Si
tomamos un planteo clásico de la filosofía sobre la diversidad de los entes nos
referiremos, una vez más, a la forma en que Lacan instala el problema del
SABER. Tenemos que referirnos a esto porque nos permite diferenciar SABER -
VERDAD y CONOCIMIENTO. El estatuto del saber no nos resulta superfluo porque lo
encontramos en muchas afirmaciones cotidianas: saber inconsciente, saber no
sabido, saber del psicoanalista y un amplio sector del trabajo con el concepto
de transferencia nos deja en el planteo del sujeto-supuesto-saber.
Me
parece importante poder establecer diferencias para apresar las líneas, los
hilos de lo que llamamos clínica psicoanalítica. El asunto creo que es complejo
porque los hilos que armamos no son todos iguales, no se aúnan y a su vez no se
mantienen claros en su diferencia y encima se cruzan, se superponen... y no lo
hacen caprichosamente ( la presentación del grupo de lectura puede dar
testimonio en pocas palabras de esta complejidad ). Además estamos aprendiendo
a preguntarnos si la particularidad de la clínica psicoanalítica tiene su
consistencia en los hilos mismos, en los cruces y anudamientos mismos o en
aquello que hace posible el anudamiento o en lo que resulta del anudamiento.
El
planteo clásico de la filosofía que traigo para recordar es el que clasifica a
los entes en entes sensibles, entes físicos, entes ideales y valores. Tomamos
aquí a los entes ideales que son por ejemplo los matemáticos: los números, las
figuras, los cuerpos geométricos ( hay otros entes ideales también como lo son
las relaciones de identidad, la igualdad, la diferencia, la relación de mayor y
menor, y otros). La característica principal de estos entes es su
INTEMPORALIDAD, se caracterizan por no ser temporales, porque si lo fueran
tendrían que haber tenido un comienzo en el tiempo, es decir que tendría que
pensarse que hubo una época en la cual por ejemplo no existía el número 5 y de
la misma manera podría llegar otra época en donde éste número desaparezca.
El
planteo de que no haya existido el número 5 en una época o que en otra
desaparezca, la consideran un absurdo y lo resuelven diciendo que a los entes
matemáticos y sus relaciones, el tiempo no los afecta en absoluto. El tiempo
solo tiene relación con el espíritu del hombre que es el que conoce a los entes
y esto sí es susceptible de ser fechado. Así puede decirse que en el siglo VI
a. C. se descubre el Teorema de Pitágoras, pero que el descubrimiento tenga
autor y fecha no supone que lo tenga lo descubierto. La relación que se da en
el teorema entre los lados del triángulo rectángulo es algo totalmente
desvinculado del tiempo: esa relación vale desde siempre y para siempre.
Esa
relación es descubierta, no es invento o producción, hasta entonces estuvo
cubierta por el hombre, estuvo oculta y Pitágoras la saca a la luz pero la
relación "ERA" aunque ningún hombre la conociera.
Bueno,
en el mismo nivel pone Lacan el campo del álgebra, a la lógica que maneja la
ciencia o a cualquier otro orden controlable al que se lo califica de verídico.
Cita a Cantor y su dimensión del transfinito en los números, para preguntar:
"¿ significa que este orden estaba esperando la operación de Cantor desde
la total eternidad?”.
Esto
lo pasamos fácilmente a nuestros asuntos y parafraseamos: ¿significa que el
orden de los inconsciente y sus efectos: sueño, fallido, síntomas, neurosis,
¿estaban esperando la operación de Freud desde la eternidad?.
Lacan dice: "obviamente
no vamos a cuestionar que el inconsciente haya hecho sentir sus efectos antes
del acta-acto del nacimiento del psicoanálisis, pero de todos modos no está de
más preguntar ¿quién lo sabía?". Aquí hay una articulación que no se puede
escurrir: sueños, fallidos, síntomas, histeria vienen sucediendo pero no se
saben hasta que Freud no las toma, produciendo que tengan el estatuto de suceso
que no había.
El organicismo dice que el
descubridor da con el orden que un suceso porta en su esencia, descubre lo que
ya estaba... y no es falso decir que creen que las leyes descubiertas estaban
desde tiempos inmemorables.
El planteo de Lacan sigue:
"Está claro que la realidad es anterior al conocimiento, pero ¿el saber?.
El saber no es el conocimiento”. Un ejemplo más: el saber vivir, el saber
hacer, para esto no se requiere conocimiento. En este contexto y a los fines de
precisar un poco, al teorema de Pitágoras y su sistema de relaciones lo podemos
estudiar y así lo conocemos, una vez descubierto lo podemos conocer. Lo mismo
pasa con las teorías de Cantor y con otras teorías que se tornan objeto de
conocimiento para un sujeto del conocimiento, pero este no es el campo del
saber. El saber está en lo que constituye el principio que estructura la
experiencia. Lacan lo dice innumerables veces sobre muchos ejemplos:
combinatoria significante, manipulación de letra, manipulación de cifra,
relación del ser parlante al lenguaje... puntos específicos del acto y sus
consecuencias. Y porque Lacan es psicoanalista y ya ha metido allí "otra
cosa", anota lo que la ciencia desconoce: "La condición del progreso
de la ciencia, es que no quiere saber nada de las consecuencias que este saber
(el que estructura la experiencia) comporta a nivel de la verdad. A las
consecuencias se las deja desarrollarse solas".
