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martes, 2 de diciembre de 2014

Clínica y deseo del analista. Pablo Grimoldi



Si tomamos un planteo clásico de la filosofía sobre la diversidad de los entes nos referiremos, una vez más, a la forma en que Lacan instala el problema del SABER. Tenemos que referirnos a esto porque nos permite diferenciar SABER - VERDAD y CONOCIMIENTO. El estatuto del saber no nos resulta superfluo porque lo encontramos en muchas afirmaciones cotidianas: saber inconsciente, saber no sabido, saber del psicoanalista y un amplio sector del trabajo con el concepto de transferencia nos deja en el planteo del sujeto-supuesto-saber.

Me parece importante poder establecer diferencias para apresar las líneas, los hilos de lo que llamamos clínica psicoanalítica. El asunto creo que es complejo porque los hilos que armamos no son todos iguales, no se aúnan y a su vez no se mantienen claros en su diferencia y encima se cruzan, se superponen... y no lo hacen caprichosamente ( la presentación del grupo de lectura puede dar testimonio en pocas palabras de esta complejidad ). Además estamos aprendiendo a preguntarnos si la particularidad de la clínica psicoanalítica tiene su consistencia en los hilos mismos, en los cruces y anudamientos mismos o en aquello que hace posible el anudamiento o en lo que resulta del anudamiento.

El planteo clásico de la filosofía que traigo para recordar es el que clasifica a los entes en entes sensibles, entes físicos, entes ideales y valores. Tomamos aquí a los entes ideales que son por ejemplo los matemáticos: los números, las figuras, los cuerpos geométricos ( hay otros entes ideales también como lo son las relaciones de identidad, la igualdad, la diferencia, la relación de mayor y menor, y otros). La característica principal de estos entes es su INTEMPORALIDAD, se caracterizan por no ser temporales, porque si lo fueran tendrían que haber tenido un comienzo en el tiempo, es decir que tendría que pensarse que hubo una época en la cual por ejemplo no existía el número 5 y de la misma manera podría llegar otra época en donde éste número desaparezca.

El planteo de que no haya existido el número 5 en una época o que en otra desaparezca, la consideran un absurdo y lo resuelven diciendo que a los entes matemáticos y sus relaciones, el tiempo no los afecta en absoluto. El tiempo solo tiene relación con el espíritu del hombre que es el que conoce a los entes y esto sí es susceptible de ser fechado. Así puede decirse que en el siglo VI a. C. se descubre el Teorema de Pitágoras, pero que el descubrimiento tenga autor y fecha no supone que lo tenga lo descubierto. La relación que se da en el teorema entre los lados del triángulo rectángulo es algo totalmente desvinculado del tiempo: esa relación vale desde siempre y para siempre.

Esa relación es descubierta, no es invento o producción, hasta entonces estuvo cubierta por el hombre, estuvo oculta y Pitágoras la saca a la luz pero la relación "ERA" aunque ningún hombre la conociera.

Bueno, en el mismo nivel pone Lacan el campo del álgebra, a la lógica que maneja la ciencia o a cualquier otro orden controlable al que se lo califica de verídico. Cita a Cantor y su dimensión del transfinito en los números, para preguntar: "¿ significa que este orden estaba esperando la operación de Cantor desde la total eternidad?”.

Esto lo pasamos fácilmente a nuestros asuntos y parafraseamos: ¿significa que el orden de los inconsciente y sus efectos: sueño, fallido, síntomas, neurosis, ¿estaban esperando la operación de Freud desde la eternidad?.

Lacan dice: "obviamente no vamos a cuestionar que el inconsciente haya hecho sentir sus efectos antes del acta-acto del nacimiento del psicoanálisis, pero de todos modos no está de más preguntar ¿quién lo sabía?". Aquí hay una articulación que no se puede escurrir: sueños, fallidos, síntomas, histeria vienen sucediendo pero no se saben hasta que Freud no las toma, produciendo que tengan el estatuto de suceso que no había.

El organicismo dice que el descubridor da con el orden que un suceso porta en su esencia, descubre lo que ya estaba... y no es falso decir que creen que las leyes descubiertas estaban desde tiempos inmemorables.

El planteo de Lacan sigue: "Está claro que la realidad es anterior al conocimiento, pero ¿el saber?. El saber no es el conocimiento”. Un ejemplo más: el saber vivir, el saber hacer, para esto no se requiere conocimiento. En este contexto y a los fines de precisar un poco, al teorema de Pitágoras y su sistema de relaciones lo podemos estudiar y así lo conocemos, una vez descubierto lo podemos conocer. Lo mismo pasa con las teorías de Cantor y con otras teorías que se tornan objeto de conocimiento para un sujeto del conocimiento, pero este no es el campo del saber. El saber está en lo que constituye el principio que estructura la experiencia. Lacan lo dice innumerables veces sobre muchos ejemplos: combinatoria significante, manipulación de letra, manipulación de cifra, relación del ser parlante al lenguaje... puntos específicos del acto y sus consecuencias. Y porque Lacan es psicoanalista y ya ha metido allí "otra cosa", anota lo que la ciencia desconoce: "La condición del progreso de la ciencia, es que no quiere saber nada de las consecuencias que este saber (el que estructura la experiencia) comporta a nivel de la verdad. A las consecuencias se las deja desarrollarse solas".

