeto pifia, falla, tropieza, eso que no cesa de no escribirse, real de la castración, del sufrimiento y la muerte como aparece en el sueño del niño muerto que arde, en La interpretación de los sueños.

Repetición que para Freud se renueva sin cesar, porque tanto es consecuencia del trauma como vana tentativa por anularlo, por hacer algo con él y que lleva al sujeto más allá del principio del placer. Marca del trauma estructural y de la impotencia del sujeto para borrarla; indicio de la pulsión de muerte, que está en el nudo de la estructura produciendo, promoviendo la organización simbólica y permanece en la base de todo amparo imaginario.

Dimensión del tiempo que también abre interrogantes:            ¿ puede existir lo traumático por fuera del efecto retroactivo?,  ¿cuál sería el estatuto de aquél tiempo 1 si la operación de contar quedara trunca o en suspenso?, ¿estaríamos en ese caso frente a un por fuera del tiempo, una pura continuidad sin chance alguna de entrar en el encadenamiento que implica un pasado, un presente, un futuro, congelado en un momento de la vida sin probabilidad de construir una historia?.

Pero aseverar que puede existir lo traumático por fuera del a posteriori, sería quizás rechazar lo más original del pensamiento freudiano, cuando afirma que hay una disparidad entre el primer tiempo, el de la huella mnémica, la impresión, la percepción y el segundo, el de la representación, tiempo de latencia, tiempo en suspensión que para Freud es el verdadero tiempo del trauma.



2005



Notas Bibliográficas



(1)  Moisés y la religión monoteísta, S. Freud, Obras Completas, Biblioteca Nueva, página 3285.

(2)  Moisés y la religión monoteísta, S. Freud, Obras Completas, Biblioteca Nueva, página 3298.

(3)  La interpretación de los sueños, S. Freud, Obras Completas, Biblioteca Nueva, página 720.

(4)  Jacques Lacan, La transferencia, clase del 24 de Mayo de 1961.

(5)  Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, J. Lacan, Clase del 12 de febrero de 1964.

(6)  Los ojos de Laura, Nasio Juan D., Amorrortu Editores.

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