La verdad, es otro de los
hilos que arma a la clínica psicoanalítica. El conocimiento no; no se
constituye en vía de anudamiento justamente porque su esencia cobra
consistencia en el desconocimiento de la combinatoria significante que lo
produce. Más aún cuando ni siquiera se topa como la lógica (lógica de los
cuantifícadores) con lo que ubican como lo INDECIDIBLE. Dicho sea de paso, este
agujero de la lógica es el que revisa minuciosamente Lacan para darle lugar a
la pregunta "¿qué es la verdad?".
Si volvemos a los entes
ideales de la filosofía, podemos rescatar el hilo del saber ya que lo que deja
entrever es que, como en el caso de Pitágoras, las relaciones estaban, el saber
de esas relaciones estaba y solo fue necesario descubrirlas. La idea de que el
alma haya almacenado desde tiempos inmemoriales, una cantidad de saberes, es lo
que forma la base de la reminiscencia. La afirmación es que se recuerda lo que
se sabe. Lo que rescatamos es que con este mito se instala la idea del sujeto
como soporte del saber y a su vez no responde a la pregunta de cómo nace el
saber de tal forma que sea sostenido por un sujeto. De hecho, la filosofía no
tiene por qué plantearse esta pregunta... ¡si no hay un deseo que la motive!.
Si consideramos la situación
hipotética de una proliferación de saber infinita e indefinida... ¿en qué
afectaría al sujeto?, ¿ qué relación habría entre saber y verdad? La existencia
de esta articulación... ¿no es la que introdujo Freud como y por un nuevo deseo
en el mundo?.
Pensemos en la importancia
que le dio a las teorías sexuales infantiles, que tanto extrañan y subestiman
los adultos por su falta de adecuación a la verdad que conocen por la lógica y
la ciencia, a lo que Freud se oponía diciendo que algo de verdad tenían, porque
esa aparente construcción fantástica portaba una relación con lo que al nene le
acontecía en el cuerpo como goce.
Así,
las líneas de nuestra experiencia tienen que ligar VERDAD, SABER, CUERPO ( GOCE ) .
Si
volvemos a la pregunta del comienzo, en donde los efectos del inconsciente ya
estaban antes de Freud... pero ¿quién lo sabía?, lo que tenemos que enlazar
como un hilo más es el DESEO DEL ANALISTA, porque la verdad del lazo que
armamos no va de suyo, de hecho no tiene valor para otros discursos. La verdad
que plantea Freud en los sueños y en los síntomas, necesariamente lo tiene que
incluir a él, no como persona sino como deseo inconsciente. Esto está en
consonancia con la diferencia que plantea el psicoanálisis con todo el
pensamiento Platónico y sus derivados, en donde "la verdad está a la
espera de ser capturada".
Si
nosotros pensamos las condiciones de nacimiento del saber y si postulamos con
Lacan, que la verdad no está antes preestablecida, y que, se constituye en
análisis como VERDAD INCURABLE articulada a la caída del sujeto-supuesto-saber,
necesariamente, al deseo del analista hay que meterlo en los hilos de la
clínica que hacemos.
¿Por
qué Lacan insiste tanto sobre el análisis del propio analista?, ¿por qué
remarca la condición de haber alcanzado el analista, en su análisis, en su
final, la evocación de la verdad?. Esto es algo en lo que insiste de muchas
maneras: lo hace también para darle marco al establecimiento de
sujeto-supuesto-saber, a su caída, y a la constitución de la función del objeto
a como resto... "experiencia por la que se supone que el
analista tiene que haber pasado".
Me
parece importante tomar la pregunta que hace Lacan al respecto: ¿cómo puede ser
que el analista, luego de haber pasado en su propio análisis, por la
experiencia de la destitución del sujeto-supuesto-saber, la experiencia de que
algo queda irreductiblemente limitado en ese saber, la experiencia de la
división del sujeto por el objeto a, que el analista que tuvo y
que fue soporte-instrumento de estas operaciones que concluyeron en su caída...
¿cómo puede ser que después de haber pasado por esto, se ocupe el lugar de
analista?.
En
forma, por cierto muy provisoria, podemos decir que el deseo del analista
encuentra o va al encuentro, apunta a "algo" que se relaciona con su
propia experiencia como analizante, pero no como experiencia pasada, sino como
experiencia a pasarla cada vez. Si esto es así, ¿no lo convierte al analista a
su vez en analizante, cada vez?
2008
Trabajo realizado en el marco de un Grupo de Lectura, "Clínica y deseo de analsita. Cuestiones de discurso", en 2008, en Cuestiones del Psicoanálisis.
Publicado en "Bahn 3. Cuestiones del psicoanálisis. Objeto y representación, 2008
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