La verdad, es otro de los hilos que arma a la clínica psicoanalítica. El conocimiento no; no se constituye en vía de anudamiento justamente porque su esencia cobra consistencia en el desconocimiento de la combinatoria significante que lo produce. Más aún cuando ni siquiera se topa como la lógica (lógica de los cuantifícadores) con lo que ubican como lo INDECIDIBLE. Dicho sea de paso, este agujero de la lógica es el que revisa minuciosamente Lacan para darle lugar a la pregunta "¿qué es la verdad?".

Si volvemos a los entes ideales de la filosofía, podemos rescatar el hilo del saber ya que lo que deja entrever es que, como en el caso de Pitágoras, las relaciones estaban, el saber de esas relaciones estaba y solo fue necesario descubrirlas. La idea de que el alma haya almacenado desde tiempos inmemoriales, una cantidad de saberes, es lo que forma la base de la reminiscencia. La afirmación es que se recuerda lo que se sabe. Lo que rescatamos es que con este mito se instala la idea del sujeto como soporte del saber y a su vez no responde a la pregunta de cómo nace el saber de tal forma que sea sostenido por un sujeto. De hecho, la filosofía no tiene por qué plantearse esta pregunta... ¡si no hay un deseo que la motive!.

Si consideramos la situación hipotética de una proliferación de saber infinita e indefinida... ¿en qué afectaría al sujeto?, ¿ qué relación habría entre saber y verdad? La existencia de esta articulación... ¿no es la que introdujo Freud como y por un nuevo deseo en el mundo?.

Pensemos en la importancia que le dio a las teorías sexuales infantiles, que tanto extrañan y subestiman los adultos por su falta de adecuación a la verdad que conocen por la lógica y la ciencia, a lo que Freud se oponía diciendo que algo de verdad tenían, porque esa aparente construcción fantástica portaba una relación con lo que al nene le acontecía en el cuerpo como goce.

Así, las líneas de nuestra experiencia tienen que ligar VERDAD, SABER, CUERPO  ( GOCE ) .

Si volvemos a la pregunta del comienzo, en donde los efectos del inconsciente ya estaban antes de Freud... pero ¿quién lo sabía?, lo que tenemos que enlazar como un hilo más es el DESEO DEL ANALISTA, porque la verdad del lazo que armamos no va de suyo, de hecho no tiene valor para otros discursos. La verdad que plantea Freud en los sueños y en los síntomas, necesariamente lo tiene que incluir a él, no como persona sino como deseo inconsciente. Esto está en consonancia con la diferencia que plantea el psicoanálisis con todo el pensamiento Platónico y sus derivados, en donde "la verdad está a la espera de ser capturada".

Si nosotros pensamos las condiciones de nacimiento del saber y si postulamos con Lacan, que la verdad no está antes preestablecida, y que, se constituye en análisis como VERDAD INCURABLE articulada a la caída del sujeto-supuesto-saber, necesariamente, al deseo del analista hay que meterlo en los hilos de la clínica que hacemos.

¿Por qué Lacan insiste tanto sobre el análisis del propio analista?, ¿por qué remarca la condición de haber alcanzado el analista, en su análisis, en su final, la evocación de la verdad?. Esto es algo en lo que insiste de muchas maneras: lo hace también para darle marco al establecimiento de sujeto-supuesto-saber, a su caída, y a la constitución de la función del objeto a como resto... "experiencia por la que se supone que el analista tiene que haber pasado".

Me parece importante tomar la pregunta que hace Lacan al respecto: ¿cómo puede ser que el analista, luego de haber pasado en su propio análisis, por la experiencia de la destitución del sujeto-supuesto-saber, la experiencia de que algo queda irreductiblemente limitado en ese saber, la experiencia de la división del sujeto por el objeto a, que el analista que tuvo y que fue soporte-instrumento de estas operaciones que concluyeron en su caída... ¿cómo puede ser que después de haber pasado por esto, se ocupe el lugar de analista?.

           En forma, por cierto muy provisoria, podemos decir que el deseo del analista encuentra o va al encuentro, apunta a "algo" que se relaciona con su propia experiencia como analizante, pero no como experiencia pasada, sino como experiencia a pasarla cada vez. Si esto es así, ¿no lo convierte al analista a su vez en analizante, cada vez?

2008

Trabajo realizado en el marco de un Grupo de Lectura, "Clínica y deseo de analsita. Cuestiones de discurso", en 2008, en Cuestiones del Psicoanálisis.
Publicado en "Bahn 3. Cuestiones del psicoanálisis. Objeto y representación, 2008 

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